Capitulo 2 -Parte 3-

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Arrojé el celular en la mesa y este comenzó a sonar de nuevo, mientras la pantalla decía:

<NÚMERO PRIVADO>

Me puse más nerviosa, así que trate de apagarlo. Presionaba el botón de apagado y este no quería aceptar la orden. El celular sonaba una y otra vez en mis manos, el tono de llamada retumbaba tan fuerte dentro de mi cabeza que sentía que me estaba volviendo loca.

Quité la tapa trasera y saqué la batería del teléfono. Por fin se apagó y el sonido se detuvo.

La pantalla se puso negra y recuerdo que sonreí. Comencé a jadear hasta que el jadeo se convirtió en risa. Sentía que había ganado, que aquel momento tan extraño por fin había terminado.

Giré la cabeza y vi el pasillo que llevaba de la cocina a mi habitación. Lo único en aquel pasillo era un baño pequeño. Y con sorpresa noté que La puerta del baño se encontraba abierta y con la luz apagada.

"¿Qué extraño?" pensé. No recordaba haber dejado aquella puerta abierta. Pero sí sabía que la luz estaba encendida. La luz del baño siempre la dejaba prendida "por cualquier emergencia nocturna". Era una manía que traía desde la crianza con mi mamá.

Pero lo más raro de todo era ese sentimiento de que aquella no era una oscuridad normal. No lo comprendía bien, pero sentía una rara carga dentro de esa penumbra.

En la pared del fondo de mi baño había una ventana superior. No era más grande que una caja de zapatos y estaba en todo lo alto de la pared, sellada por un cristal empañado que permitía la entrada de luz de la calle. Por más oscura que estuviera la noche, siempre se colaba un poco de claridad, no mucha, pero sí la suficiente para poder ver las siluetas de todos los objetos adentro.

Pero esta vez todo se encontraba oculto dentro de una negrura espesa que impedía ver algo más allá del marco de la entrada.

LOS PECADOS DE MADIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora