capítulo 2

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Estaba roncando plácidamente cuando me desperté por el griterío que se escuchaba en la casa, ¿en qué momento me quedé dormida? Los gritos venían de la sala, eran Sylvie y Jake gritándose, me tallé los ojos saliendo de la habitación para ver qué estaba pasando.

Sylvie estaba roja de la rabia señalando los sillones de la sala y Jake estaba en la entrada de la cocina masajeando su cabeza.

— ¿Podrías bajar el volumen? Siento que me va a explotar la cabeza.—Jake habló con la voz un poco apagada.

— No me importa, quiero saber qué demonios le pasó a la sala y estoy completamente segura que fuiste tú, porque Hera no...

— Fui yo.—me acerqué llamando la atención de ambos, sólo quería que se callaran. Sylvie claramente no me creyó pero no dejé que dijera otra cosa.— Anoche me dieron... Ganas de saltar y después me dio flojera acomodar todo, ¿bien? Ya no grites.

La verdad no estaba de humor y no quería pelear con ella así que simplemente me puse a recoger los cojines y las cosas que estaban en la mesa de centro. Sólo escuché que resoplaba y volvía a la habitación diciendo que dormiría un poco más. No entendía muy bien que le sucedía, porqué se ponía tan malhumorada cuando de Jake se trataba, siempre había sido de esa manera y hasta ese momento lo notaba.

En todo ese rato podía sentir la mirada de Jake sobre mí, en el pasado solía hacerlo mucho y se podría decir que me había acostumbrado. O al menos ya no me ponía tan nerviosa como cuando me comenzó a gustar.

— Hera... ¿Tú me llevaste a mi habitación anoche?—detuve mis movimientos al escucharlo y asentí ligeramente.— Perdóname si dije algo inapropiado, la verdad cuando bebo al día siguiente se me olvida lo que hice, así que lo siento si te incomodé.

— No te preocupes, no dijiste nada malo.—lo miré sonriéndole ligeramente.— En el baño hay pastillas para el dolor de cabeza, por si lo necesitas.—dije tomando una de mis chaquetas que estaban en el perchero de la entrada y me la puse, necesitaba estar a solas un momento.

— ¿Vas a salir?

— Sí, necesito algo de aire fresco y tiempo a solas.—le di una última mirada antes de salir del departamento.

Fui a dar un paseo por el parque cercano a nuestro edificio, en el área no habían muchos niños así que usualmente en el parque sólo habían personas haciendo ejercicio. Me senté en una de las bancas y suspiré mirando el cielo. 

Sólo habían pasado dos semanas desde que Jake llegó a vivir con nosotros y el ambiente ya era bastante incómodo, no quería imaginarme como serían los seis meses en los que quedamos que se quedaría con nosotras.

Cerré los ojos disfrutando de la cálida brisa que se sentía esa mañana, me estaba quedando dormida hasta que sentí que alguien se sentaba a mi lado y abrí los ojos de golpe volteando a ver quien era, para mi sorpresa era mi ex novio, Park Jisung.

— Ah, eres tú, se me olvida que vives por aquí.—dije haciéndolo reír. Tenía puesta ropa deportiva y algo de sudor en la frente. Maldita sea, se veía muy bien.

— Hola a ti también, Haneul.—me miró divertido y secó el sudor de su frente con la manga de su chaqueta.— ¿Qué haces despierta a esta hora? Siempre duermes hasta la tres de la tarde en domingo.

— Algo sucedió.—respondí sin muchas ganas. 

— ¿Qué pasó? ¿Peleaste otra vez con Seohyun?

— Se podría decir que sí. No sé si te acuerdes del chico del que te hablé...

— ¿El que sólo estaba jugando con tus sentimientos para sentirse bien él mismo?—lo miré suspirando, cuando le conté sobre Jake me dijo lo que pensaba de él; que le gustaba emocionarme, ilusionarme porque eso alimentaba su autoestima. Me molestó cuando lo dijo pero con el tiempo comencé a creer que era cierto.

— Sí... Da la casualidad que está aquí y ahora está viviendo con nosotras.—fingí una sonrisa feliz y levanté mis pulgares.

— ¡¿Qué?!—Jisung gritó llamando la atención de la gente que pasaba y le pegué en el brazo por ruidoso.

Estuvimos hablando quizás una hora más. Se me olvidaba que aparte de ser mi ex novio también era mi mejor amigo y siempre podía hablar con él cuando las cosas con Sylvie no estaban bien. Justo antes de irse me dijo que me fuera a casa, que no podía evitarlos para siempre y que, conociendo a Sylvie, lo más seguro era que ya hubiese matado y cortado en pedacitos a Jake. Siempre le había gustado exagerar un poco.

Me quedé un par de minutos más sentada ahí y luego volví a casa, esperando que como mínimo las cosas de Jake estuvieran regadas por el pasillo. Por suerte todo estaba relativamente normal cuando llegué, aunque todo estaba muy callado.

— ¿Habrán salido?—me pregunté a mí misma y fui a revisar la habitación que compartíamos Sylvie y yo. No había nadie, su toalla estaba húmeda así lo más probable es que hubiera salido ya que no se bañaba los domingos, a menos que tuviera que salir.

Salí de la habitación para ir a la de Jake. Iba tocar la puerta cuando escuché unos gemidos en volumen bajo. Abrí los ojos en grande, ¿podría ser...? No, ellos no lo harían, ¿verdad?

Me quedé ahí parada sin saber que hacer hasta que escuché un "fuck" salir de los labios de Jake, así que abrí la puerta de golpe esperando encontrarlos en pleno acto.

Sentí que toda la sangre se me iba del cuerpo cuando me encontré a Jake completamente solo, con los pantalones y la ropa interior hasta los tobillos, sudoroso y con su... Cosa en la mano. Sus ojos se abrieron y me miraron con sorpresa, rápidamente se cubrió con las sábanas y salí de mi trance.

— ¡Lo siento, lo siento!—comencé a decir mientras cerraba la puerta de un portazo y corría a esconderme a mi habitación.

Estaba demasiado avergonzada, lo había visto masturbarse, ¡lo había visto desnudo! Me eché las cobijas encima poniéndome completamente roja. 

Ahora sí todo estaba completamente jodido y todo por mi mente desconfiada y cochambrosa.  

Roommates | Jake SimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora