Roommates | Jake Sim

capítulo 38

— Ya es oficial, se van a casar.—Lily dijo mirando el anillo en mi mano y apoyó su mentón en sus manos sonriendo ampliamente.— Qué envidia.

— ¿Te gustaría casarte con Heeseung?—su sonrisa se borró y soltó un resoplido.

— Deja que primero me pida ser su novia.

— ¿Todavía no te lo pide?—negó apretando los labios.

— No, que porque no está listo... Llevamos más de un año en esta situación y todavía no está listo, házme el favor.—le dio un trago a su café.— A veces pienso que sólo me tiene a su lado para darle cariño, porque ni relaciones quiere tener.

— Eso está raro, ¿no? Voy a preguntarle a Jake si sabe algo.

— Por favor.—parecía desesperada por entender su situación con Heeseung, yo estaría igual.

Continuamos platicando de otros temas, como en dónde estaba trabajando. Para ese momento todavía no encontraba un trabajo relacionado con lo que había estudiado, por lo que estaba trabajando en una tienda de instrumentos musicales. Tenía planeado pedir trabajo en una empresa de entretenimiento, era lo que más deseaba.

— Oye, ahora que lo pienso, ¿Jake hará el servicio militar?—asentí dándole un trago a mi café.

— Sí, se enlistará después de terminar su posgrado.—frunció el ceño ladeando la cabeza viéndome confundida.

— ¿Y entonces cuándo se casarán?

— Todavía no lo pensamos muy bien pero aún falta tiempo para eso, recién inició el posgrado así que por el momento queremos enfocarnos en nuestros estudios.—jugué con la taza en mis manos.— Quedamos en que cuando inicie su último año también iniciaremos con la planificación de la boda.

— ¿Van a tener un boda coreana o más occidental?

— Aún no lo decidimos.

— Pero sí voy a estar invitada, ¿verdad?—me señaló entrecerrando los ojos.

— Claro que sí.—reímos.

En ese último año nos habíamos vuelto mucho más cercanas, nos contamos todo lo que sucedió en nuestras vidas los años que no nos vimos y se sintió como si nunca nos hubiéramos separado, lo cual me impresionaba, teníamos como siete cuando se fue pero eso no cambió nuestra amistad. Su compañía me ayudó a sobrellevar mi separación con Sylvie.

(...)

— ¡Amor, llegué!—dije entrando al departamento.

— ¡Estoy en el baño!—gritó, se estaba dando una ducha. Me senté en el sillón, en la mesita habían libros de física y hojas con ecuaciones que yo no entendía ni un poco. 

A veces me preguntaba si esas diferencias que teníamos no nos afectarían en el futuro. Una compañera de la carrera me contó que había tenido una relación con un estudiante de medicina y que constantemente la menospreciaba porque ella estudiaba arte.

Esa era la principal inseguridad que llevaba merodeando mi mente desde que habíamos comenzado nuestra relación, ¿y si en algún momento pensaba que no era lo suficientemente inteligente para estar con él? ¿O si pensaba que mi carrera era una pérdida de tiempo?

Nunca había hecho un sólo comentario de ese tipo, al contrario, me apoyó muchísimo y siempre me daba ánimos, pero la gente a su alrededor sí pensaba de esa manera y tenía el miedo de que él también terminara pensando así.

— ¿En qué tanto piensas?—preguntó en mi oído, haciéndome sobresaltar. Soltó una risa y lo miré, estaba completamente mojado y con sólo una toalla alrededor de su cintura.

— En nada, ¿por qué no te has ido a vestir?

— Es que salí del baño y te vi mirando a la nada, toda pensativa, quise venir a molestarte un poco.—sonrió tiernamente.

— ¿Estabas estudiando?—señalé los libros y hojas, asintió.

— Estuve estudiando desde que saliste pero me cansé, ya me estaba doliendo la espalda, así que fui a darme una ducha para relajar los músculos.—dijo haciendo una mueca, me puse de pie.

— Vamos a la habitación, te daré un masaje.—sus ojitos brillaron y asintió rápidamente yendo a la habitación, caminé detrás de él.

Al llegar a la habitación se secó el cuerpo con rapidez y se acostó boca abajo desnudo, reí acercándome a mi mesita de noche para tomar el aceite de lavanda antiestrés que habíamos comprado semanas antes. De vez en cuando uno le hacía un masaje al otro, aunque casi siempre yo se lo hacía a él, llegaba muy cansado.

— ¿Habrá final feliz?—lo escuché murmurar contra las almohadas, rodé los ojos sonriendo divertida y me acomodé a su lado.

— Ya veremos.—eché un poco de aceite en mis manos y comencé a masajear lentamente su espalda baja, haciendo movimientos circulares. Fui subiendo poco a poco hasta llegar a sus hombros, presionando un poco más fuerte ahí, Jake soltó un ligero jadeo y detuve mis movimientos.— ¿Duele?

— No, se siente bien, amor...

Sonreí continuando con el masaje. En ocasiones Jake soltaba pequeños jadeos y movía las caderas contra la cama, sabía muy bien lo que estaba haciendo pero quería divertirme un poco primero. Volví a bajar mis movimientos hasta llegar a sus piernas, masajeándolas con suavidad, atenta a su reacción.

Sus jadeos se convirtieron en gemidos conforme subía hacia a su trasero, rozándolo ligeramente con mis dedos. 

— ¿Te estás burlando de mí?—dijo con la voz ronca y se dio la vuelta, mordí mi labio viendo lo duro que estaba.

— Claro que no, sólo te estoy haciendo el masaje, amor.—mentí haciéndome la inocente.

— Ajá, sabes muy bien cómo me pongo cuando me tocas así.—se inclinó hacia adelante tomando mi mano y la puso sobre su erección.— Ahora hazte responsable de lo que hiciste.—relamí mis labios.

— ¿Y cómo quieres que me haga cargo?—murmuré rodeando su miembro con mi mano y acaricié la punta con mi pulgar, esparciendo el líquido preseminal, provocando que soltara un gruñido. No respondió al momento, se quedó en silencio mirándome fijamente.

— Hay una forma pero no sé si tú quieras.—respondió.

— ¿Cuál?—se acercó diciéndome al oído, como si fuera un secreto. Abrí los ojos en grande, sonrojándome.— Bueno, mmm, podríamos intentarlo...

— ¿En serio?—sonrió besando mi mejilla.— Prometo que seré muy cuidadoso, amor.—volvió a besar mi mejilla y se levantó yendo por el producto que había comprado para ese acto.

Suspiré acostándome en la cama, las cosas que hacemos cuando estamos enamoradas.