21.-¿Quién es el verdadero diablo?

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Sentado en su cama, Jimin observaba con tristeza el pequeño jarrón. Las flores, que alguna vez llenaron de color y fragancia la habitación, ahora estaban marchitas, como símbolo de un amor que se desvanecía. Recordaba con claridad el día en que Jungkook llegó con un ramo de flores, sonriendo y colocado cada flor con cuidado en el jarrón, seguido de un tierno beso.

En esos días compartidos, Jungkook, a pesar de su imagen cruel, se mostraba como un hombre enamorado. Cada palabra y gesto de cariño de él hacían creer a Jimin que ese amor era genuino. Pero la cruda realidad era que detrás de esa fachada amable se escondía un hombre ambicioso y cruel, un asesino. Él jarrón, ahora testigo silencioso de la dualidad en la vida de Jimin, representaba tanto los momentos felices como la oscura realidad que enfrentaba. Las flores, antes vibrantes, simbolizaban la efímera felicidad bajo la influencia de un hombre despiadado.

En ese momento, Namjoon ingresó a la habitación, interrumpiendo los pensamientos de Jimin.

—¿Te encuentras bien? —preguntó, leyendo el tormento en los ojos de Jimin.

—Sí, Nam —respondió Jimin con una sonrisa forzada, intentando ocultar su sufrimiento.

Namjoon, sin embargo, no se dejó engañar.

—Deja de mentir —dijo  mirándolo con intensidad—. Sé que estás destrozado.

Namjoon se acercó y abrazó a Jimin, quien finalmente permitió que sus lágrimas fluyeran libremente.

—Tranquilo, ya todo terminó —murmuraba Namjoon, acariciando suavemente la espalda de Jimin en un intento de consolarlo.

—Todo terminó —respondió Jimin, su voz quebrada por la tristeza.

Namjoon comprendió la profundidad del daño causado por Jungkook. Aunque el culpable estuviera entre rejas, el dolor persistía en el corazón de Jimin.

—Te prometo que jamás permitiré que nadie vuelva a lastimarte —declaró Namjoon con determinación—. Estaré contigo en cada paso, protegiéndote y amándote.

Jimin, con lágrimas en los ojos, miró a Namjoon con gratitud y se aferró a él, encontrando consuelo en la promesa de un futuro sin engaños.

—Gracias... te quiero —susurró Jimin.

—Y yo a ti, mi pequeño —respondió , depositando un beso en la frente de Jimin, sellando así su compromiso de reconstruir juntos sus vidas, lejos de las sombras del pasado.

En realidad, todo había llegado a su fin, pero el dolor persistía de una manera abrumadora. Jimin había ideado un plan y lo había ejecutado con éxito. Aún resonaban en su mente las miradas de dolor de su madre y el terror reflejado en el rostro de Yeri. Pero sobre todo, lo que sucedió con Jungkook permanecía grabado en su memoria. La reacción del pelinegro, inesperada y devastadora, había desmoronado la ya frágil estabilidad emocional de Jimin.

Atrapado entre Jungkook y la posibilidad de una fuga conjunta, Jimin se cuestionaba: ¿Por qué le resultaba tentadora la idea de escapar juntos? La perspectiva de alejarse no le generaba rechazo, y eso le provocaba más miedo que tener a Jungkook apuntándole con una pistola.

¿Acaso una parte de él aún amaba a Jungkook? No, era imposible. Jungkook lo había engañado, manipulado y traicionado. No merecía ni el amor ni la compasión de Jimin.

Sin embargo, Jimin no podía negar que lo que compartieron tuvo momentos de autenticidad. Los detalles, las caricias, las palabras de amor... alguna parte de eso debía ser genuino, ¿no? Su corazón estaba confundido.

Namjoon percibió su angustia y tomó el rostro de Jimin entre sus manos.

—No dejes que la duda se apodere de tu mente —afirmó con firmeza—. Lo que tuviste con él fue una fantasía, un engaño. Solo yo puedo ofrecerte el amor real que mereces.

El Diablo No NegociaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora