Me levanté asustada, y vi que la luz del baño estaba nuevamente encendida. Me acerqué lentamente, caminando temerosa y segura de que al asomarme, encontraría de nuevo a aquella aterradora anciana lista para destriparme con sus garras.
El baño estaba vacío. Dejé la luz encendida y cerré la puerta con prisa, como si adentro hubiera un león hambriento dispuesto a tumbar la puerta para devorarme. O en mi caso, algo mucho peor.
Salté de miedo, al escuchar el teléfono que anunciaba una llamada entrante. No le había puesto la batería, pero ahí estaba sobre la mesa, con la pantalla iluminada donde podía leerse la palabra:
<Número privado>.Yo no quería contestar, aún estaba muy alterada y con las lágrimas en mis ojos. Levanté el teléfono con las manos temblorosas y lo sentí más pesado que nunca, las palabras salieron muy suavemente de mi boca.
—Aló —dije asustada.
—Lamentamos lo recién ocurrido —dijo la mujer con mucha serenidad. —Esperamos que no vuelva a repetirse, claro, todo dependerá de usted. Le recordamos que tenemos que continuar con la entrevista hasta poder finalizarla. ¿Esta de acuerdo?
—Por favor, por favor... ya no quiero seguir, quiero que esto se acabe —respondí llorando.
—Terminará pronto, solo responda las preguntas restantes y recibirá su resultado, ¿podemos continuar? ¿O es necesario que vuelva a recibir otra visita para hacerla reconsiderar?
—¡No! ¡No por favor! Continuaré, pero de verdad, por favor ya no —le rogué.
—Muy bien —respondió la mujer con tal calma que me asustaba. —Próxima pregunta, señorita Madiel .Cerré los ojos, como si estuviera a punto de recibir un golpe en el rostro.
—¿Por qué permitió que violaran a su amiga Yoselin?
—¿Qué? —pregunté confundida —¿Yoselin?
Hacía mucho tiempo que la había olvidado, había sido mi mejor amiga desde la adolescencia. Llevaba mucho sin saber nada de ella.—Yo jamás —dije nerviosa. —Nunca, a ella jamás.
—¡Miente! —respondió la mujer, cortando mis palabras antes de que las terminara.—Estaban en esa fiesta que era tan importante para usted, ¿qué edad tenían? ¿16? ¿17 años? Usted tuvo una idea fenomenal esa noche: le dijo a su mamá que se quedaría en casa de Yoselin. Mientras que a ella la convenció para que se escaparan en la madrugada, luego de que todos estuvieran dormidos, para ir a una fiesta. Usted sí que era una mala influencia señorita Madiel.
—Pero no ocurrió nada —dije segura de aquello. —Fuimos a la fiesta, donde nos esperaban los muchachos con los que llevábamos tiempo saliendo. Ni siquiera recuerdo sus nombres. Pero Yoselin y yo nunca nos separamos, estoy segura que no le paso nada.
Hubo un leve silencio...
—¿Recuerda las condiciones en las que llevó a Yoselin a su casa? —preguntó la mujer, esta vez los recuerdos no eran tan claros como con Royer.
—Creo que yo, creo que —me detuve, una imagen vaga llegó a mi mente. —Creó que la llevé en mis hombros. Si, eso fue, casi cargada y recostada en mis hombros porque estaba muy borracha.
—¿De verdad?—respondió la mujer con un tono de sarcasmo. —¿Pero? Qué raro, señorita Madiel, según lo que sabemos, Yoselin jamás bebía.
"Ella tiene razón", pensé, Yoselin era un pan de Dios, ella nunca probaba ni una gota de licor.
Entonces las imágenes inundaron mi mente tan rápido.
ESTÁS LEYENDO
LOS PECADOS DE MADIEL
HorrorLa repentina aparición de una aplicación letal transforma la vida tal como la conocemos, convirtiendo el mundo en un lugar donde la sociedad enfrenta una ola de suicidios masivos. Las principales víctimas de este extraño fenómeno son jóvenes. Los c...