Capitulo 2

2 0 0
                                    

-Y recuerda las puertas siempre cerradas, las ventanas siempre cerradas...- Rodé los ojos y continué su mítica frase.

-Y la puerta del garaje siempre cerrada, la del jardín siempre cerrrada y que no se me olvide la de la entrada y la que hay fuera del jardín también.- Dije orgullosa.

Mi madre suspiró pero en mi momento ya me había atrapado entre sus brazos. Yo le correspondí el abrazo con la misma intensidad.

-Y por lo que sea Aria, llámame.-

-Si mamá.- Al escucharme y después de estar un rato abrazadas, me dio un beso y subió a su coche.

Me despedí de ella haciendo un gesto con mi mano y de Anton, nuestro chofer, bueno más bien el de mi madre, aunque ella tenía licencia para conducir siempre iba con Anton a todos lados.

Después de que se fueran suspiré pensando de nuevo en que era hora de entrar en las clases. Faltaban unos minuto para que tocara y no quería llegar tarde.

El centro estaba a 5 minutos a pie de donde me dejó Anton; caminé hasta llegar a la entrada del edificio.
Estaba igual que cuando me fui, exceptuando por la cantidad de gente que había ahora acumulada en la entrada.

Cogí aire y caminé hasta llegar a unas escaleras que debía subir hasta la entrada, sentía la mirada de la gente a mi alrededor además de los cuchicheos que mas bien eran conversaciones en voz baja.
Alguno de los comentarios que pude escuchar se basaban en:

-¿Quién es la nueva?-

-¿No crees que viene con aires de creída?-

-¿Esta no es la hija de la gran empresaria Ágata de cosméticos?-

-Se ve que quiere ser modelo por sus andares.-

No me hacían sentirme menos segura, pero era molesto el dar un paso y escuchar a por do quier a la gente hablar de ti.
Después de buscar por un rato la sala del subdirector acabé dando con ella; el timbre sonó indicando que las clases acaban de comenzar; no estaba preocupada primero tenía que hablar con él Sr.Olmedos y después iría a las clases.

Toqué la puerta y una voz ronca sonó al otro lado.
Esperaba toparme con el típico señor mayor de unos 60 años, vestido de traje a cuadros y corbata bien apretada, pero no fue el caso.

Al abrir la puerta un joven hombre de unos veintiocho años como mucho me recibió.

-Buenos días tu serás...- Al levantar su cabeza me recorrió de arriba a bajo con sus ojos.

No pude evitar sonrojarme ya que ambos permanecíamos callados observándonos el uno al otro.
Su cabello era castañón oscuro con algunas ondulaciones en el flequillo, llevaba unas gafas finas que le daban un toque forman.
Sus facciones eran marcadas, muy atractivo a primera vista; y su vestimentas se basaban en una camisa blanca remetida en unos pantalones azul marino de traje.

-Buenos días so..soy Aria, curso el primer año en veterinaria.- Logré articular palabras debido a que el silencio se estaba volviendo incómodo.

-Perdona Aria, yo soy Sebastian, un gusto conocerte.- Este se levantó de la silla en la que había estado sentado para ofrecerme su mano.

Misma que estreché con una sonrisa.

-Es mi primer día en la universidad y necesito algunas indicaciones.- Sebastian sonrío para luego dar media vuelta y colocarse enfrente de su escritorio en el que se sentó levemente.

Seguí sus pasos hasta una silla que se encontraba enfrente de él, en la que enseguida me senté.

-Bueno Aria para empezar, tengo entendidos que te has mudado hace unos días, ¿no es así?- Supuse que mi madre había hablado con él antes que yo.

-Si, hace unos días que llegamos.- No sabía bien que decir.

Sebastian no me quitaba ojo y me sentía cada vez más nerviosa.

-Verás las clases acaban de comenzar y no será para ti problema adaptarse al ritmo de nuestros profesores; en todo caso si hay algún problema o mal entendido puedes recurrir a mi.- Aunque por sus palabras quería hacerme sentir menos nerviosa lo que me produjo fue todo lo contrario.

-La verdad que conozco a unas amigas que estudian aquí y espero que ellas me ayuden en integrarme un poco.- Miré mis manos apartando por un momento mi mirada de sus ojos oscuros.

-No dudo de que enseguida te adaptaras, por lo que pone en tu expedientes eres una mujer trabajadora y atenta en sus estudios.- Mujer, nunca antes de había referido a si a mi.

Quitando la vez que tuve la menstruación a los 11 años y mi madre no dejaba de decirme que estaba hecha toda una mujer.

-Si, me gusta lo que estudio y tengo muchas ganas de empezar.- Sebastian sonrío acercándose a mi.

Por su altura mi cabeza quedaba a ras de su "abdomen", me removí por la incomodidad de la cercanía, gesto que Sebastian vio claramente y enseguida volvió a su posición de antes.

-Quería comentarte Aria que en nuestro centro esta totalmente prohibido la violencia o la discriminación además es muy importante la asistencia a clase y las reuniones con nuestros tutores, las reuniones es lo mas importante debido a que cada tutor evalúa por separado a su alumno y este puede decir si es necesito hacer un examen o si puede faltar a algunas horas de clase por ejemplo, en ese caso la falta no será puesta y el alumno no tendrá ningún castigo o reprimenda.- Después de que hablara caminó hasta detrás de su escritorio, abrió un cajón y me tendió el cuadrante de mis asignaturas además de una agenda.

-Espero que te sientas cómoda.-

-Muchas gracias por su amabilidad.- Sebastian hizo un gesto con sus manos.

-No me hables de usted, llámame solo Sebastian.- Sonreí por su amabilidad.

-Muchas gracias de nuevo Sebastian.- Ahora ambos sonreímos y Sebastian se sentó de nuevo en su escritorio.

-A ti Aria...espero verte cómoda en tu nuevo centro.- Al decir mi nombre fue como si saboreara cada letra de el.

Por un momento pensé que quería decirme algo más.
Después de darle las gracias salí de su despacho mirando mi cuadrante viendo que me tocaba anatomía animal.
Estaba tan embelesada en el cuadrante viendo mis clases que no me di cuenta de que había alguien delante de mi y acabé chocando con quien fuera.

No fue un golpe fuerte pero los papales de ambos cayeron al suelo del pasillo esparciéndose.

-Podrías estar mas atenta que esto no esta abarrotado de gente como para chocarte...- Había estado observándolo hasta que me miró.

Sus ojos eran de un azul tan claro que daba miedo mirarlos.
Su pelo se dejaba caer por los lados de rostro, llevaba un estilo parecido a un mullet, algo mas largo, este era de un color negro azabache.
Sus facciones finas y piel clara hacían que resaltara mas la belleza que poseía.

-Perdona no...yo...- ¿Por qué me estaba siendo tan complicado hablar hoy?

El chico ante mi no dijo nada, rápidamente recogí las pertenencias de ambos, las suyas las deje apiladas en sus pies ya que solo me miraba sin moverse apenas.

En cambio yo me levanté y antes de irme, lo miré de nuevo; estaba de cuclillas en suelo tocando con la yema de sus dedos una de sus libretas.

-Perdona, no estaba mirando, siento haberte quitado tiempo.- Después de hablar y no recibir respuesta por su parte, seguí mi camino al aula 9.

No estaba siendo un buen día.

LIAM  - "¿Aún querrás conocerme?"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora