Fragmento 9: Alessandro y las gemelas

9 3 0
                                    

- Porque cuatro es mucho, dos es  poco y tres es perfecto.

Un niño castaño se encontraba jugando tranquilamente con sus carros en el porche de su casa, su madre estaba a una distancia prudente hablando animadamente con un vecino, según había escuchado, se iban a mudar en unos meses, puesto que la familia estaba creciendo y necesitarían más espacio.

El niño no sabía a qué sé referían pero esperaba que su nueva casa tuviera un patio grande y árboles para así construir la casita que tanto anhelaba.

— ¡Niño, ven! —Llamó su madre a la distancia, estaba sonriendo con lágrimas en los ojos  como pocas veces  se le veía, corrió a su encuentro y su madre lo abrazó con fuerzas.— Mami te tiene una sorpresa...— Susurró con duda, aún no sabía cuál sería la reacción de su hijo, por lo que tenía que ser cautelosa.

— ¿¡Sí!?

— Sí mi amor, mira aquí.—Señaló su pancita.— ¡Tendrás hermanitas! 

El niño la miró serio, sin expresión y eso la hizo asustarse.

— ¿No te gusta la sorpresa? 

Asintió sin más, estaba asimilando la información, no le parecía mala idea, le parecía genial porque ahora sí tendría compañía, pero estaba preocupado porque tendría que cuidar de ellas y le daba miedo.

— ¿Hermanitas ? —Repitió sin creérselo el niño de nueve años.

— Sí, amor, tendrás hermanitas, ¿No es genial? —La madre presionaba más esperando una reacción que no llegó.

— Vale, genial. —Se limitó a decir el niño, se encogió de hombros y salió corriendo dentro, dejando a la madre realmente confundida.

Meses después, en el nacimiento de las gemelas.

— ¡Nene, ven! —La enfermera llamó al niño quién llevaba esperando desde que ingresaron a su mamá por ese momento, salió corriendo sin más hacia allá. —Por acá. —Lo guío con cuidado hacía una habitación de parto dónde se encontraba su madre con las gemelas.

— ¡¿Ya nacieron?! —Gritaba sin parar dando tumbos alrededor de la enfermera quién sonreía disimulando sus nervios.

Entraron a la sala, el niño se quedó rígido en el umbral viendo la sangre que cubría a su madre  hermanas.

— No, no. —Lo insto a seguir sin mirar hacia esa dirección, la enfermera.— Allá —Señaló.

— Niño, ven, mira amor.— Lo llamó su madre desesperada por tener a sus tres bebés juntos. El niño terminó por acercarse y su padre lo tomó en brazos, levantándolo a la altura de la camilla, lo inclinó sobre la cabeza de su madre para que pudiera ver a sus hermanas, su pequeña boca se abrió en una perfecto O fascinado con la vista.

— ¡Son pequeñitas ! —Chilló fascinado.— Son muy lindas...—Susurró acercando su manita y tocando sus mejillas, sonrió felizmente.— Las amo.—Le aseguró a su madre , ella sonrió feliz.

¿Y sí reescribimos las estrellas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora