Capitulo 66

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Tras horas de mirar fijamente el techo, Becky se había dado cuenta que algunas de las constelaciones más populares descansaban sobre su cama. Quizá había más oculto detrás de la impresión de Salvador Dalí encima de ella, pero no podía decirlo.

No podía evitar echar miradas al ordenador portátil, que había escondido bajo un montón de ropa. El constante dolor de su corazón estaba empezando a pasar factura. La verdad era que la echaba de menos, quienquiera que fuera. Echaba de menos los correos, las conversaciones telefónicas, la broma fácil... Echaba de menos...

“Todo,” susurró expresando su pensamiento. Bueno, siempre quedaba Yuki. Y aún así, de algún modo... no era igual. Algo no era igual, pero Becky no podía ver lo que era. La amistad era la amistad...

El pensamiento de amistad la hizo fruncir el ceño, Mentir no era amistad. Pero, aún así, no podía evitar preguntarse cuánto de Freiya era Freen. ¿Cuánto era real? ¿Cuánto era mentira? Si se equilibraban, ¿alguna vez podría perdonar a la actriz? ¿Lo deseaba?

Becky suspiró, sabiendo que sí. Detestaba sentirse enfadada. Mantener un rencor era agotador. Era como un enorme yunque cayéndole en la cabeza, una y otra vez. Deseaba que el sentimiento desapareciese.

Pero no podía fingir que no estaba herida. Y perdonar a Freen no le devolvería a Freiya. ¿Y cómo podría volver a confiar en ella? ¿Cómo podría nada volver a ser igual después de haber sido tan irrevocablemente alterado?

No podía.

Nada podría ser jamás igual.

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Freen se encontró recorriendo la familiar acera de la calle de Becky. Tras horas de evaluar y revaluar su existencia, llegó a la conclusión de que nunca iba a volver a dormir. Jamás.

Podía seguir llamando a Yha y Tee a las tantas de la mañana. Podía seguir contemplando la vista de Los Angeles, preguntándose qué estaba pensando Becky en ese momento. Podía yacer despierta y esperar que el tiempo pasase. Podía pensar. Podía preocuparse...

Y antes de que se diera cuenta, tendría cincuenta años y estaría sola; una mera sombra de una estrella de cine. Obsesionada con su juventud perdida... su belleza perdida... Su amor perdido.

Freen se detuvo delante del edificio de Becky, mirando arriba. Su corazón acelerándose mientras subía las escaleras delanteras.

Si Becky quería que Freen se fuera de su vida, entonces perfecto. Pero no iba a irse calladamente.

Su dedo se cernió sobre el botón. Eran las dos de la mañana. ¿Estaba demente? Antes que tuviera oportunidad de demorarse sobre la cuestión a su cordura, la puerta se abrió y alguien salió. Freen lo tomó como una señal.

Entrando furtivamente en el edificio, se dirigió hacia el ascensor. De camino a la planta de Becky, se preguntó si estaba soñando. ¿Se había dormido sin darse cuenta?

Esperaba que no. Había sido bastante duro llegar tan lejos. Y lo difícil aún quedaba delante. Tomando una profunda inspiración, esperó que las puertas se abriera con un shuush. Cuando lo hicieron, se quedó en el lugar. Si salía, probablemente lo llevaría a cabo. Si se quedaba en el ascensor, probablemente no regresaría.

Las puertas empezaron deslizarse cerrándose. Las miró.

Las puertas se cerraron con un clic.

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Becky entró en la cocina en busca de algo que beber. Bostezó, preguntándose por qué estaba aún despierta en las dos treinta de la mañana.

Abrir el frigo demostró ser una actividad improductiva. Comprar comestibles era un imperativo. ¿Cómo se quedaban tan rápidamente sin comida? Había pasado sólo un par de días desde que lo había abastecido.

Dulce Destino - FreenBecky adaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora