Capitulo 79

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Becky odiaba, con pasión, la anticipación de mirar una puerta cerrada dos segundos después de llamar. Odiaba el saber que pese a todo ese tiempo pasado ensayando, una y otra vez, lo que diría, se le olvidaría todo al instante que se enfrentase con la oportunidad. Estaba nerviosa, allí de pie, pensando en todo y en nada, mirando esperanzada y absurdamente la forma de madera de la puerta.

Pensó en el viaje de vuelta de la cabaña.

Ken: conduciendo con silenciosa resignación.

Becky: escribiendo y reescribiendo un monólogo imaginario. Lo primero, Se disculparía con Freen, ya había decidido. Explicaría una versión de la verdad que ni ocultara ni revelara las verdaderas razones de su distanciamiento.

Pensó en Ken con una leve punzada de pesar. Lamentando no haber descubierto que no lo amaba -y no podía amarlo de la forma que él deseaba. Lamentando haberse separado cómo lo hicieron: envueltos en una serie de gestos torpes y frases incompletas. Fue un adiós de puntuación incierta. ¿Adiós? Adiós... Adiós.

Y ahora Becky estaba de ahí de pie  esperando una oportunidad para explicar, aunque vagamente, que estaba confundida y asustada; Dividida entre saber y no desear saber. No estaba ahí para confesar, sino meramente para disculparse por ser cobarde.

La puerta se abrió finalmente y Becky se tensó con anticipación. “Hola,” dijo cuando vio a Freen en el abierto umbral. Deseaba decir muchísimo más que eso pero, como esperaba, había olvidado las palabras que había elegido. La habían abandonado, igual que su aliento cuando Freen la había mirado.

“Becky,” dijo Freen con sorpresa. “Creí que estabas—”

“Estaba,” interrumpió Becky rápidamente. “¿Podemos hablar?” Fue en ese momento que Becky notó que Freen no estaba sola. Faye. La cita. Que egoísta por su parte haberse olvidado, que increíblemente egoísta. “Lo siento. Es mal momento,” dijo sintiéndose avergonzada y fuera de lugar. No había ensayado esta parte. No sabía qué hacer.

“Becky, ¿estás bien?” preguntó Freen gentilmente mirando la cara de Becky con cuidado.

¿Podría ver que había estado llorando? ¿Era obvio?

Faye apareció junto a Freen antes de que Becky tuviera oportunidad de replicar. “Debería irme,” anunció. “Mañana temprano tengo reunión con los productores.” Miró a Freen y sonrió. “Te llamaré.”

Freen asintió. “De acuerdo,” agregó como si el acto de asentir no fuera suficiente.

“Adiós, Becky,” dijo Faye educadamente y se fue vestíbulo abajo.

Becky se sentía como una intrusa. No podía recordar haberse sentido jamás tan avergonzada, tan fuera de lugar. “Siento muchísimo todo esto,” dijo al momento que la director desapareció en el ascensor. “Me olvidé completamente de tu cita.”

Freen se encogió de hombros. “No hay nada que sentir,” dijo. “Entra”

Becky intentó no imaginar lo que podría haber interrumpido. Entró en el apartamento y lo miró como esperando que las cosas fueran diferentes. Notó el vaso roto en el suelo de la cocina y lo miró con sorpresa. “¿Qué pasó ahí?” preguntó.

Freen llegó junto a ella y suspiró. “Es que soy torpe, eso es todo,” contestó. Se volvió a Becky y la miró con preocupación. “¿Algo está mal?”

Todo, quiso decir. Todo fue mal. “No pude hacerlo,” dijo en cambio. No era lo que había venido aquí a decir. No deseaba hablar de Ken y el romance fallido. Solo había deseado decir, Siento no haberte llamado. Siento no haber ido a  nuestra cita. Realmente no entiendo por qué me alejé. Por favor no me pidas que lo explique. Pero todo salió de su boca antes de poder detenerlo. “Estábamos en la cama, en esa preciosa cabaña en el bosque y... me quedé paralizada.”

Dulce Destino - FreenBecky adaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora