Capitulo 1

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-¡¡¡ARIA DESPIERTA YA, QUE LLEGARÁS TARDE!!- No lo olvidaba, hoy era el primer día de clases y mi madre estaba más entusiasmada que yo.

Me removí entre las sábanas de mi cómoda cama para tomar mi móvil de la mesilla.

-7:05- A.M

Aún faltaban 55 minutos, tenía tiempo de sobra para prepararme y desayunar, pero mi madre no me dejaría dormir ni un minuto más.
Volví a colocarme lo más cómoda posible pero el ruido de la puerta hizo que me levantara de golpe.

-Aria te aviso que como no te levantes ya, te tiro un cubo de agua encima.- Mi madre estaba en la puerta de mi nuevo cuarto con los brazos cruzados.

-Estoy despierta mamá solo estaba estirando la cama.- Dije bostezando a la vez que me estiraba.

-Es tu primer día cariño, no debes de llegar tarde, darás una mala imagen.- Siempre tan preocupada por la imagen.

-Me ducho y bajo a desayunar, no te preocupes.- Mi madre conforme con mi respuesta, solo suspiro para salir de la habitación y cerrar la puerta tras ellas.

Hoy era el primer día retomando lo que una vez fue mi vida habitual.
Hace 5 años que nos mudamos a una ciudad por motivos de trabajo; mi madre posee una de las mayores empresas de cosméticos y por ello debe viajar constantemente.
Fue por ella por la que nos mudamos la primera vez, pero no supe adaptarme al ajetreo de las grandes ciudades y esta vez volvimos al que una vez fue mi hogar por mi.

Era un gran pueblo en el cual habitan cerca de 3.000 personas, sus habitantes siempre tenían un trato cercano y me gustaba aquello.
Además de que hay demasiada tranquilidad y es lo que necesito ahora.
Desde que mi padre se fue hace un año y medio, no supimos nada de él, lo único que dejó fueron algunas de sus pertenencias y una nota que decía:

"Lo siento mucho mi pequeña Aria, a veces hay que hacer sacrificios."

Supusimos mi madre y yo que nos abandonó por otra mujer.
Aunque mi madre lo pasó mal por mi padre al haber dejado a su cargo una casa y una hija a la que criar, nos apañamos bien.
En cambio yo, aún no puedo superar su abandono; siempre fuimos muy unidos y en los 17 años que estuvo a mi lado no me falto de nada.
Ahora con mis 19 años veo que era a él al que le faltaba todo.
Su mujer trabajaba demasiado, al igual que ahora, y sumando que el poco tiempo que pasaban juntos, la pasaban discutiendo llego a entender que se quisiera separar de ella.
En su trabajo recibía un mal trato y siempre estaba agobiado y presionado por el mismo.

Pero eso no es un motivo suficiente para desaparecer de un día para otro.
Nuestra relación siempre fue la que cualquier niño desea tener con su padre; cariño, atento y familiar son los tres adjetivos que lo describirían.

Al principio no supe como adáptenme a una vida sin él, trabajaba, pero no pasaba el mismo tiempo que mi madre fuera de casa. Eso quiere decir que siempre estábamos juntos y ahora que ya no esta, me siento bastante sola.

Entré en el baño con el que contaba mi nueva habitación, me parecía muy practico contar con uno exclusivamente para mi.
En mi antigua casa no tenía uno con esta privacidad, había baños suficientes repartidos por todo el alojamiento pero siempre contaban con alguna persona de limpieza en ellos.

Bastante incomodo.

Me desprendí de mi pijama de perritos y abrí el grifo de la ducha.
Antes de entrar, ojee mi cuerpo en el gran espejo de la pared.
No era una top model, pero contaba con mi metro sesenta y cinco.
Mi cuerpo podría denominarse como "normal", todos lo son, pero la sociedad se encarga de encajarlos los cuerpo de las personas en "muy delgado", "delgado" y "obeso".
Por lo menos en la empresa de mi madre los clasificaban de esa manera, la imagen de la empresa de mi madre se basa en mujeres atractivas con curvas poco pronunciadas.

LIAM  - "¿Aún querrás conocerme?"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora