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Habían pasado dos días desde lo ocurrido, dos días en los que no pude hablar con Heeseung debido a que no habíamos coincidido ni siquiera en la universidad. Aquello me preocupaba bastante, ya que no podía sacar de mi cabeza que los sentimientos eran rápidos de olvidar.

Era viernes, el último día antes de la fiesta.
Sí, unos de la clase de mi hermano iban a realizar una fiesta justo al día siguiente y yo todavía seguía sin hablar con aquel chico.
Aún así, decidí ir con todo el grupo como la última vez, aunque ahora, sí que podía venir Sunoo. Aquello me reconfortaba bastante para ser sincera.

La última clase había finalizado, al fin. Me dolía tanto el estómago por el hambre que tenía, que sentía que en cualquier momento me iba a desmayar.
Mientras recogía mis cosas, me percaté de una mano que me ofrecía un pequeño paquete de galletas, eran mis favoritas. Al alzar la mirada, me encontré con la brillante sonrisa de mi mejor amigo, la cuál, me contagió inconscientemente.

— Tienes que comer bien, si no fuera por mí, tú ya te habrías desintegrado, tonta.— Bromeó con algo de preocupación en sus palabras, dándome un pequeño golpecito en el hombro.

— Lo siento mucho, Sun. Es que siempre se me olvida el dinero en casa y además, últimamente mi apetito está de vacaciones...

— ¿Todavía no habéis hablado?

Negué con la cabeza ante aquella pregunta, viendo como una mueca insatisfecha se posaba sobre su rostro.

Obviamente le había contado todo lo sucedido, y le dije que me diera su más sincera opinión, cosa que no sé si debí pedir. Aunque él tenía razón, no tendría que haber sido tan tonta e insegura. Según Sunoo, yo intenté ignorar sus sentimientos de manera constante y eso le estaba creando mucha confusión, ya que tampoco llegué a rechazarlo como tal.

Ni siquiera yo me entendía a mí misma.

— Bueno, mañana lo verás, si es que no va antes a tu casa por tu hermano o algo. Seguro se solucionará todo, anímate, Yae.

Sonreí agradecida por sus palabras, asintiendo con la cabeza ante aquello y cargando mi mochila sobre mis hombros para así, poder salir junto al chico y volver a casa.

— Oh, y por cierto, ¿puedo quedarme hoy a tu casa?— Preguntó Sunoo con un pequeño puchero, intentando convencerme aunque supiera perfectamente que le diría que sí.

Yo me limité a suspirar, escondiendo una sonrisa de diversión. — Lo raro es que estés en tu casa, ¿tu madre no se preocupa?

El chico negó con su cabeza. — ¿Por qué se va a preocupar? Ella sabe que estoy contigo, le da igual.

Sonreí finalmente ante aquella respuesta y entrelacé mi brazo con el suyo, dirigiéndonos entonces hacia mi casa.

...

— ¿Ya sabes qué te vas a poner para mañana?

Aquella pregunta hizo que me estresara aún más, lloriqueando al mismo tiempo que me tiraba a mi cama, justo al lado del chico. — No tengo ni idea... ¿Y tú lo sabes ya?— Pregunté girando mi cabeza hacia él.

Este suspiró, negando con su cabeza. —Estamos igual...— Contestó en un tono bajo, mirándonos por unos segundos en silencio.

De pronto, una notificación proveniente de mi teléfono nos hizo sobresaltar, conectando rápidamente nuestras miradas con el mismo pensamiento.

¿Sería Heeseung?

Con el corazón en la garganta, Sunoo sólo se limitó a observar con cautela a la par que yo tomaba el teléfono y encendía rápidamente este. Al leer de quién era la notificación, no pude evitar sentir una pequeña decepción.

𝐁𝐋𝐄𝐒𝐒𝐄𝐃; HeeseungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora