Beomgyu no sabía que esperaba ver en el castillo del príncipe de los vampiros, pero no era eso. ¿Dónde estaban las paredes de sangre y los cuerpos drenados revistiendo los pasillos? era antinatural ver el mármol caramelo vetado que cubría el piso y hombres fuertes que actuaban como guardias.
Obligado por su padre a acompañar a su hermana, Dahyun, caminaba a través de los pasillos ventilados, viendo con sorpresa los invaluables objetos colocados con gran precisión. No era la cueva fría que imaginaba en sus sueños.
Hasta el momento había sido una fácil, aunque inquietante misión. Era difícil proteger a su hermana de una indeseada atención mientras usaba un velo que cubría su cara. Atención que era difícil que ella obtuviera en el palacio del príncipe de los vampiros, pero ese era el trabajo que le habían asignado y él se tomó seriamente sus responsabilidades y la seguridad de su hermana.
Él vio a Dahyun, con su captia negro y supo que ella lo estaba viendo detrás de ese velo. El captia es el tradicional traje completo que usaban las candidatas al matrimonio, cubría su cabeza y cuerpo con un velo de seda negra. Aunque la tela era lo suficientemente transparente para ver por donde caminaba, no le permitía gran margen de movimiento. El de Beomgyu era casi igual, excepto que su velo le llegaba a los hombros y sus holgados pantalones negros eran del mismo material sedoso que él no reconocía y tenía una camisa negra.
La ropa se la había entregado su padre esa mañana e insistió en que la usara por respeto a las tradiciones de la familia real. Todos los escoltas que vio entrar usaban la misma ropa así que sospechaba que el asesor político de su padre sabía de lo que hablaba. Entendía que la ropa que usaban era para evitar distraer al príncipe de las posibles novias. La carne desnuda tentaba a los vampiros y ellos no querían que sus sentidos se distrajeran hasta que encontrara a la pareja apropiada.
Pocas personas tienen el afecto de Beomgyu, como su amada hermana. Con su cabello negro azulado y las altas formas de Dahyun, heredadas de su padre, mientras que Beomgyu se parecía a su pequeña y dorada madre. Solo había la diferencia de un cabello entre su estatura, lo que hacía que fuera fácil para él igualar sus pasos a los de Dahyun, mientras la escoltaba con pasos lentos y suaves para que ella no pudiera tropezar. Tan bien como pudo, Beomgyu revisó a la gente a cada lado del pasillo.
—Relájate hermanito, nadie va a saltar sobre mí.
—Malditamente correcto, ellos no van a saltar sobre ti. —La ira casi lo sobrepasó, haciendo que su voz, normalmente suave, se oyera mas como un gruñido—. No puedo hacer mucho con un guardia, pero no voy a dejar que nadie evite tu encuentro con el príncipe. Larel nunca se ha equivocado y si algo evita este matrimonio padre me culpará. Aun no me ha perdonado por no casarme con la hija del barón.
La semana pasada Larel, la vidente de la familia, proclamó que el último Choi de su generación se enlazaría con el príncipe de los vampiros. El pensar en que su hermana se acomodaría bien enviaba temblores de alegría por la columna de Beomgyu. El dinero nunca había sido una preocupación en su familia, pero él siempre se preocupaba por su amable hermana mayor. No era muy inteligente, Dahyun era la última en entender un chiste, pero era la primera en lanzarse a ayudar a un amigo. Él podía decirlo, por el brillo en la mirada de su padre, que Dahyun era la siguiente víctima del casamentero. Si esto no funcionaba, Beomgyu podría enviarla a un convento de monjas en las galaxias del norte.
Cualquier cosa era mejor que los planes de su padre. Su padre había arreglado los matrimonios de sus tres hijos mayores y hasta donde Beomgyu podía decirlo, cada uno era más miserable que el anterior.
Después de ver las infelices uniones de sus otras dos hermanas y su único hermano, Beomgyu estaba determinado a no dejar que lo mismo le sucediera a la única hermana que a él realmente le agradaba. Incluso su preferencia por los hombres no había detenido a su padre de arreglarle un matrimonio cada pocos meses. Matrimonios que rehusaba a honrar, pero de cualquier modo él continuaba. Según su padre, su amor por los hombres era solo una fase que se le pasaría tan pronto como encontrara la mujer apropiada.