Capítulo XXXIX

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La Reina estaba con sus científicos mientras monitoreaban la inminente catástrofe, al ver que los niveles de Yellowstone regresaban a inactividad y que el Vesubio era el que explotaba creyó comprender el plan de Aitana. Ella no buscaba vengarse y matarlos a todos, ella salvaba a sus amigos y a la vez retrasaba sus planes, lo que Aitana no tenía en cuenta era que la Reina todavía tenía una carta bajo la manga.

Cuando le informaron de la desaparición de Mauricio esperaban sus órdenes para salir a buscarlo inmediatamente. Ella en cambio dijo.

—No se preocupen por él; volverá, solo necesita tiempo para procesar su perdida así que por ahora no lo busquen.

La Reina, tras sentir ese alivio, fue a ver a su amada Carlota, se sentó en una silla junto a ella para contarle lo que había sucedido.

—Aunque perdimos el Genoma 13 ahora que tenemos a Varian podremos localizar las demás reliquias y traducir sin Aitana y sus poderes. Cuando consiga el poder de los cuatro guardianes y encuentre a Salomón podrás despertar y nuestro sueño será realidad, te lo prometo.





Varian tenía el poder del viento lo que le permitía volar a una velocidad extraordinaria, él estaba en Nápoles y había presenciado todos los eventos. No solo eso, había escuchado y visto todo desde los cielos. En cuanto Jake y Mauricio se fueron del Vesubio, Varian se había quedado ahí frente a la arena de los restos de Aitana, había usado sus poderes de viento para proteger y redirigir la lava para que no tocara lo que había quedado de ella. Varian estaba ahí parado justo donde hasta hacía unos minutos atrás Mauricio estaba con Aitana y ahora él estaba ahí, protegiendo arena como si fuera lo más preciado del lugar. A lo largo de sus invocaciones había visto a mucha gente morir, pero ninguna de la forma en que Aitana acababa de hacerlo por lo que se sintió en la necesidad de dedicarle unas palabras.

—Chica del lago, tu no solo me escuchaste cuando nadie más podía, lograste reparar mi reliquia dándome una oportunidad de volver a ver a quien espero, así que gracias. De lo poco que te conocí sé que tu plan no acabó aquí; nos volveremos a ver, estoy seguro.

Varian se quedó a proteger los restos hasta que el volcán terminó de erupcionar. Cuando la lava se hubo petrificado y aunque aún volaba ceniza, había paz nuevamente junto a un nuevo día. Varian aprovechó las rocas volcánicas que acababan de formarse para hacer un pequeño memorial para Aitana en el que enterró su arena y le dejo flores encima antes de irse. 

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