CAPÍTULO 2: Yiren

1 0 0
                                    


Las chicas caminan a mi lado mientras entramos al edificio. Yiren me coge de la mano y con una sonrisa me dirige a la cafetería, donde retomo mi viaje en el tiempo.

A los pocos días de haberme mudado con mis cinco compañeras me encontraba metida en la cama tapada hasta la nariz con señales de haber estado llorando por mucho tiempo. Tocaron a la puerta. No permití el paso hasta saber que me traían el desayuno.

-¿Cómo estás? - me preguntó Yiren mientras entraba con una bandeja en la mano.

-Estoy... - contesté sin más mientras me incorporaba para recibir mi chocolate caliente y pan chino casero.

-Espero que esto te ayude.

Se sentó a mi lado y me observaba mientras comía. Tenía una ligera sonrisa en la cara. Supuse que su intención era contagiármela.

-Esto está riquísimo. Gracias, Yiren.

-No es nada.

Yo llevaba una sudadera gris oscuro con la capucha puesta. Ella me la bajó y se levantó para recogerme el cabello en una especie de moño.

-¿Has visto el video de nuestro debut? -me preguntó tras sentarse de nuevo en frente.

-No... -derramé una lágrima- Se suponía que ahora debería estar mirándolo una y otra vez y estar feliz de haber conseguido debutar después de tanto tiempo. Pero ahora solo quiero evitarlo, no quiero ver lo que puedo molestar tanto a Min... -me chistó y me prohibió volver a mencionar ese nombre.

Se levantó, cogió mi portátil y reprodujo el vídeo del que estábamos hablando.

-¿Crees que el problema fue el beso que tiré a cámara?

Mi pregunta hizo que ella rodara los ojos y se pusiera seria.

-El problema amiga mía en nuestro debut fue Mingi.

-¿No acabamos de acordar no volver a decir su nombr..? - me volvió a chistar.

-El problema es que eres la que menos brilla. No sonríes y estoy segura de que todo fue culpa de que te preocupabas en exceso por... "M". Estuve ahí cuando vio el vídeoclip de Bon Bon Chocolat y te insinuó que se pondría celoso si en el escenario te veías igual de sexy. Se que te condicionaba. No se si lo hacía a propósito o sin darse cuenta, pero lo hacía. Que te dejara es lo mejor que te podía pasar. Solo tienes que darte cuenta.

-Supongo que si me quisiera de verdad no hubiera convertido el día en el que cumplí mi sueño en una pesadilla.

-Exacto. Veo que ya lo empiezas a entender. Y ahora, vete a dar una ducha de agua fría que también estás empezando a oler.

Al final me acabó robando una pequeña risa.

Volví a mi habitación con el pelo aun humedecido. Me dirigí a un mueble donde guardaba mi ropa interior y un pequeño secreto: una hoja de cuaderno con un intento de componer una canción en ella.

-Supongo que todavía me queda un sueño por cumplir.

Tocaron a la puerta y abrieron sin esperar una respuesta. Me volví rápidamente al mismo tiempo que guardaba el papel en mi bolsillo. Era la líder del grupo avisándome de que era hora de ir a trabajar.

-Ahora bajo.

Una vez en la agencia, nos maquillaron y peinaron. Teníamos un fanmeeting. Yiren estuvo todo el tiempo pendiente de mí, de que no volviese a alimentar el mar de lágrimas que creé la noche anterior. Me pareció irónico pensar en ella como una hermana pequeña y que fuese ella la que cuidara de mí. Sin embargo, la sonrisa de cada nuevo fan que conocía era más que suficiente para hacerme sentir algo de felicidad.

Hice bien en seguir las órdenes de mi padre. Si no fuera por él, no habría debutado con mis compañeras. Aunque, en realidad, si no fuera por Mingi tampoco, porque seguiría siendo trainee en la JYP, pero tardé varios meses en darme cuenta de ello.

Esa noche no quise volver a casa, me quedé en el estudio y saqué el papel que tenía en el bolsillo trasero izquierdo. Releí su contenido un seguido de tres veces. Todo lo que había escrito, reflejaba lo mal que me había hecho sentir estar con Mingi. Todo. Y no quería que la gente me recordara como una niña a la que usaron para sus propios intereses sin tener en cuenta sus sentimientos. Rompí el papel.

-Habrá que volver a empezar.

Esa noche no escribí nada productivo. Tenía claro dos cosas. La primera, quería componer una canción por mi cuenta. La segunda, quería que esa canción estuviera llena de energía e hiciera felices a los demás. Sin embargo, en ese momento, no me sentía con energía ni feliz. No podía escribir. Me levanté de la silla, tiré los restos de mi "obra lírica" e inicié mi camino a pie hasta casa. Llevaba los auriculares puestos con mi lista de reproducción de Spotify en aleatorio. Sin esperarlo, se reprodujo la canción de "Say my name". Se me encharcaron los ojos. Me detuve. Respiré hondo con rabia y me froté ambos ojos, uno después del otro, con el talón de mi mano derecha. Entonces me propuse no volver a derramar una lágrima por semejante tontería, por semejante tonto. Me volví hacia mi derecha y vi una discoteca de alta categoría. Sabía perfectamente cual era, no estaba lejos de casa. Aproveché un momento en el que se abrieron las puertas para analizar el ambiente del interior. Recordé lo guapa que me habían puesto para el evento de ese día y llamé a Yiren.

-¿Sigues arreglada? - le pregunté por teléfono.

-Sí. ¿Por qué?

-Yo me voy a emborrachar. ¿Te apuntas?

No tardó más de quince minutos en llegar. Estaba algo preocupada. Yo me limité a entrar diciendo que todo estaría bien, solo quería divertirme un poco.

Nos sentamos en la barra. En cada copa que me servía veía la cara de la persona que trataba de olvidar. Estaba tan metida en mis pensamientos que no escuchaba la alta música que trataba de penetrar mis oídos. Tenía la mirada perdida en el vaso ya vacío que sostenía. Yiren posó su mano sobre la mía.

-¿Estás bien? ¿Quieres ir a bailar un poco o... mejor nos vamos a casa?

No estaba segura de lo quería. La miré a ella con ganas de volver a llorar y después a mi alrededor y a la pista de baile.

-Los de la pista parece que se lo están pasando bien -comenté.

-Decidido pues.

Terminó su bebida de un trago y tiró de mí hacia el lugar que había citado antes. De camino me fijé en un chico. Al principio por lo bien que bailaba, después por reconocer su rostro.

-¿Ese de ahí no es Ten de NCT?

El sueño de AishaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora