La mente es tan frágil y extraña. Si sabes manejarla, podrás lograr cosas grandiosas, tan grandes que solo las podrías imaginar en tus sueños más locos. Pero, si en un pequeño momento, permites que esta te controle, puedes hundirte en los rincones más oscuros de ella. Allí yacen los sentimientos más tenebrosos, como las obsesiones, las adicciones y los trastornos. El ser humano puede caer rendido en ese abismo oscuro.
La mente de una persona que exige venganza funciona como un día de tempestad; la lluvia y los rayos inundan su cerebro y mantienen a la persona anclada a ese sentimiento. Cada acción, cada momento, solo aumenta su sed de venganza. Pero, ¿qué pasa cuando de un momento a otro esa tormenta se detiene? Un segundo de debilidad es todo lo que se necesita, pues no puedes controlar tu mente. Esta te traiciona y se deja llevar por las sensaciones y los sentimientos escondidos en lo profundo de tu corazón. "La venganza es un plato que se sirve frío, con la cabeza fría y el corazón bloqueado. Solo así tendrá éxito". Más que decirlo, se trata de sentirlo genuinamente. Por ello, la mayoría fracasa en sus intentos vengativos.
Los días pasaron y, para Jimin, se le hacía extraño cómo se había acostumbrado a su vida junto a Jungkook. Sus días se basaban en turnos en el hospital y, al llegar a casa, el pelinegro lo esperaba con comida lista. Lo llenaba de besos, comían juntos y se iban a dormir. Prácticamente, Jimin se estaba adaptando a esta rutina. Ya había pasado un mes y todo comenzaba a volverse cotidiano para ambos. Su corazón se sintió cálido.
Odiaba cómo no podía mantenerse firme. Cada día junto al pelinegro era maravilloso, de cierta forma. Los fines de semana solían salir de la ciudad, simplemente dejándose llevar a donde los guiara el destino. Jimin estaba viviendo el matrimonio con el que siempre había soñado en su juventud. Al casarse con Jungkook, esto era lo que siempre había anhelado. Si tan solo la relación hubiera sido así desde el principio.
Eran casi las 12 de la noche en el departamento, y Jimin no podía conciliar el sueño. Extrañamente, ese día Jungkook le escribió que no podría ir, pero llegaría temprano al día siguiente. Miles de escenarios llenaron su cabeza en los que Jungkook dormía con Yeri, le hacía el amor durante toda la noche, y dormía plácidamente con ella. Más y más pensamientos con diferentes imágenes llegaban a su mente.
Cansado, decidió levantarse, se cambió y se dirigió a su auto. Empezó a manejar rápidamente, y veinte minutos después llegó al departamento donde siempre encontraba alivio, donde sus problemas parecían tener solución y donde se sentía protegido.
Jimin tocó un par de veces la puerta, y Namjoon abrió.
—Jimin, ¿qué haces aquí? Es casi la una de la mañana—, dijo el moreno mientras se frotaba los ojos con pereza. Lo dejó entrar a su casa mientras observaba la extraña aura que Jimin traía, muy diferente a como era normalmente.
—¿Pasó algo, mi pequeño? — tomó delicadamente el rostro del rubio, limpiando algunas lágrimas.
—¿Qué estoy haciendo, Namjoon? Perdí mi rumbo. ¿Qué hago? — dijo aferrándose al cuerpo del moreno, y este lo guio dentro del departamento.
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El Diablo No Negocia
Short StoryDonde Jimin se enamora a primera vista de Jungkook pero este se acerca solo por su hermana. -¿Por qué ya no vas a casa con Jimin? -preguntó Yeri. -Por qué la persona que me interesaba consiguió novio-dijo tomando su mano y dando un beso en ella. -No...