No dije nada, sólo tragué saliva intentando deshacer el nudo que me asfixiaba la garganta y me di la media vuelta, dejándolo allí, mirando como me alejaba. Si él de verdad me quería no iba a dejarme ir, pero yo necesitaba tiempo para pensar qué hacer.
Me decía que él y yo éramos lo correcto, pero ¿cómo estar segura de ello? ¿Lo correcto era pisotear el ya destrozado corazón de Nailea? ¿Vivir con la culpa comiéndome por dentro? ¿O qué era lo correcto? Sentía que la cabeza me explotaba. Tomé un taxi para ir al hotel, pero en realidad le pedí que me llevara al malecón. No tenía ganas de encerrarme en un cuarto sofocándome a mi misma. Tenía que despejar mi cabeza, ordenar mis ideas, es que no había acabado cuando me fui de Pachuca, el corazón roto de Nailea me seguía persiguiendo incluso más que Kevin. Pero ¿no era lo que quería? ¿Tener a Kevin para mí y que él me quisiera? Pero ¿qué tanto me quería?
Bajé del taxi y caminé hasta alguna banca vacía contemplando como las olas se rompían contra las rocas. Ubiqué una no muy lejos y al llegar hasta ella me senté, el frío metal me hizo estremecer la piel al contacto. Me llevé las manos a la cabeza cuando el aire me acarició en un soplo. Podía ver a Kevin en mi futuro, pero Nailea era parte de toda mi vida; allí estaba ese maldito dilema de nuevo, ¿es que nunca iba a terminar? ¿Había una solución acaso? Sollocé en silencio, ¿qué era lo que yo quería? Quería ser feliz a lado de Kevin y daría mi vida por compartirla con él. Pero el fantasma de Nailea seguía allí y eso no me dejaba avanzar nada. Aunque Nailea ya estaba muy lejos ¿no? ¿Qué podía perder ahora? pero, ¿de verdad valía la pena? Quería saber qué tanto me quería Kevin, si me amaba como yo lo amaba a él y si esto valía el riesgo.
Se hizo tarde, entre cavilaciones y dilemas, el silencio pintó su ocaso; supe que era mejor irme ya. Y aunque había pasado el tiempo, no quería pensar en que Kevin, quizá esta vez hubiese dejado de perseguirme, ¿y si lo hizo? Ya no podía con tantas dudas, mañana regresaba a Xala y si Kevin no apareciese de nuevo, entonces no le importaba tanto como decía. Tomé otro taxi para que me llevara al hotel, siendo ya las ocho treinta de la noche. Rogaba al cielo por una señal, lo que fuera, algo que me indicara que correr el riesgo valía la pena. Algo que me dijera que Nailea estaría bien fuera cual fuera mi decisión. En ese momento pensé en algo que no me había pasado por la cabeza: Óscar. Pero al instante de cavilar su nombre en mi mente, un puñado de preguntas aparecieron como reacción secundaria. ¿Kevin estaría ya enterado de que su hermano está enamorado de Nailea? ¿óscar seguirá enamorado de Nailea? ¿Qué hizo después de que fue tras ella la vez que...? ¿Qué habrá pasado con ellos ahora? Lo último que supe fue lo que Ferni me había contado, pero eso no respondía mucho. Nada en realidad.
— Aquí es —le señalé al taxista al ver el hotel. Pagué y luego me bajé del auto.
Había dejado transcurrir varias horas. No sabía que había sucedido con mi exposición, con Kevin, no sabía nada. Me reí de pensar que las dos veces que he presentado la exposición he huido sin estar al final. Pobre Jesse, tenía que recompensarlo de alguna manera. Subí hasta mi habitación, con el plan de llamarlo. Él era mi único informante de todo.
Pasé la tarjeta para abrir la puerta y la calidez de mi habitación me invadió al instante. Sobre la elegante alfombra verde olivo que tapizaba el suelo, había un sobre ancho y rectangular con mi nombre en la cara superior. Cerré la puerta y me agaché para levantarlo, curiosa. Era delgado y liviano, lo que sea que trajera dentro era sólo cartón o algún papel duro. Lo abrí, más curiosa que antes y cuando saqué su contenido, pude ver por fin que era. Había un par de fotografías, sólo dos. El corazón me palpitó con esos latidos tan conocidos y enamorados. En la primera fotografía había una palabra que fue retratada en algún negocio, como los carteles o letreros que se pegan a las vitrinas que cuelgan de la parte superior de la entrada. La segunda foto fue tomada de algún adorno romántico para San Valentín y allí estaba mi señal. Juntas decían "Te amo". Estaba casi segura de quién las había enviado, porque conocía la letra que dibujaba mi nombre en la portada. Dí la vuelta a una fotografía y en la esquina inferior derecha decía "Kevin".
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𝐌𝐀𝐍𝐔𝐀𝐋 𝐃𝐄 𝐋𝐎 𝐏𝐑𝐎𝐇𝐈𝐁𝐈𝐃𝐎 - kevin álvarez
FanficLas cosas son más interesantes cuando son prohibidas y Kevin Álvarez es una de ellas.