capítulo 33

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Llegué temprano a casa, dejándole encargado a Sunoo que cerrara la cafetería por mí. El lugar estaba muy silencioso, así que revisé ambas habitaciones, no había nadie, lo cual se me hizo extraño, tampoco había llegado tan temprano, solamente media hora antes de la hora usual a la que llegaba.

Tomé mi celular, revisando si tenía algún mensaje de los chicos; nada. Fruncí el ceño, tenía el presentimiento de que algo malo había pasado. Comencé a llamar a Jake, a Sylvie e incluso a Sunghoon pero ninguno me contestó.

Suspiré yéndome a mi habitación, no me quedaba más que esperar a que llegaran. Me senté en la cama, apoyándome en la cabecera. Estaba quedándome dormida cuando una notificación me llegó al celular, abrí los ojos de golpe, revisándolo de inmediato.

Torcí los labios al ver que no era quien yo esperaba, sino Ten, mi compañero, preguntándome el día, el lugar y la hora en que nos veríamos para hacer el trabajo. Le respondí que podíamos hacerlo el fin de semana aprovechando que era para el próximo lunes, iba proponerle que lo hiciéramos en mi departamento pero recordando lo incómodas que estaban las cosas, lo mejor sería hacerlo en otro lugar. Él propuso hacerlo en su departamento y acepté.

Dejé el celular a un lado al terminar la conversación, volviendo a cerrar los ojos. Escuché la puerta del departamento abrirse, luego unos pasos acercarse a la habitación pero no abrí los ojos hasta oler el perfume de Jake. Entró a la habitación y creí que se sorprendería de verme ahí tan temprano sin embargo no hizo ninguna expresión.

— Jake...—lo llamé y me miró, noté que ya tenía una bandita en la mejilla.— ¿Podemos hablar?—se giró hacia el guardarropas, comenzando a desvestirse para después ponerse la pijama.

— Estoy cansado, Haneul, mejor después.—parpadeé desorientada, ¿me había llamado Haneul? Nunca me había llamado así, alegando que él, como mi novio, tenía que llamarme de una manera diferente a los demás, incluso Sylvie había comenzado a llamarme por mi nombre coreano. Tragué saliva, tratando de ignorar eso para no desviarme del tema principal.

— En verdad necesito hablar de esto...—se acostó a mi lado.

— Mañana hablamos...—murmuró contra la almohada. Sentí un nudo en la garganta y me mordí el labio, ¿tan poco le importaba lo que tenía que decir? Arrugué el entrecejo, sintiéndome enojada de repente.

— ¿Cuándo? ¿Cuándo me despierte y no estés? ¿O cuándo llegue del trabajo y ya estés dormido?—dije perdiendo la compostura.— Ya me harté, Jake, me está hartando que ni siquiera quieras hablar conmigo... Mejor terminemos si las cosas van a seguir así... —levantó el rostro de golpe, mirándome sorprendido.

— ¿Qué?—se acomodó quedando sentado para verme mejor, masajeándose las sienes.— Mira, estoy muy cansado para esto, mejor hablamos mañana con calma y...

— ¿Crees que yo no estoy cansada?—lo interrumpí.— Llego cansada con la esperanza de encontrarte despierto y poder hablar de cómo nos fue en el día y darnos mimos antes de dormir, ¿en estas semanas me has preguntado cómo van mis clases? ¿Si tengo amigos? Ni siquiera eres capaz de contestar a mis mensajes...—sentí que se me nublaba la vista.— Ya ni siquiera me abrazas al dormir... Es gracioso porque dormimos juntos pero es como si estuviera sola...

— ¿En verdad piensas así o Sunghoon te metió esas ideas a la cabeza?—frunció el ceño y lo miré impresionada.— Puedo soportar que me acuse de ser el amante de su novia, que me golpee incluso, pero que quiera ponerte en mi contra...

— ¿Qué demonios tiene que ver Sunghoon aquí? Esto es entre nosotros, y sí, así es como me siento.—dije poniendo una de mis manos en mi pecho y apreté los labios mirándolo a los ojos.— ¿Ya no me amas...?—la voz me quebró al hacer esa pregunta y comencé a llorar sin que pudiera evitarlo, me cubrí el rostro con las manos. Unos segundos después sentí sus brazos rodearme, pegándome a su cuerpo.

— Claro que te amo, nunca dudes de eso, mi amor.—dijo en mi oído.— Lamento haber estado tan ausente y no considerar tus sentimientos, te prometo que cambiaré eso apartir de ahora pero por favor, no me dejes, no sé que haría sin ti, me da miedo siquiera pensarlo.—me apretó fuertemente a su cuerpo, como si no quisiera dejarme ir. Un jadeo ahogado salió de sus labios y después sentí humedad en mi hombro; estaba llorando.— En verdad lo siento, Hera...

Lo abracé con fuerza y nos quedamos así por un rato, llorando a la par, desahogándonos. No sabía muy bien cuánto tiempo había pasado pero ambos ya estábamos más tranquilos, seguíamos abrazados, dándonos caricias en la espalda y en el cabello.

— Hera...—musitó separándose un poco para verme a los ojos.— Te debo una explicación... Hay algo que no te dije porque quería que fuera una sorpresa para cuando por fin tuviera los resultados pero no contarlo nos ha traído problemas... Planeo postularme para el curso integrado de maestría y doctorado, por eso he estado ausente, estoy esforzándome mucho para tener las mejores calificaciones en mis clases, son muy importantes para que pueda ser elegido.—sonreí ampliamente y le robé un beso, haciéndolo soltar una risa.

— Eso es genial, amor, estoy muy orgullosa de ti... Ahora me siento mal por ponerme toda dramática...—acarició mi mejilla y negó.

— No te sientas mal, yo fui el tonto que creyó que estaríamos bien así hasta diciembre que me dieran los resultados.—se me borró la sonrisa.

— ¿Hasta diciembre?

— Sí, tengo que enviar la solicitud en octubre y ese mismo mes hago la entrevista y el examen oral, a principios de diciembre dan los resultados.—dijo con expresión seria.

— ¿Y planeabas ignorarme hasta diciembre?—apreté los dientes.

— Sí, bueno, tal vez hasta octubre después del examen.—me quedé sin palabras.

— Eres increíble.—murmuré estupefacta y me di una palmada en la frente sin poder creerlo.— Estuvimos así por poco más de dos semanas y ni siquiera puedo dormir más de tres horas por la situación, ahora imagínate estar meses... ¿Qué acaso no me extrañaste también?

— Por supuesto que sí pero no me podía distraer.

— ¿Soy una distracción?—asintió.

— Sí, por eso tuve que ignorarte, sino... Estaríamos todo el día encerrados aquí y eso no es bueno para nuestros estudios, amor.—me sonrojé riendo ligeramente.

— ¿No has escuchado de los rapiditos?

— Sí pero no me llama la atención, sabes que me gusta tomarme las cosas con calma.—asentí mordiéndome el labio inferior.— Ya se está haciendo tarde, vamos a dormir, amor.

— Es cierto, iré a cambiarme... ¿Me abrazarás al dormir?—pregunté acercándome al guardarropas, lo miré de reojo sonriendo al ver que asentía. Me cambié rápidamente, apagué la luz y volví a la cama, acostándome a su lado. Rodeó mi cuerpo con sus brazos y apoyé mi cabeza en su pecho.— ¿Tienes que ir a la universidad los fines de semana?—susurré cerrando los ojos.

— Sí, estoy ayudando a un profesor pero apartir de este fin de semana sólo iré los sábados.

— ¿Podemos tener una cita el domingo?—pregunté apunto de quedarme dormida.

— Claro que sí, princesa.

Roommates | Jake SimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora