Fragmento 3: Michael, Sarah y Mía.

27 7 0
                                    

Noche buena con Abu.

— ¡La papa se quema se quema! —Gritaba la niña castaña dando saltos arriba de su cama.

— ¡Pásala pásala! ¡Se quema se quema! —Le gritaba su amiga desde el otro lado de la habitación.

Era su primera navidad juntas y ambas se encontraban en la habitación de la castaña esperando el momento para escuchar las historias del abuelo. Porque sí, era una tradición de la familia Davies Dunkel, que en noche buena toda la familia se uniera para contar historia u anécdotas. Y esa noche no era la excepción.

Las niñas se encontraban jugando en la habitación, ambas con sus respectivas pijamas debido al frío que azotaba la ciudad de Cromaffo.

— ¡Arriba, abajo!  ¡Arriba, abajo! —Gritaba la pequeña Sarah, sus manos sosteniendo una grande y redonda bola inflable roja, bajaba y subía flexionando sus piernas, sus rizos negros y largos moviéndose en todas direcciones.

— ¡Se quemará! ¡Explotará! —Gritaba la castaña, Mía, a su vez aplaudía sonriendo y saltaba en su cama sin miedo a caerse.

Sarah movía hacia arriba y hacia abajo la bola inflable, mientras Mia continuaba gritando "Se explotará" a decir verdad parecían unas desquiciadas jugando a cualquier cosa.

— ¡Ustedes dos! —Gritaron de repente deteniendo el juego solo por un segundo, porque al siguiente ambas corrieron en dirección al intruso y dejando la bola inflable en sus manos para luego correr escaleras abajo riéndose descaradamente. — ¡Niñas! —Gritó Michael pero nadie le respondió.

×

— ¿Nos puedes contar la de los vampiros, Abu? —Le preguntó Sarah al señor mayor que se encontraba sentado frente a la chimenea.

— ¿Otra vez? —Se quejó Michael, molesto.

— Shi —Afirmaron ambas niñas.

— Esta bien. —Cedió el señor mayor sin mucho esfuerzo.

Michael abrió su boca indignadisímo .

— ¡Abuelo! —Refunfuñó. — Yo quería la de dragones...—Murmuró bajito.

Él señor sonrió divertido pero ignoró su petición.

— Un pueblo, una guerra y un secreto por resolver —Comenzó él. — Barlak era un pueblo un tanto peculiar, se encontraba muy alejado de la sociedad y para llegar a el tenías que  cruzar un gran y peligroso bosque... Al acabar la guerra de los veinte años, las especies decidieron llevar las cosas con calma, en paz, todos y cada uno de ellos aportaron un granito de arena para reconstruir el pueblo y arreglar lo que con sus conflictos había causado.

<< Un día, una hechicera jovencita salió a pasear por el bosque, propiedad de los lobos, se suponía que allí estaba a salvó, pero no fue así, su primer encuentro frente a frente con un vampiro sucedió a la luz del atardecer. El vampiro dejó en claro que no tenía malas intenciones, pero ella era muy desconfiada y terminó dejando las cosas en claro con él. Él se marchó, pero no sin antes decir que podía encontrarlo en el norte Blak del bosque, preferiblemente a la hora mágica. Dejando a la chica confundida.

— es bonito. —Lo interrumpió Mía, suspirando. — Porque ella sí fue a verlo.

Su abuelo sonrió con afecto en su dirección.

— ¿Y qué pasó después de verse, Abu? —Lo instó a seguir, Sarah.

— Luego de llegar a un acuerdo, se empezaron a conocer, pero nadie podía saber que ellos trataban, porque sería peligroso. Solo una persona en todos los años supo de su amistad. —Se tomó un minuto para luego seguir. — Saimon, el mejor amigo de la hechicera, quién nunca tuvo problema con ello, pero sí que le advirtió que podría salir lastimada.

— Me recuerda a ustedes dos —Soltó Michael de repente señalando a las niñas, ambas los miraron, confundidas.— Ustedes se cubren en cualquier travesura. Y son muy unidas. Cómo esos dos chicos de las historias de Barlak.

Mía arrugó su nariz con desagrado a la vez que Sarah sonreía en grande.

— ¿Me apoyaras si quiero ver a un chico a escondidas? —Preguntó la rulosa.

— Sí. —Respondió sin dudar. — Pero no me puedes dejar de lado.

Ambas sonrieron, eran muy inocentes para ver el significado de aquellas palabras.

— Bueno...—Murmuró el señor. —Para seguir... Los chicos se vieron por muchos años, manteniendo una relación a escondidas.

— Y he aquí mi parte menos favorita.—Susurró Mía.

— Pero entonces la hechicera decide que quiere irse del pueblo, para así tener la vida que desea, claro está que su intención era irse con el chico también, pero él no aceptó, o no del todo. Le dijo que tendría que alejarse por unas semanas, porque quería hacer unas cosas antes y dejar todo en orden con su padre, ella aceptó porque confiaba en él y así terminaron por separarse.

— Es que, lo odioooo —Susurró Sarah, molesta.

— Sigue, Elo. —Murmuró Michael mirando con fastidio como las niñas susurraban entre sí.

— La chica días después se enteró, que el joven vampiro la había traicionado.—Finaló él.

— ¿Cómo?

— Contándole la verdad al monarca.

¿Y sí reescribimos las estrellas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora