𝕱𝖗𝖔𝖒 𝖆𝖕𝖗𝖎𝖑 𝟒 [𝔳𝔢𝔯𝔰𝔞𝔱𝔦𝔩𝔢𝔰]

𝟏𝐎 𝖉𝖊 𝖆𝖌𝖔𝖘𝖙𝖔

—  Entonces, cariño, ¿me irás a buscar? —  su voz es lo suficientemente acaramelada y seductora como para ser confundida con un amante.

— No sé, tengo muuuuucho que hacer — aunque su respuesta siempre estuvo clara, disfruta del proceso de hacer sufrir a otros, la tortura lenta de que rueguen por él. Al menos como juego, al menos un poquito.

— Zhaaan, por favooor, dijiste que lo haríaaas — se queja y refunfuña, aún sabiendo que él jamás le fallaría, intenta darle en el gusto cuando se hace de rogar.

— ¿Crees que dejaría que alguien más lo hiciera? — el pelinegro se ríe y empuja a su amigo que escucha la llamada junto a él — o prefieres que vaya Yixuan, seguro llegará a la hora — el castaño le muestra su lengua, sabe que se mofa por su largo historial de atrasos e intenta defenderse.

— ¡No confíes en él!— alcanza a gritar antes de que Zhan tape su boca y lo aleje a empujones.

— Ay por eso los adoro — Ziyi lanza un beso por el auricular antes de despedirse — eres el mejor amigo del mundo, te estaré esperando.

— Basta de halagos, nos vemos en el aeropuerto — su voz es suave y amable antes de cortar.

Hace un año Ziyi se alejo de su país natal para recuperar la vida que había dejado en Corea y llevarla a China. El proceso de regularizar su situación laboral y económica tomó el tiempo esperado y finalmente los trámites legales que en algún momento ocuparon toda su mente y tiempo han sido solucionados. Ahora puede volver a casa. Sin embargo, un año ha sido suficiente para retroceder en todo lo que había avanzado antes de irse. Ziyi nuevamente se ha distanciado de su familia, no cuenta con arriendo ni trabajo y necesita urgentemente del apoyo de sus amigos; empezando por ser escoltada hasta la casa de Yixuan. Zhan comprende los momentos que enfrenta su amiga y por eso está dispuesto a apoyarla en todo lo necesario.

El castaño lo abraza por los hombros y lo guía hasta su vehiculo. Ambos están ansiosos por la llegada de su amiga, aunque Yixuan no suele demostrarlo demasiado.

— Nos vemos luego, seguro iremos a comer algo con Ziyi, llegaremos en la tarde-noche — Zhan empieza a alejarse caminando de espaldas — no nos esperes despierto — le guiña un ojo y se despide con un gesto de la mano antes de partir.

El castaño observa como se aleja, sube al auto y comienza a retroceder en él. No está aturdido es solo que, después de verlo tanto tiempo triste y deprimido, disfruta de contemplar su felicidad contenida por el mero hecho de existir. Cuando el pelinegro se da cuenta de que no lo ha perdido de vista, le lanza un beso con la mano a modo de despedida.

— No te das cuenta de las cosas — suspira mientras sacude la cabeza pero su monólogo es interumpido por la vibración de su celular — ¿hola?.

— Yixuan, necesito tu ayuda.

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— ¿Dónde estás? llegué hace quince minutos y aún no te veo — su tono es fuerte característico de la frustración que lo invade.

— Estoy aquí — su respiración es agitada como si estuviera corriendo una maratón.

— ¡Mierda! dijiste que vendrías por mi, si no podías solo debías decirlo — suspira y como si no estuviera lo suficientemente molesto, la risa del mayor no tarda en hacerse notar a través del auricular.