Capitulo 18 -

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Becky logró evitar el alcohol toda la tarde. Estaba lejos de sentirse con humor de fiesta y una mirada por la enorme sala le hacía sentirse más triste que entusiasmada.

Globos negros y púrpuras decoraban el gran salón de baile del hotel. Y las luces eran lo bastante tenues para que casi pudieras fingir estar en otro sitio completamente distinto. Pero la decorada atmósfera no hacía nada por la música increíblemente irritante que atronaba por los altavoces, o el agónico dolor que taladraba las sienes de Becky.

Nop apareció a su lado un momento después, sosteniendo un vaso de agua. “Lo siento, no pude encontrarte la aspirina,” se disculpó.

“¿Entonces para qué es el vaso de agua? preguntó Becky, sintiéndose más cansada que molesta.

Él se encogió de hombros y se sentó a la mesa. "En caso que tuviera sed. Creí que las chicas siempre llevaban píldoras para sus... problemas femeninos.”

“Sí, bueno,” empezó Becky pacientemente, “mis “problemas femeninos no llegaran en otra semana.”

Nop se encogió de hombros, su mirada vagando a la pista de baile. Se lamió los labios y volvió a Becky. “¿Quieres salir de aquí?” preguntó.

“Me encantaría,” contestó Becky esperando no parecer demasiado entusiasmada. Al fin, me voy a casa. La tarde infernal ha acabado.

Nop se puso de pie y le retiró la silla a Becky. Cogiéndole la mano, la llevó al vestíbulo del hotel.

“¿Cómo nos vamos a casa?” preguntó Becky. “¿Va a volver la limusina a por los demás?”

Nop sólo sonrió y Becky estaba teniendo la enervante sospecha de que, después de todo, no regresaban a casa. Siguió a su novio a los ascensores y frunció el ceño cuando le vio apretar el botón.

“¿A dónde vamos?”

“Es una sorpresa,” contestó Nop melosamente. Le sonrió brillantemente a Becky. “¿Mencioné lo preciosa que estás esta noche?”

Becky sólo sonrió. Estaba muriéndose por llegar a casa y soltarse el cabello. Una ducha. Me encantaría una ducha ahora mismo. Pero mientras las puertas del ascensor se abrían delante de ella, Becky comprendió que su noche no estaba nada cerca de acabarse. Y ahora se estaba inquietando. Noche de graduación y una habitación de hotel. Si no lo supiera bien...

“Nos conseguí una habitación para la noche,” anunció Nop, sonriendo como un idiota. “Espera a que la veas, Becky. Vas a morirte.”

Becky tuvo una sensación de zozobra en la boca del estómago. No contaba con esto. Nunca dijo nada de una habitación de hotel. ¿Por qué tengo la sensación de estar atrapada en mitad de un especial post-escolar realmente malo? “Um, Nop,” empezó, preparada para expresar su disgusto ante este súbito y decididamente mal recibido giro de eventos.

“Aquí estamos,” interrumpió Nop, cuando las puertas abrieron ante ellos.

Becky salió rápidamente del ascensor y miró alrededor. El vestíbulo estaba bañado en una suave luz amarilla. La alfombra se estiraba interminablemente en pálidos tonos azules, que al instante le recordaron a Becky el océano. Nop agarró su mano y fue por el vestíbulo, mientras Becky se ocupaba mirando los cuadros enmarcados alineados en las paredes. Espero que mi arte no acabe así. Respingó ante el pensamiento. Pero se recordó concentrarse en el urgente asunto a mano. Quizá todos están en la habitación.

Algún tipo de fiesta post-graduación. Podemos pasar un ratito y después nos marcharnos.

Nop se detuvo finalmente y sacó la llave de su bolsillo.

“Cierra los ojos,” le instruyó.

Becky obedeció si sólo para complacerle. Un momento después, sintió ser suavemente empujada y oyó la puerta cerrarse detrás de ella.

“¿Qué piensas?”

Becky abrió los ojos y su mirada voló inmediatamente a las velas encendidas estratégicamente puestas alrededor de la enorme cama. Oh... mierda. “Nop ¿qué es esto?” Quizá ha decidido convertirse en adorador de Satán. Quizá sólo me quiere como su virgen sacrificial. Frunció el ceño. Santo Dios, espero que no.

Nop sonrió. “¿Te gusta?” preguntó, su tono rebosando excitación. Corrió a las cortinas y las abrió. Una preciosa vista de Hollywood la saludó desde las puertas corredizas de cristal.

Los labios de Becky se abrieron levemente, pero ningún sonido salió. Si era posible, su dolor de cabeza empeoró mientras captaba la vista ante ella y la obvia intención detrás de las acciones de Nop empezaba a encajar.

“Sé que dijiste que deseabas que nuestra primera vez fuese especial,” dijo Nop, yendo a tomar sus manos. “Así que he tirado la casa por la ventana para hacerlo.” Su aliento apestaba a alcohol.

¿Cuánto ha bebido? “Nop” intentó, deseando que su mente formase una frase coherente. “Me siento verdaderamente halagada y... y sorprendida. Pero...”

Nop empezó a fruncir el ceño. “¿Pero qué Becky?” preguntó, un poco impacientemente. “No me digas que no estás lista. ¡Llevamos juntos seis años! ¿¡Cuánto más necesitas!?”

Becky no podía pensar claramente. Su cabeza estaba martilleando y sus pensamientos iban a mil por hora. No lo había visto venir. “No puedes planear nuestra primera vez sin decírmelo,” explicó. “La habitación es preciosa y las velas son un bonito toque, Nop, pero el momento no es adecuado.”

Nop levantó las manos con frustración. “¿Momento?” gritó. “¡Me voy a Massachusetts en un par de semanas!”

Becky soltó un suspiro. Debería haber fingido una indisposición para evitar esta temida noche.

“Creí que íbamos a esperar a estar casados.”

La mandíbula de Nop se desplomó y entonces empezó a reírse amargamente. “¿Casados? Creí que aún no querías casarte, Becky. No quieres hijos. No quieres matrimonio. ¡Y claramente no me quieres a mí!”

“¡No es verdad!” discutió Becky.

“He sido muy paciente contigo,” continuó Nop. “Pero no puedo seguir así. O creces, O terminamos. No me voy virgen a la universidad.”

“¡¿Qué?!” explotó Becky. No podía creer lo que oía. ¿Había sido paciente con ella? ¿Con qué infiernos había de ser paciente? “¡Estupido! No puedo creerme que acabes de decirme eso.”

“Tienes veinte años, Rebecca,” contestó. “No eres una niña, Crece.”

Becky agitó la cabeza, demasiado furiosa para hablar. Sus ojos amenazaban con anegarse y se negaba a permitirlo. No le daría la satisfacción.

“Jódete, Nop” Y con eso se alejó, intentando ignorar las furiosas maldiciones que su exnovio estaba ahora gritándole. No llores. No llores. No llores. Maldita sea. Se enjugó las lágrimas con el dorso de la mano mientras esperaba el ascensor.

Nop seguía en la puerta, un torrente de maldiciones fluyendo de su boca. Golpeó el puño contra la pared y cerró de golpe la puerta de la habitación del hotel.

Para su alivio, no fue tras ella.

Dulce Destino - FreenBecky adaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora