#40. La mejor partida de ajedrez.

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POV's Alison.

Los días fríos habían regresado, tal como me anunciaban que ya debía detener esta falsa, debía alistarme y entrar a la guerra, la cual yo nunca inicié. ¿Cuéntame cómo es tu vida?, por qué la mía se ha detenido, se ha estropeado.

Son las seis de la mañana., anoche no pude dormir por un insomnio de las pocas ideas que tenía en cómo resolver todo esto. Una de mis primeras propuestas y la más concreta es ir a buscar al idiota de Justin para entregarle lo que no me pertenece y por supuesto dejarle claro que no me importa en mínimo la mierda de su existencia. La segunda propuesta es explotar frente a mis padres contándoles que soy Lesbiana, de algo tiene que funcionar "la impulsividad", al fin y al cabo en algún momento saldrá eso a la luz, ¿o no?. Tercera propuesta.... Volver a intentar la segunda porque estoy más que segura que al primer intento me desmayaré al hacerlo, aunque ya me valga una mierda que alguien más lo sepa., al fin y al cabo soy yo no ellos., ¿en que les afectaría?.

Siendo las Nueve de la mañana me decidí al fin a comenzar y ha seguir planeando el final de mi día. No se si sea la única que se hace muchos cortometrajes de lo que podría llegar a ser por esas pequeñas decisiones que voy a tomar. Lo más fácil sería tirar todo pa' Carajo y esperar a que aquello no salga a oídos equivocados.

—Mierda, solo yo creo en esas idioteces.

El agua fría que caía sobre mi cuerpo con hielos diminutos y la lluvia que adornaba a mi ventana., sería el primer golpe de este día, me estaba recordando a mi misma de olvidarme de evadir, de no echarme hacia atrás y lanzarme a la borda como nunca lo había hecho.

Con la toalla amarrada a mis manos, noté un nuevo mensaje en mi celular.

Ana..., se me había olvidado por completo contestar su último mensaje tal como no abrí ese último mensaje de Erika "Todo estará bien". La verdad es que no me quedaba muy en claro eso.

Ana..
¿Estas en tu casa?. No quiero sonar insistente pero....

Ana...
Quise pasar para saber si estabas bien. Ayer saliste temprano de la U y no alcancé a despedirme de ti.

Ana...
¿Puedes bajar?.

Aww..., carajo.

****
Unos cuantos pasos me acercaban a esos ojos marrones de Ana, los cuales determinaban una mirada pausada y sus brazos los mantenía sobre su pecho mientras está se apoyaba de su motocicleta verde militar.

Vaya, había pasado tanto y a la vez tan pocos días que me había olvidado de todo, en especial de ella.

—Eh, discúlpame, yo..

—No, ¿por qué te disculpas?. —Sonrió caminando esos cortos pasos hacia mi.

Ana era dos cabezas más alta que yo, sus ojos poseían un color de jarra de miel, sus cejas daban esa expresión inexplicable, en que la hacían ver fuerte y a la vez..., linda y exótica.

—¿cómo estás?.

Esa pregunta que no sabía responder.
—No lo se...

Nunca había respondido con esa frase, pero no podía mentir me sentía tan ahogada, tan desesperada que necesitaba gritarlo.

—¿Hablamos?.

Y como si fuese esa primera vez, subí a su motocicleta aferrándome a su cintura. Esta vez el ritmo en el que conduce es tranquilo, tanto que siento como las pequeñas gotas del cielo chocan más despacio sobre mi cara.

—Estoy cansada de toda esta mierda. —Susurre al oído de Ana. —No se por que soy tan cobarde. —Choque mi cabeza sobre su espalda aferrándome a esta y a su camisa de algodón. Sentí cuando su mano izquierda resbaló sobre mis manos que pasaban sobre su abdomen, dándome esa sensación de calor. Su manos siempre estaban cálidas. Eso me agradaba. Estaba muy ansiosa por lo que estaba por hacer.

El maldito miedo de vivir en una mentira.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora