Hacía días que Jimin no hablaba con él. El pelinegro se sentía extraño, no sabía que podría llegar a depender tanto de los buenos días del pequeño rubio. Su vida se había vuelto fría y solitaria desde que Jimin dejó de aparecer en su oficina o en casa con su singular sonrisa.
Las empleadas siempre le decían que Jimin había salido con su novio. Todo esto lo estaba hartando profundamente. Una tarde, mientras tomaba el té en la terraza, una de las empleadas se acercó tímidamente.
—Señor Jungkook, el joven Jimin salió nuevamente con el señor Taehyung. Dijeron que volverían para la cena —informó la joven con cautela.
Jungkook dejó la taza sobre el plato, produciendo un leve tintineo. Apretó los dientes, intentando contener su frustración.
—Otra vez... ¿Es que ahora Jimin pasa todas las tardes con ése? —masculló con el ceño fruncido.
—Parece que sí, señor. Se les ve muy felices juntos —dijo la muchacha antes de retirarse rápidamente al ver el gesto adusto de Jungkook.
"Felices", pensó Jungkook con amargura. Tal vez debería intentar olvidarse de Jimin y dejarlo ser feliz, pero no, él siempre había querido tenerlo todo en la vida y Jimin no sería la excepción.
Sin embargo, ¿Cómo pretendía separar al rubio de Taehyung si este último nunca se presentó en la casa? Esa ausencia constante lo irritaba aún más. Tenía que encontrar la forma de intervenir en esa relación, aunque por el momento no estaba muy seguro de cómo lograrlo. Pero no pensaba rendirse, no con Jimin. Estaba decidido a recuperar al pequeño rubio que tanta alegría le daba con su mera presencia.
Los siguientes días fueron una tortura para Jungkook. Seguía sin ver a Jimin, solo escuchaba de boca de las empleadas sobre sus salidas con Taehyung. Habían ido al cine, a pasear por el parque, incluso a otro viaje corto a la playa. La sangre de Jungkook hervía de celos al imaginarlos juntos y felices.
Una noche, mientras cenaba solo como de costumbre, el mayordomo se acercó para informarle que tenía una visita. Jungkook frunció el ceño extrañado, no esperaba a nadie. Grande fue su sorpresa cuando vio entrar al comedor a Jimin, radiante y sonriente como siempre.
—¡Kook! ¡Cuánto tiempo sin verte! —lo saludó el rubio acercándose para abrazarlo.
Jungkook correspondió el abrazo, embriagado por el dulce aroma del menor. Cuánto había extrañado tenerlo cerca.
—Jimin, que gusto que hayas venido —dijo una vez se separaron—. Pensé... pensé que ya no volverías.
Un dejo de tristeza cruzó el rostro de Jungkook.
—Oh Jungkook, discúlpame, sé que te dejé muy solo estos días pero es que estaba tan feliz con Taehyung que perdió la noción del tiempo —se excusó.
Cada mención de Taehyung era como una puñalada para Jungkook. Asintió con rigidez.
—Entiendo. Me alegra que seas feliz.
Jungkook se esforzaba por mantener una fachada de felicidad, sabía que mostrar celos solo distanciaría aún más a Jimin, y eso era lo último que deseaba. A pesar de sus intentos por ocultar sus verdaderos sentimientos, en lo más profundo de su ser, su corazón se desmoronaba en pedazos.
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El Diablo No Negocia
Krótkie OpowiadaniaDonde Jimin se enamora a primera vista de Jungkook pero este se acerca solo por su hermana. -¿Por qué ya no vas a casa con Jimin? -preguntó Yeri. -Por qué la persona que me interesaba consiguió novio-dijo tomando su mano y dando un beso en ella. -No...