Luego de unos minutos más, su voz interrumpió el silencio.
— Llegamos —avisó, entusiasmado.
Miré hacía el frente, a la izquierda y me maravillé con lo que vi. Bajé del auto al igual que él y sentí cuando el frío me rozó los brazos. Los cabellos que se salían de la coleta se movieron.
— Ven, vamos. Tenemos que ir por los boletos —hizo un movimiento de cabeza indicándome que le siguiera. Nos acercamos más y pude ver aquella bella estructura y otras tres personas que querían tomarse fotos frente al edificio. Me paré justo antes de entrar. Kevin me miró.
— ¿Qué pasa? —preguntó.
— Es que resulta impresionante el conocer lugares que albergan arte —dije, con alegría. El río.
— ¿Estás emocionada?
— Sí —Kevin volvió a reír.
— Ven, te encantará el lugar, tiene fotos muy bellas —me extendió la mano para que yo la tomara y su cálido tacto era algo que no podía rechazar jamás.
Me tomó de la mano, sujetándome fuertemente y haciéndome sentir completamente segura, era como si la emoción de antes se hubiera intensificado como el calor que se aprisiona en una habitación. Caminé junto con Kevin y él no se despegó de mi lado, mientras que las otras tres personas se situaban delante de nosotros. El guardia hizo una pequeña revisión y después nos dejó pasar, me estremecí un poco. Kevin me miró, y en su mirada había una ternura que brillaba, ese par de ojos oscuros me brindaban una auténtica protección con el resplandor que soltaban.
— ¿Estás bien? —preguntó y su voz se llenó de dulzura.
— Perfectamente —musité, atontada. Me sonrió, y aquella sonrisa hizo que miles de burbujas se inflaran en mi estómago y flotaran en el.
Miré hacia arriba, sintiéndome más segura que hace unos segundos y me topé con las luces que alumbraban el museo. Luego miré hacía mis lados, los fotos comenzaban a verse, y hacían una perfecta combinación con el color beige del recinto. Oía el murmullo de las personas delante de nosotros, un murmullo ininteligible para mí, puesto que su idioma era diferente al mío.
— ¿Sabes por qué decidieron hacer un museo especialmente para la fotografía? —preguntó Kevin, interrumpiendo mi análisis del lugar.
— ¿Por qué?
— Porque no podían dejar en el olvido cada momento sorprendente que nos regala la vida. Porque solo así sabremos que las cosas pasaron, para que todos esos recuerdos jamás se olviden.
— Que profundo —me reí.
— Un poco, sí, pero la gente le ha dado tanta fama que la historia les sirvió a unos cuantos escritores para inspirarse en sus libros o frases cursis.
Me reí, encantada por su brillante explicación.
— ¿Por qué te ríes? —preguntó, divertido.
— Porque pareces de esos maestros de colegio y me haces sentir como alumna.
— Perché in questo caso sono felice di essere il vostro insegnante —rió.
No sabía qué había dicho, pero sea lo que sea me hizo ruborizar, el acento de aquel idioma que adornaba su melodiosa voz de terciopelo y hacía que las burbujas en mi estómago se agrandaran más.
— Con qué hablas otro idioma —mascullé.
El soplo cálido de su risa me acarició el rostro, apartando la brisa de la gélida mañana.
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𝐌𝐀𝐍𝐔𝐀𝐋 𝐃𝐄 𝐋𝐎 𝐏𝐑𝐎𝐇𝐈𝐁𝐈𝐃𝐎 - kevin álvarez
FanficLas cosas son más interesantes cuando son prohibidas y Kevin Álvarez es una de ellas.