× Capitulo 28 ×

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Sentía un nudo en la garganta, necesitaba gritar o simplemente desaparecer para no volver a estar cerca de Dave.
Camine por las calles de Londres sin rumbo fijo mientras varias lágrimas caían por mi rostro, pero un ligero jalón en mi brazo provocó que me detuviera.
Me giré para poder encontrarme con Roger, se notaba molesto y suponía que era por mi reacción de salir corriendo sin decirle nada.

—Necesitaba aire. —Fue lo único que dije, dejé salir un suspiro y supliqué que mi esposo no se diera cuenta de que estaba llorando.
—No me quieras engañar, fue bastante complicado para ti estar cerca de David y de su esposa.—Roger se cruzo de brazos, era obvio que le dolía mi actitud.—Ven, vamos a casa, seguramente estas cansada.

Él paso su brazo por detrás de mis hombros para caminar de regreso al estudio donde estaba el auto con nuestras maletas.
Evite entrar a despedirme de los chicos, mi esposo y yo tomamos camino a nuestro hogar a las afueras de Londres, Roger había adquirido una hermosa casa de campo y era perfecta.
Al llegar me baje del auto y fui por mi maleta para entrar a mi nuevo hogar, pero antes de dar un paso más Roger me tomo en sus brazos como la típica pareja de recién casados.

—¿Que haces?.—Pregunté con una risa mientras rodeaba su nuca con mis manos.
—Bueno, quiero que entres a aquí como mi esposa, este será nuestro hogar hasta el resto de nuestros días.

Roger se estaba comportando de una manera muy amable, noble y amorosa conmigo.
Me había jurado que le correspondería de la misma manera aún sabiendo que tenía a David muy adentro de mi corazón.
Mi esposo me llevó hasta nuestra habitación, la cual estaba llena de mi flor favorita; la rosa blanca y velas que alumbraban el lugar. Ese detalle fue muy importante, me hizo darme cuenta del maravilloso hombre que tenía a mi lado.

—¿Te gusta?.—Pregunto Roger mientras me baja con delicadeza.
Yo asentí con la cabeza y caminé por la habitación para tomar una de las rosas.
—Mucho, es tan perfecto. Te lo agradezco.

Respondí mientras inhalaba el delicioso aroma de las flores.
Roger se coloco detrás de mi y me ayudo a retirar el abrigo que traía, en un movimiento se coloco frente a mi y comenzó a besar mis labios con pasión mientras nos dejábamos caer en la cama.
Hacer el amor con mi esposo era algo que no podía evitar, no podría poner pretextos para siempre. Pero el recuerdo de David me perseguía, el había sido el último hombre con el que yo había estado y después de casarnos sería el único.

× 𝑇𝑤𝑜 𝑑𝑎𝑛𝑔𝑒𝑟𝑜𝑢𝑠 𝑙𝑜𝑣𝑒𝑟𝑠 ×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora