Capítulo 34

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Sentí como mi corazón latía rápidamente al escuchar las palabras de mi madre.
Me sostuve fuerte del marco de la puerta pues en cualquier momento me podía desmayar debido a sus palabras.
No dije nada más y guarde todas las cartas en mi bolso para salir de ahí.

Tomé el primer vuelo a Londres, agradecía totalmente la corta distancia entre Francia e Inglaterra y en cuestión de horas ya me encontraba desenbarcando.
Llegué a mi hogar pasadas las 8 de la noche, Roger estaba sentado en el comedor. Pude notar que estaba desesperado, en el cenicero se encontraban las colillas de cigarros apagados y junto una botella de whisky escocés a la mitad.

—¿Dónde estabas?. —Preguntó Roger, su tono de voz solo me hacía confirmar que estaba ebrio.
—No te interesa.
—¿¡Que no me interesa!?. —Grito mi esposo al mismo tiempo que se ponía de pie para acercarse a mi y tomarme de los hombros con fuerza. —¿¡Con quien estabas, ______!?. Estabas con él, ¿¡Verdad!?.

Mis ojos se llenaron de lágrimas al escuchar esos gritos, su agarre tan brutal me estaba lastimando por lo cual intente safarme pero era imposible.

—¿¡Y que si estaba con él!?, es lo menos que puedo hacer después de lo que tú me hiciste. —Hable con la voz temblorosa, estaba muy asustada pues no sabía cómo reaccionaria Roger. —¿O que?, ¿Me vas a negar que trabajaste en complicidad con mi madre para separarme del amor de mi vida?.

El color se le fue a Roger cuando mencione esas palabras, solo se quedo callado y la presión en mis hombros se hacía más presente.

—¡Tú me hiciste creer que ya no le interesaba!, ¡Tú le pediste a mi madre que ocultara las cartas de David!. ¡Me enredaste en este matrimonio de mierda porque creí que David ya no me amaba!. —Rompí en llanto mientras manoteaba para que mi esposo se soltara. — ¡Me das asco, Roger!, ¿¡Y que si estuve con él!?, daría lo que fuera porque me tuviera entre sus brazos desnuda mientras me dice que me ama...

No termine de hablar cuando sentí una fuerte cachetada proveniente de la mano de Roger, esta me hizo caer al piso.

—¡Eres mi esposa, ______!, te prohíbo qué vuelvas a decir esas tonterías. ¡Sí!, yo le pedí a tu madre que ocultara esas cosas. ¡Lo hice por tu bien!, ¡Por nuestro bien. — Él se dejó caer a mi lado para tomarme de las mejillas, sus labios se acercaron aún más a mi dejando cortos besos sobre mi cuello. — Tú eres mía, eres mi esposa y por nada del mundo dejaré que te largues con ese cabrón.

× 𝑇𝑤𝑜 𝑑𝑎𝑛𝑔𝑒𝑟𝑜𝑢𝑠 𝑙𝑜𝑣𝑒𝑟𝑠 ×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora