Capitulo 11

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Cerca de las 02:00 de la mañana los chicos junto a Casey se fueron de mi casa, necesitaban descansar para mañana ya que teníamos universidad.

Al quedarme sola en casa no sentí ningún tipo de malestar o miedo.
Estaba bastante espabilada y opte por ver un poco la televisión del salón, pero caí en que la tele de la cocina no funcionaba y tenía que asegurarme de que no se hubiera estropeado.

Dejé a Atreyu en el salón tumbado plácidamente en el sofá y me dispuse a ir a la cocina.
A primera vista no veía nada que me indicará porque no funcionaba, pensé que quizás algún cable se había soltado y siguiendo el recorrido de los mismo acabe llegando a la encimera justo enfrente de la ventaba que daba al patio.

Por lo que podía ver a través de ella, la noche se había tornado fría y con bastante aire que movía las copas de los árboles.

Dejé de prestar atención al jardín mirando por un momento al sofá donde Atreyu estaba dormido, pero allí solo estaban los cojines que lo adornaban.

Silbé varias veces sin darle mucha importancia a que no se encontrara en el sofá, ya que podría estar buscando algún juguete o simplemente quería caminar.

Por lo que veía ante mi, los cables estaban en perfectas condiciones por lo cual no habría motivos para que no funcionara la televisión.

-Atreyu ven bonito.- Dije para que viniera a mi lado y no tuviera que estar sola en la cocina.

Este no vino y lo llamé de nuevo.

-Atreyu toma premio.- Siempre hacia caso a la palabra "premio".

Caminé hasta el salón donde lo vi sentado justo en el borde la puerta que daba a las escaleras para subir al segundo piso.

-Te estaba llamando Atreyu, ¿por qué no vienes?- Este alterno la mirada entre "algo" que no podía ver por el marco y yo.

Me agaché cogiendo uno de sus juguetes y apreté el mismo para que sonara, pero Atreyu ni se inmuto.

No fue hasta que me fije en su cola que no para de mover, cuando me incorporé del suelo con algo más que un mal presentimiento.
Había comprobado que toda entrada posible a la casa estaba cerrada, solo había abierto la puerta del patio para salir al igual que para entrar y después de eso, la había cerrado con llave.

Como era posible entonces que hubiera alguien allí, no.

Solo era mi imaginación, allí no había nadie.
Respiré profundamente cerrando los ojos y al abrirlos Atreyu había caminado hasta mi lado.
Para estar mas tranquila miré por el marco de la puerta, viendo que como bien había pensado, el pasillo estaba vacío.

-Vaya susto me has dado eee.- Giré mi cabeza pero antes de que pudiera ver el salón de nuevo una sombra negra se movió a mis espaldas.

No lo pensé cuando ya estaba corriendo escaleras arriba hasta mi cuarto.
Me encerré en el y caminando de espalda llegué al centro del mismo, un sonido en el baño hizo que me exaltara fijándome ahora en la oscuridad de su interior.

Mi respiración estaba más que sobresalta.
Quería moverme pero mi cuerpo no reaccionaba a las ordenes de mi celebro; no fue hasta que miré la puerta de mi habitación que vi una capucha a centímetros de mi rostro.

-¿No que no era real Aria?- Su mano tapó mi boca antes de que pudiera gritar.

Llevaba guantes de piel que sentí como un hierro caliente en la piel de mi rostro.
Había comenzado a llorar desesperadamente.

-Shuuuu, shuuuuu...-Acarició mi frente para apartar varios mechones que caían cubriendo mis ojos.

No dejaba de retorcerme por todos los medios a la vez que agarraba sus brazos intentando hacer que me soltara.
Quise patalear, luchar por mi vida pero algo frío se posó en mi cuello y no tuve que mirar que era para saber que se trataba de una navaja.

-Solo ponte de espaldas a mi.- Hubiera podido reconocer su voz de no ser por algo que cubría su boca y hacia que la misma estuviera un poco distorsionada.

Obedecí su orden y me posicioné mirando mi cama con él a mis espaldas.
Lloraba en bajo pensado que si lo hacia más alto podría golpearme para que me callara o incluso algo peor.

Sus manos se deslizaron por debajo de la blusa que llevaba, estas acariciaban mi espalda de arriba abajo y en una de esas veces me la quito cuidadosamente.
Después siguió con mis pantalones que desabrochó pegando su cuerpo contra mío; la extraña calor que desprendía se pegó a mi y aunque se separó para bajar mis pantalones seguí sintiéndola.

Ahora había quedado en ropa interior y estaba a su completa disposición.
Bajé mi cabeza cerrando mis ojos rezando para que todo pasara rápido; sus manos tocaron mis muslos justo debajo de los glúteos.

Se había quitado los guantes por el tacto y este palpaba con fuerza cada palmo de mis piernas.

-De rodillas y con las palmas de las manos pegadas al suelo.- Dijo en voz alta y tono burlesco.

Por un momento no obedecí, era lo único que podía hacer pero al sentir el frío metal por mi espalda flexioné mis rodillas y puse mis manos en el suelo.

-Eres muy obediente...- Sus dedos acariciaron mi columna de arriba abajo.

Al llevar al borde del fino conjunto lencero que llevaba tiró de él y soltó haciendo que se escuchará el golpe contra mi piel.
Su respiración se aceleró, y con cuidado se sentó en la cama ante mi.

-Pega tu frente al suelo.- Y eso hice.

No había dejado de llorar, no solo me sentí aterrada por él sino también abochornada por estar cumpliendo sus deseos.

-Estira tus manos al frente y abre tus piernas cariño.- No pude más, estaba rota en llanto.

Mi cuerpo se desvaneció por todo el pánico que había en él; lloraba en el suelo tapando mi rostro a duras penas.

Los pasos de aquel hombre llegaron a mis pies, agarró mis tobillos sin hacer mucha fuerza en ellos y tirando de mis piernas colocándose entre ellas.
Agarró mis muñecas hacia el frente con una de sus manos y con la otra levantó mis caderas pegado al instarte su cuerpo.

Su aliento chocaba contra mi nuca, intenté fijarme en algo que me ayudara a reconocerlo pero, aunque las mangas de su sudadera se levantaron, debajo de ellas había otra prenda de ropa.

-¿Por qué haces esto?- Susurré pegando mi cabeza al suelo.

Él solo rió como un sádico a la vez que pegaba su cuerpo aún mas contra el mío.

-Duerme bien pequeña, nos veremos pronto.- Un escozor se hizo presente de golpe, este se concentraba en la parte superior de mi muslo derecho y mis ojos comenzaron a pesar.

Veía borroso y antes de que me quedara dormida, el hombre a mis espaldas giró mi cuerpo estando ahora cara a cara.
Me esforcé en ver a través de la oscuridad de aquella capucha pero tan borroso veía que la lámpara que colgaba del techo era solo una gran mancha.

Unos segundos pasaron y el hombre levantó sus brazos para despojarse de la capucha que lo cubría.
No sería capaz de describir la impotencia en esos momentos de estar a escasos centímetros de él y no poder ver mas que manchas oscuras.

Al final desistí y recostando la cabeza en el suelo me quedé completamente dormida.

LIAM  - "¿Aún querrás conocerme?"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora