Capítulo V: Corona

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El General Evans era un hombre reservado, nadie sabía si era calvo o se rapaba la cabeza, siempre pulcro y puntual, era de los hombres en los que más confiaba el gobierno para mantener sus secretos.

Las nuevas órdenes habían llegado y él no podía desobedecer, sabía que lo que estaba por venir podría ser problemático. Preocupado, aunque su expresión no lo reflejase, se dirigió al ala sur de la base. Frente a una pared en medio de un pasillo cualquiera golpeó tres veces la parte superior, dos veces a la derecha y por último con la mano derecha presionó el muro. Este abrió una puerta secreta donde los pasillos continuaban.

El General continuó hasta llegar a la única puerta a la que el pasillo dirigía, tocó y después entró. Ese lugar parecía una suite de hotel, que, a pesar de no haber grandes lujos, había más de lo que los demás que vivían en la base poseían. Al abrir la puerta había una pequeña sala de estar con cocina abierta. Contaba con tres cuartos: una sala de estudios llena de libros, un laboratorio de investigación y la recámara principal con baño propio. Nada sorprendente para alguien que tenía casa propia, pero siendo la habitación de un mutante en una base militar era mucho más que lo que los demás tenían.

Los cuartos de los mutantes parecían camarotes económicos de barco, el espacio era reducido con una cama individual, un escritorio y closet. Todos compartían áreas comunes y había baños para hombres y mujeres. Ni siquiera Ray que tenía familia y una casa dentro de los campos familiares de la base tenía tanta amplitud y comodidades.

El General tocó la puerta del estudio y después la abrió, del otro lado estaba una chica leyendo un libro junto a un cuaderno y una laptop en el escritorio. Ella era la chica misteriosa a la que todos le tenían curiosidad. Desde su habitación estaba el balcón por el que podía observar a los demás durante su entrenamiento.

—¿Ya has encontrado algo? —preguntó el General mientras se sentaba en un sillón cercano al librero.

—Soy el único miembro del Equipo de Investigación de Fenómenos, ni siquiera sé porque le pusieron equipo si soy solo yo —dijo sin dejar de ver el libro que estaba leyendo.

—El Equipo de Exploración está formado por todos los que hacen las expediciones de campo, sabes bien que tú no puedes salir hasta que...

—Hasta que controle mis poderes. —Interrumpió la chica al General—. Lo sé muy bien. Al menos ya las pruebas no son tan infames como eran antes que me dieran la pulsera. No ha vuelto a haber daños al personal desde entonces.

—Y has demostrado un gran avance.

—Solo no el suficiente. ¿No es así? —dijo cerrando el libro—. Aquellos chicos...

—Si te preocupa la experimentación ellos no han sido sometidos a eso, después de casi matarte optaron por cerrar esa área.

—Vaya, no sé ni como sentirme al respecto, realmente no creo que sea la única razón, pero... — Giró en la silla para voltear a ver al General al decirlo—. En parte, me alegra por ellos.

—Sabes bien que tú y tus poderes no se comparan.

—Lo sé bien —dijo con cara de amargura.

El dolor en el corazón de esa chica era inmenso, ella odiaba sus poderes, quería ser normal, quería despertar de aquella pesadilla. Todo lo que había vivido desde que los virus entraron a su sistema le traía recuerdos que no la dejaban dormir por las noches.

La experimentación que había sufrido, la falta de control de sus poderes y el aislamiento al que estaba siendo sometida cada día la tornaban en una persona más fría y distante. Trataba de ocultar sus emociones y desde hacía mucho que no confiaba en nadie.

—Y bien, al grano. ¿Cómo va la investigación de los volcanes?

—Siempre tan directo —dijo ella en tono elocuente y burlón—. Hace tres meses, Nápoles quedó completamente fulminado con la explosión del Vesubio, por suerte no hubo ningún muerto ya que lograron evacuar a tiempo. Desde entonces la actividad volcánica por todo el mundo ha incrementado exponencialmente. Ustedes me trajeron 4 rocas de 4 distintos volcanes y un fragmento de Lava Creek que según sus expertos pueden ser los próximos para la reacción en cadena.

—¿Qué fue lo que descubriste con eso?

—Tarde o temprano, tendrá que dejarme salir de esta ratonera General. Lo que descubrí con las muestras que me trajo es que en la reacción en cadena también participará el supervolcán al que todo su país le teme.

—¿Estás hablando...?

—De Yellowstone mi General.

El General se quedó pensando un momento, aquella chica jamás se había equivocado en sus análisis. Desde hacía varios años que se temía la explosión del super volcán y sus alcances, pero si la reacción en cadena sucediera junto con la erupción de Yellowstone no habría lugar seguro para evacuar, además de las repercusiones en el planeta ante el desastre de escala global serían irreparables.

—Ambos sabemos. —Continuó la chica—. Que soy la única capaz de detenerlo, si tan solo me dejarán ir yo sé que...

—No. —Interrumpió el General—. Todavía eres demasiado inestable, un movimiento en falso y podrías causar la reacción adversa.

La frustración en la cara de aquella chica era cada vez más evidente. Ella sabía que la mantenían con ciertas comodidades para evitar que intentase escapar, aunque tampoco tenía ningún lugar al cual ir.

—¿Acaso tienen un mejor plan?

—El equipo podrá encargarse.

—He visto lo que esos chicos pueden hacer —dijo exaltándose un poco—. Ninguno de sus poderes puede lidiar con una catástrofe natural de esta magnitud.

—Tampoco podemos dejarte morir.

—Tampoco me han dejado vivir, todavía no sé qué esperan encontrar en mí.

Las instrucciones del General eran muy claras, esa chica tenía que seguir viva para los planes de sus superiores y por benéfico que fuera sacrificarla para impedir el desastre potencial sabía que no podía simplemente perder una pieza clave de la investigación.

—Sabes bien que eres demasiado importante para perderte, pero te prometo algo —dijo el General inclinándose un poco con las manos cruzadas mientras la veía a los ojos—. Veré la manera de que te integres al equipo para entrenar tus poderes.

Los ojos de aquella chica se llenaron de esperanza, a pesar de que ella hubiera dado todo por simplemente morir, el hecho de poder salir, aunque fuera a entrenar, implicaba un paso más hacia su libertad y poder enmendar su pasado.

Genoma 13Donde viven las historias. Descúbrelo ahora