19.-Fase tres(ultima)

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Cómo puede una venganza sentirse así... Las gotas de agua caen en su rostro, quiere sentir  que el agua trata de limpiar el dolor que existe en su interior. Le duele en verdad le duele. Cómo buscar justicia puede doler así. Se supone que él es el bueno, se supone que es el héroe que busca justicia, no debería sentirse triste, feliz el debería estar feliz pero no lo esta en absoluto. "Llorar"... A este punto ni eso le ayuda a sacar el dolor. Las lágrimas ya no lo limpian ni reconfortan el dolor, éste está pegado y adherido en su corazón. Se preguntaba si realmente valió la pena, si obtuvo la justicia anhelada o sólo se convirtió en aquello que desprecia.

—Cariño, ¿estás bien? —preguntó Jungkook desde detrás de la puerta del baño.

—Sí, ya salgo —respondió Jimin.

Jimin salió de la amplia ducha con azulejos color crema, el vapor inundaba el elegante baño principal con muebles de caoba. Se envolvió en una afelpada bata blanca y se apoyó en el mármol del lavamanos, mirando su reflejo en el enorme espejo con marco dorado. Sus ojos hinchados y enrojecidos delataban la angustia que sentía por dentro. Trató de tranquilizarse antes de enfrentar las preguntas de Jungkook.

Salió pesadamente del baño, atravesando la lujosa habitación con la gran cama king size, sábanas de seda y un ventanal con vista a la ciudad. Tomó de su vestidor una camisa e interior de algodón blanco. 

—Demoraste en la ducha, cariño. ¿Todo bien? —Jungkook lo esperaba sentado en la cama, observándolo con genuina preocupación.

Jimin solo había pronunciado monosílabos desde que subieron al auto después de salir del restaurante. Su actitud era extraña después de lo sucedido, no era la reacción que Jungkook esperaba.

—Sí, amor... el agua caliente me relajó mucho... —respondió Jimin, procediendo a acostarse a un lado de la cama. Jungkook no dudó en acercarse a él y abrazarlo por la espalda, aspirando el dulce aroma de su cabello. Pasó sus manos por su vientre y Jimin sintió un hormigueo en todo el cuerpo, transportándose mentalmente a un futuro imposible  juntos criando a su bebé, mientras una lágrima furtiva rodaba desde sus ojos, preguntándose si merecía tanta felicidad después de cruzar una línea de la que quizás no hubiera habido retorno.

——Cariño, ¿me puedes abrazar más fuerte? —le pidió Jimin con voz ahogada. Jungkook lo abrazó con más fuerza, y eso lo reconfortó.

Jimin se dio la vuelta y miró fijamente a Jungkook, mientras este acunaba el rostro de éste entre sus manos y lo besaba intensamente, como si de ese beso dependiera su vida, el seguir respirando. Quién dijo que vengarse es fácil, claro que no lo es. Muchos idealizan la venganza como la cumbre de la justicia, pero no se siente así, no cuando sientes que tu alma está rota.

Jungkook profundizó el beso y se colocó encima, acariciando lentamente su cuerpo y besando cada parte de el, como si quisiera memorizar cada lunar, cada marca. Era un proceso suave y delicado.

Mientras el pelinegro tomaba su cuerpo, Jimin trataba de memorizar cada beso, cada palabra, cada caricia, para poder guardarlas en el fondo de su corazón.

Casi al final, cuando los cuerpos estaban en la cumbre y los gemidos llenaban la habitación, Jimin miró a los ojos de su amante y quiso creer que en ellos había amor. Sintiéndose cerca de culminar, acercó la cabeza del contrario para un beso lento, sin prisa, cargado de nostalgia.

—Te amo, Jungkook —dijo, mirándolo—. Te amo tanto, amor mío —añadió, y las lágrimas brotaron.

—Yo también te amo, amor mío —respondió Jungkook, limpiando con sus labios y besos las lágrimas que brotaban de los ojos del pequeño.

Con un grito de placer, ambos terminaron. Jimin se aferró al cuerpo que estaba encima suyo, como si quisiera impregnarse del olor de este, queriendo guardar hasta el último minuto cómo se sentía estar así, abrazado al hombre que amó, al hombre que lo destruyó.

El Diablo No NegociaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora