Hadley
— ¿Segura que no quieres ir?
Le oigo preguntarme por octava vez, pero mi respuesta sigue siendo la misma.
— No.
— ¿Por qué no quieres ir?
Hay muchas razones para no ir, pero la principal es que necesito proteger mi corazón. Sé que no hay nada establecido entre ellos, pero he visto cómo la mira, cómo la trata, y duele.
No quiero enfrentarme a ese dolor, a esa punzada que siento cada vez que están juntos. Prefiero evitarlo, aunque me cueste aceptarlo
— No me siento bien — miento —. Me duele la cabeza y prefiero quedarme a dormir, tal vez mejoro un poco.
— Que te mejores — es lo único que pronuncia con una frialdad que me atraviesa. Ni un beso, ni un abrazo, ni un gesto de ternura. Nada. Hoy está más distante que nunca, y no sé por qué. ¿Qué hice mal? ¿Por qué no puedo ser suficiente? Me taladran esas preguntas una y otra vez. Tanto así que me hacen dudar de mí, y preguntarme si algo en mí está mal.
Gabriel cierra la puerta. Por unos segundos no escucho sus pasos y me aferro a la idea de que volverá, que abrirá la puerta, me abrazará y me dirá que se quedará, que soy más importante que todo. Pero nada de eso pasa. Nada de lo que imaginé sucede.
Abrazo a mi peluche de Snoopy lo más fuerte que puedo, sintiéndome una tonta por esperar algo de él. Gabriel nunca me ha demostrado que realmente me ama, pero yo, en mi ingenuidad, sigo creyendo que puedo hacer que sus sentimientos cambien. Una estupidez, lo sé.
Lo peor de todo esto es que no tengo una amiga con la cual desahogarme, ver películas tristes y comer litros de helado. La última amiga que tuve está muerta, puesto que se la di de comer a los cuervos por atreverse a poner sus ojos en Gabriel. No tolero a las hipócritas que se acercan a mí fingiendo querer mi amistad, cuando lo único que buscan es a mi hombre.
Detesto la espantosa imagen de esa cagna y Gabriel juntos que mi mente crea; no sé cómo demonios hacer para que desaparezca por completo.
No puedo matarla, eso es seguro. Ya que el imbécil de Kozlov es mi mayor obstáculo para que eso se convierta en una realidad.
No puedo tocarla directamente a ella, pero... si puedo hacerla sufrir de otra manera por meterse entre Gabriel y yo.
Saleth
Sujeto con fuerza el ramo de delicadas nubecitas, como si mi vida dependiera de ello. Los nervios me consumen, y no es para menos: voy del brazo de Gabriel. Ellen sujeta uno de rosas rojas; Pame, uno de brillantes girasoles; y el ramo de Aisha, claveles rosados. Sí, cada una con sus flores favoritas. La idea fue de Oliver, y nos encantó tanto que decidimos llevarla a cabo.
Gabriel toma su lugar junto al novio, mientras yo lo hago junto a la novia. Ellen y Adam siguen el mismo protocolo, al igual que Pame y Fred. Finalmente, hacen su entrada los mejores amigos de los novios: Oliver y Arthur.
Dylan mantiene un semblante serio, pero en cuanto Aisha aparece, una sonrisa ilumina su rostro. Sus ojos azules adquieren un brillo que incluso el sol podría envidiar. Verla del brazo de su padre, luciendo un hermoso vestido blanco estilo princesa, provoca que incluso más de un par de lágrimas se le escapen.
— Siempre lo supe — murmura Ellen con una sonrisa.
— ¿Qué sabías? — pregunto en un susurro.
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Exorbitante Amor © #3 [+21]
RomanceGabriel Beckett es adictivo, astuto e incontrolable. Su temperamento es igual o cercano al de una bestia. Y cualquier persona en el mundo pensaría que es afortunado de tener: Belleza, amor, poder y riqueza. Sin embargo, el amor es uno de los privile...