Capitulo 5 -Parte 2-

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    —Ese lunes, ella no fue a clases. —continuó contando Madiel. —Le escribí mensajes, la llamaba, pero no lograba nada.

    —¿Y nunca llamaste a la casa?— Preguntó Valentina.

    —Si claro, pero en toda la semana no se presentó, así que fui hasta su casa. En la puerta me frenó su mamá. Me dijo que Yoselin había tenido mucho malestar y por eso decidió quedarse en casa esos días. Su mamá era una mujer obsesionada con la salud y enfermedades, estoy segura de que no le costó mucho convencerla de tomarse unos días libres.

    Le di mil excusas con tal que me dejara pasar, que quería verla, pero me respondía que Yoselin había pedido no ver a nadie. Le decía que entonces me dejara entregarle la tarea y me respondía que ya había hablado con la maestra y le envió todo por correo. En fin, no me dejó verla ni hablar con ella.

    —¿Y cuándo regresó a clases? —preguntó Valentina?
    —Nunca. Yoselin no volvió, cuando le pregunté a la maestra, me dijo que culminaría el lapso desde casa. El siguiente año ya la habían escrito en otro colegio.

    —¿Nunca uniste cabos Madiel? ¿Nunca pensaste qué tenía que ver con esa noche?— Madiel asintió.
    —Sabía que algo había pasado en la fiesta, pero tenía un miedo interno de averiguar qué era. Se lo escribí; 

    <Necesito que me digas que paso>, pero nunca me respondía.

    Alberto y yo seguimos saliendo, pero cuando le pregunté si Pepe tuvo algún problema con Yoselin, solo me respondía que no. Al poco tiempo, él también desapareció de mi vida.

    —¿Y nunca la encontraste en algún sitio? ¿La buscaste, por otra parte?
    —Visité todos los lugares que frecuentábamos juntas, pasé cientos de veces por el centro comercial solo con la esperanza de encontrármela.
    Así que cuando ya no aguanté más, me escapé una noche con la esperanza de meterme a su cuarto.

    Cuando llegué, me asomé por las ventanas, y la vi a través del cristal, sabía cómo esconderme para que nadie me descubriera. Ella nunca supo que yo estaba ahí.

    La vi sentada, con sus piernas cruzadas, leyendo un libro, seguro uno de esos de Caballeros y Dragones que tanto le gustaban. Llevaba su cabello recogido con una cola, y una taza de café caliente a su lado.

    Yoselin siempre fue muy tranquila, de verdad que ella era un pan de Dios. Pero esa noche, vi que en su mirada tenía una enorme tristeza, era como si una parte dentro de ella estuviera rota. No sabía cómo explicarlo, pero podía sentirlo.

    "Bien, si tú no me quieres en tu vida... Pues yo tampoco te quiero en la mía", pensé. Siempre había envidiado a Yoselin, pero no lo acepté hasta esa noche. Vivía en un hogar perfecto, junto a una madre que no se atiborraba de pastillas para dormir, ni evitaba el contacto directo con ella. También tenía un padre presente, que la amaba y que no la había dejado abandonada junto a su madre para irse a vivir con su nueva novia a otro país.

    Le di la espalda y decidí que no quería saber nada mas de Yoselin.

    —Hasta esa noche— la interrumpió Valentina. Madiel solo asintió.

    —Madiel. —Continuó diciendo Valentina. —¿Qué ocurrió esa noche luego que patearas el celular?

    Madiel lanzó un suspiro al aire... Y continuó con su historia.

LOS PECADOS DE MADIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora