#3 la amarga realidad.

170 10 0
                                    

Habían pasado 15 días desde esa noche, en la que supongo que gracias a esa chica pude irme a casa con mi hermana., en la que tube que esperarla siete horas continuas y ahora mismo andaba en las mismas pero acompañando a Camila a recorrer todo el bendito centro comercial, mirando ropa y ayudándola a cargar bolsas. Ir sola de compras no esta tan mal, me gusta. Pero ir con otra persona, para ser más específica con mi hermana, Camila y hasta mi madre., es insoportable.

— ¿Cuántas tiendas faltan?. — Mi voz se escucha fatigada al tener que correr a uno de los ascensores detrás de Camila quien no deja de recorrer todo el maldito centro comercial.

— ¡No te preocupes!. — Solo ire a una tienda más  y esa será la última. —Dedujo aun estando en sus pensamientos

—¡Gracias al cielo!. —Pongo mis manos juntas en posición de orar y miro al cielo mientras las talegas cuelgan de mis brazos.

—Bueno, aunque. —Alarga sus palabras mientras sonríe con picardía.

—¿¡Qué?...

—¡Aún nos falta ir al salón de belleza!.  —Mm, necesito arreglarme las uñas.

—Carajo. —Susurre asimilando la emoción en sus ojos. Ya sabia que no iba a salir de este lugar hasta la noche.

—Espero que no salgamos después de las seis. Mi madre llega a esa hora con hambre,  y ya sabes que debo cocinar.

Salimos del ascensor caminando a una tienda de ropa algo pequeña pero con un buen gusto.

—¿Acaso tu hermana no lo puede hacer?. —

—No creo. Debe estar trabajando o estudiando.

Camila no demora en acomodar varios vestidos pequeños y de colores brillantes en sus brazos para probárselos en el tocador., por mi parte me acomodo en uno de los sofás que están frente a los probadores de ropa mientras ella termina con su tour por toda la tienda. Y después de cierto tiempo va a probárselos, antes vuelve a asomar su cabeza observándome para decir; — ¿Quieres entrar conmigo?.

—¡No, tu tranquila!. Yo espero aquí sentada.

—Está bien. — cierra la puerta de madera y al rato la vuelve a abrir.

—¡Por cierto!. No me cae bien tu hermana, —Sonrió. —La forma en que te trata es horrible. Vuelve a cerrar la puerta.

—¿No le has preguntado porque te odia tanto? Como; ¿Que fue el mal que yo hice? O algo parecido. Se escucha detrás de la puerta.

El tono de voz en el que lo dice me hace reír;

—¡No!. Aunque, supongo que debe tener sus razones. —Cruzo los brazos recostándome en el cómodo sofá.

—Pero se me hace que ella es...

Aunque Camila fuera mi mejor amiga nunca le había contado lo sucedido., ya que le había prometido a Karla que no diría ninguna palabra referida a ese tema. Tanto Karla como yo queríamos hacer que ese horrible momento nunca existió. Aunque eso me produciría coraje. Odiaba no darme cuenta de la primera alarma., odiaba haber sido una confiada y no percatarme del peligro que corría. Odiaba saber que si no hubiera sido por mi hermana quien llegó en ese preciso momento me hubiese podido suceder algo peor. Esos horribles ojos marrones nunca se borrarían de mi memoria junto con esa terrible sensación de sentir la fuerza de sus manos sosteniendo mis muñecas casi partiéndolas. Lo asqueroso que fue sentir su saliva en mi cara y en mi boca.

—¡Ey!. ¡Me estás escuchando!.

Levanto mi mirada para verla con un vestido largo y ajustado cubriendo sus piernas y dejando sus espalda descubierta. Es cuando pierdo la palabra lenguaje y solo mis ojos quedan sorprendidos del cuerpo de mujer que lleva puesto ese traje.

El maldito miedo de vivir en una mentira.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora