Ya había pasado medianoche y todavía no sentía nada de sueño. Siempre era así; cada noche me desvelaba con mi celular, acostada y procrastinando hasta más no poder.
Vivía sola, apenas pude encontrar un trabajo remoto con buen sueldo, me fui de la casa de mi madre... ¡Dios! Cómo amaba esa libertad, la soledad y la independencia.
Recuerdo que esa noche chateaba con alguien que conocí en la discoteca un par de noches atrás. Pero decidí dejar la conversación cuando se puso intenso y comenzó a pedirme que le enviara fotos.
Madiel puso los ojos en blanco mientras ponía cara de decepción.
—No era lo suficientemente lindo, ni inteligente para comenzar a pedirme nudes tan pronto.
Valentina solo sonrió con picardía ante aquel comentario.
Estaba pegada al celular, pero ya no había nada en el Facebook ni Instagram que me llamara la atención, así que pensé que lo mejor era acostarme a dormir.
Es entonces que me llegó un mensaje de WhatsApp. Era un compañero de trabajo; ni siquiera nos conocíamos en persona. Él era analista de marketing y yo la diseñadora gráfica de un hotel en Chile. Pero habíamos simpatizado en las reuniones de Zoom y siempre nos enviábamos cosas por WhatsApp.
<Oye, ¿ya intentaste esto?> La burbuja de chat venía pegado a ese link tan extraño.
<¿Qué me estás mandando, Raúl? No quiero ningún virus en mi teléfono> recuerdo que le respondí.
<No vale> Contestó <Es esa aplicación que supuestamente te dice si al morir te vas a ir al infierno.
<Aaaah ya> Respondí. <Se cuál es, ¿esa donde supuestamente si te abre te suicidas?>
—Disculpa que te interrumpa un momento —dijo Valentina, —¿en aquel entonces no era tan conocido todo lo relacionado con ABNF?
—Era todavía muy nuevo el tema —contestó Madiel. —Si habían varios vídeos en YouTube. Más de un gamer idiota intentó abrir la aplicación en un Live, pero nada que para mí fuera serio.
Ya existían muchos vídeos en TikTok con voz de Loquendo, contando supuestas historias de supervivientes. Algunos decían que la aplicación te transportaba a otro lugar. Otros votaron la casa por la ventana, llegando a contar que viajabas al infierno donde el diablo te hacía un juicio.
Ahora sé que todos eran unos mentirosos y que solo aprovechaban el tópico del momento para aumentar seguidores.
Pero sí recuerdo un caso que llamó mucho mi atención cuando lo vi en YouTube. Era un niño de apenas 11 años, era demasiado pequeño, creo que pasó en Canadá. Encontraron al muchacho en medio del bosque luego de dos días de estar perdido. Había estado caminando todo ese tiempo sin detenerse. El vídeo mostraba el momento exacto en que los rescatistas lo auxiliaban dentro de una ambulancia. Recuerdo la mirada que tenía: Los ojos demasiado abiertos, casi no pestañeaba, tenía el cabello sucio y toda su ropa estaba rasgada por las ramas de los árboles.
Pero era esa mirada. El estado de shock en que el niño se encontraba. Fue lo que se quedó grabado en mi mente. En sus ojos se notaba que él había experimentado algo espantoso.
Según lo que decían en el vídeo, el niño tomó el celular de su hermano mayor cuando estaban solos en casa. Su hermano intentó usar la aplicación, pero esta no le quiso abrir a él. El pequeño no tuvo la misma suerte.
Cuando me encontraron a mí, luego de esa noche. Yo tenía la misma mirada perdida. Fue entonces que lo supe: el caso del niño canadiense sí había sido real.
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LOS PECADOS DE MADIEL
HorrorLa repentina aparición de una aplicación letal transforma la vida tal como la conocemos, convirtiendo el mundo en un lugar donde la sociedad enfrenta una ola de suicidios masivos. Las principales víctimas de este extraño fenómeno son jóvenes. Los c...