Fragmento 12: Lee&Mai

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- Jamás dejaría que pasará tanto tiempo sin hablar contigo al menos una vez.

M. D.

Una niña pelirroja de baja estatura ojos grandes y azules, peca en sus mejillas y vestidito verde pasto, corría alrededor de la niña castaña, la estaba mareando de tantas vueltas, giraba y giraba mientras gritaba:

- ¡Viviremos juntas! ¡Viviremos juntas!

No cabía de la dicha, siempre había sido un deseo, vivir con quien consideraba su mejor amiga y hermana. A la niña castaña le hacía ilusión, pero se estaba apagando, nadie lo veía, nadie escuchaba , pero ella se estaba muriendo por dentro, cada día sentía que levantarse era una travesía difícil, cada día sonreír era más doloroso y cada día retener el dolor era imposible.

Por eso la madre de la pelirroja había decidido mudarse con ella, porque ella sabía lo que se sentía, había pasado por ese dolor, y era insoportable, por eso y más llevó a su pequeña duendecillo a hacerle compañía, para que así dejará de lastimarse con los recuerdos.

- ¡Anda, anda! ¡Rápido! -Gritaba tirando de su mano, la nena pelirroja tiraba de ella por aquellas calles que la habían visto crecer y recordar solo le traía dolor.

Llegaron a un parque y ambas niñas se sentaron sin más en los columpios, una a lado de la otra.

- ¡Mai! -La llamó la nena pelirroja, Nallelh se llamaba la pequeña.- ¡Mai! -Llamó nuevamente ésta vez captando su atención.

Mía la miró sin expresión alguna, sus ojos de diferentes colores habían perdido brillo y ya no sonreía casi nunca.

- ¡Regálame una sonrisa , anda! -Pidió inocente, solía hacer mucho eso desde que leyó un libro donde decía claramente "que el cerebro no registraba si era una sonrisa triste o feliz, para el simplemente era una sonrisa, y tenía siempre el mismo efecto."

«darte un poco de fuerza más»

- No empieces, Lee -Suspiró la castaña. Ése día solo había salido de su casa porque la nena a su lado la había obligado, pero ni ganas ni ánimos tenía de salir a caminar.

- ¡Por favor! -Pidió otra vez.- ¡Es mi cumpleaños! Anda, porfis porfis. -Juntó sus manos y sus labios hicieron un tierno puchero.

Mía respiro hondo tratando de no llorar, le dolía tanto sonreír que era casi imposible que al hacerlo no se le llenarán los ojos de lágrimas.

«vivir duele cada vez más»

Reunió valor e hizo lo único que había conservado y no había olvidado en todo este tiempo de oscuridad.

«una sonrisa sincera »

Le sonrió solo como ella sabía hacerlo a su prima, la única que hasta esos días le había sacado sus más lindas sonrisas, porque siempre las personas rotas sonríen mejor desde la oscuridad, porque lo hacen con más dolor y menos fuerzas.

Sonrió para sí, sus ojos brillando levemente y su carita iluminandose, sonrió sin más, agradeciendo que la nena a su lado aún no se haya alejado como todos lo habían hecho.

- ¡Eso! ¡Lo logré! ¡Yeiiii!

¿Y sí reescribimos las estrellas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora