song about ???

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El día seis del primer mes hizo su aparición en el calendario, martes. Jesse había quedado de pasar por mí para ir a la presentación de Laura. Entre miles de suspiros, mis cosas quedaron guardadas para el trabajo. Me asomé por la ventana, el cielo estaba nublado y no tardaría en llover, volví a suspirar; luego miré hacía abajo, la camioneta gris de Jesse estaba estacionándose. Bajé con mi mochila al hombro y salí a su encuentro, subí y aquello me trajo un recuerdo de una tarde en Pachuca; pero esta vez, no era a una feria a donde me dirigía, ni tampoco a mi lado, estaba el amor de mi vida. No tardamos mucho en llegar, la camioneta moderna de Jesse era rápida. Bajamos y al entrar al instituto, nos dieron unos gafetes de identificación.

Traté de entusiasmarme, pero mi trabajo ahora me parecía... triste. Vi entrar a la gente y acomodarse emocionada en los lugares que se iban llenando rápidamente de caras felices y rostros sonrientes, distintos al mío. Tomé una foto de aquello, tratando de ponerle un poco de alegría a mí trabajo. Jesse se perdió entre la gente, seguro fue a tomar fotografías de las afueras del edificio. Vi también cuando iba a dar inicio la presentación, después de las palabras de agradecimiento por asistencia de la persona que había organizado todo esto a causa de beneficencia. Visualicé a Jesse del otro lado del salón, a la derecha del escenario y me sonrió, le devolví la sonrisa y traté de parecer sincera, pero sabiendo que me era imposible, desvié mi vista de nuevo al escenario, esperando que el artista, diera su presentación. Cuando salió a la vista de todos, los aplausos y gritos se escucharon provenir de todos lados, haciendo un estruendo ensordecedor. Tomé una foto al público.

Luego giré mi lente hasta Laura.Tomé algunas fotografías de ella, su cabello largo y quebrado que caía sobre su rostro se movía cada que hacía un movimiento para echarlo hacía atrás. Deseaba que pronto acabara, aquello sólo me hacía traer recuerdos a mi mente y cada recuerdo dolía más que el otro.

— Esta es una nueva canción —dijo, pegando su ya cansada voz al micrófono—. Espero que les guste también —se acomodó aún costado y dejó que su presentación de arte saliera con aquella nueva canción de fondo. Apunté con mi cámara nuevamente a ella, y conseguí una bonita fotografía. Retiré la cámara de mi rostro y luego dirigí la vista a la pantalla que pendía arriba del escenario.

Lo que leí hizo que el corazón me dejara de latir por un segundo, fue como si el mundo hubiese parado de girar, y la gravedad no hubiera existido por un corto momento. Aquella pantalla pintaba la escena que yo estaba presenciando en vivo a sólo unos metros de distancia. Pero debajo de las letras que publicaban el nombre de la canción, había un nombre que se destinaba como el autor de aquella letra musical. Un nombre que había estado pronunciando en sueños por varias noches y que mi corazón susurraba en silenciosos latidos. Kevin Álvarez.

Entonces me dediqué a escuchar la canción, había algo que me llamaba, como la primera vez. Algo en aquellas palabras que salían de la boca del cantante que decían mi nombre. Me quedé quieta, muda. Todos mis sentidos se centraban ahora en aquella melodía, en la letra, en pensar que... él la había escrito pensando en... mí. Las piernas se me tambalearon y me sentí débil. Eran las palabras del hombre que yo amaba, eran los sentimientos que yo jamás había reconocido. Pero... ¿y si no era cómo yo creía? ¿Si aquella canción no hablaba de mí si no... de Nailea?

Los pensamientos comenzaron a chocar entre sí en mi cabeza, provocando un completo caos en ella. La palabra amante era bastante clara, había utilizado la misma aquella vez que había escrito esa canción y estaba segura que esa hablaba de mí; pero ahora, las dudas comenzaron a atormentarme cruelmente, ¿estaría él pensando en mí? ¿Me extrañaría? ¿Me amaba? Deseé llevarme las manos a la cabeza para intentar acallar las voces en mi mente, pero sólo me limité a quedarme inmóvil. Había algo en esa canción que gritaba mi nombre, estaba segura. Pero no quería parecer tonta y hacerme burdas ilusiones aun teniendo el corazón roto y el dolor abismal en mi pecho. Sentí mis ojos humedecerse, al menos esa canción me describía también. Deseaba tener la respuesta, tener alguna especie de poder o magia que me mostrara lo que yo quería saber. Me sentí... como si aún viviera en Pachuca y él... estuviera a lado mío. La cabeza comenzó a darme vueltas, pidiéndome la razón de que, ya no la hiciera escuchar; pero el corazón, batiendo adolorido contra mi pecho, me rogaba que lo dejara seguir allí, que aun sintiendo dolor, le gustaban los recuerdos.

Yo no sabía a quién obedecer, ambos eran tan fuertes y yo tan débil, pero entonces, algo se removió dentro de mí. La fierecilla que llegué a pensar que ya no existía, se movía con cautela en mi interior, escuchando atenta cada palabra en esa canción y ya no pude luchar contra ella, se había vuelto igual de vulnerable como yo, pero esa era la cuestión, ambas lo éramos y ninguna de las dos teníamos la fuerza suficiente para ganarle a la otra. Simplemente me quedé allí, escuchando, inmóvil, hasta que sentí que una lágrima cayó por mi ojo y resbaló por mi mejilla. Al menos me alegraba una cosa, su sueño se había cumplido; sus canciones habían sido tocadas por un artista; al menos él era feliz, ¿no?

Aun cuando la canción sonara triste, pero... es sólo una canción., escrita ya hace tiempo, estaba segura. De pronto me embargó la curiosidad, ¿dónde estará él? ¿Y Nailea? ¿Seguirán juntos? Entonces dejé escapar otro par de lágrimas. Aquella canción era lo único que me hablaba de Kevin y no estaba segura de qué me decía.

No supe a qué hora llegó Jesse y se situó a mi lado. Me miró.

— ¿Cuántas fotos has tomado? —me preguntó pero no respondí. Entonces me miró de verdad y notó el rastro húmedo que habían dejado las lágrimas— ¿Qué tienes? —inquirió, visiblemente preocupado.

— Es su canción —musité, sin apartar la vista del artista sobre el escenario. — ¿Su canción? —repitió, sin comprender. Desde el día en que llegué y le conté a Jesse todo, no había mencionado nada relativo a la historia de Kevin y Nailea, aunque la llevara conmigo día y noche, impregnada en mi piel y no se lograra salir de mi cabeza.

— Él escribe canciones —farfullé—. Es compositor —lo dí por hecho—, y esa es su canción.

— ¿Se la escuchaste tocar alguna vez? —¿Jesse creía que no era verdad? — Mira la pantalla —dije—, el nombre del autor —especifiqué. Jesse lo hizo, justo se estaba terminando la canción.

— ¿Kevin Álvarez? —preguntó, sin entender, luego de un corto silencio, abrió los ojos y me miró— ¡Kevin Álvarez! —soltó, acordándose.

— Quiero irme —dije, dándome la vuelta.

— Claro, entiendo —por eso Jesse me caía tan bien, no hacía más preguntas después de que veía que ya no obtendría respuestas—. Llévate mi camioneta —sacó las llaves de su bolsillo y me las ofreció.

— Pero tú...

— Yo mañana paso por ella —me aseguró—. Mañana nos tenemos que reunir para seleccionar las fotos que presentaremos a la revista. Anda, llévatela —insistió.

— Debo de conseguir un auto, ¿no? —suspiré y tomé las llaves.

— No estaría mal, pero ya. Mañana nos vemos.

— Hasta mañana.

Salí de ese lugar apenas pude, trataba de contener las lágrimas después de la charla poco casual que había tenido con Jesse. Subí a su intimidante camioneta plateada y luego encendí el motor, haciéndolo rugir bajo de mí. Conduje hasta casa, ignorando las ganas de llorar que me embargaban pero era casi imposible. Se trataba de Kevin.

Bueno, todo en mi mundo se trataba de Kevin, pero esta vez había sido directo, en la realidad, fuera del mundo en mi cabeza. Quise bloquear los pensamientos en ella, que si era para Nailea, que si era para mí; porque todo eso sólo me provocaba un dolor infinito, por que, ¿qué posibilidades habría si fuera mi canción? Nathan me extrañaría, pero ya había pasado un mes desde que me fui de Pachuca y ya me habría venido a buscar si es que... me amaba. Entonces todas las ideas que giraban entorno a esa, se desbarataron en mi cabeza. No era mi canción. Era para Nailea, pero si se trataba de Nailea, ¿por qué mencionaba la palabra "amante"?

Giré el volante hacía la derecha, haciendo rodar las llantas de la camioneta en esa dirección. A menos que, la canción la haya escrito pensando en mí. O quizás para su exnovia.

¡Por Dios! No era un bebé, tiene veinticuatro años, ¿por qué no lo supera y ya? Resoplé, frustrada. Aquellas conjeturaciones no me llevaban a ningún lado, excepto al mismo laberinto de mi mente. Pero había alguien que sí podía hacerme saber lo que quería. Estacioné la camioneta de Jesse en la acera y bajé de ella rápidamente para subir las escaleras hasta mi casa. Tenía que hablar con Ferni. No sabía si quería saber, pero necesitaba hacerlo. Estas especulaciones en mi cabeza causaban más dolor que la verdad, fuera cual fuera.

𝐌𝐀𝐍𝐔𝐀𝐋 𝐃𝐄 𝐋𝐎 𝐏𝐑𝐎𝐇𝐈𝐁𝐈𝐃𝐎 - kevin álvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora