Capítulo XIII: La realidad de Aitana

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Aitana estaba en la habitación de su casa, vestía un bonito vestido amarillo y se estaba arreglando el cabello frente al espejo de su tocador, era la tercera vez que su mamá la llamaba para bajar a desayunar por lo que llamó a su puerta esta vez y entró a verla.

—¿Cuánto tiempo más voy a tener que esperarte? —Le reprochó su madre.

—Estoy por terminar justo ahora —contestó Aitana viéndola por el reflejo del espejo mientras se ponía dos pasadores—. ¡Estoy lista!

Aitana giró, pero no había nadie. Volvió a verse al espejo y después se levantó. Caminó y salió de su habitación llamando a su madre.

—Mamaaá... —Aitana repetía constantemente sin respuesta alguna.

Bajó a la cocina y reviso en cada cuarto de la casa sin señales de su mamá, se dirigió a la estancia y abrió la puerta que daba a la calle, salió de la casa y lo que vio afuera la dejó inquieta y asustada, comenzó a temblar viendo la ciudad y las casas alrededor de ella todas destruidas, parecía que una bomba acababa de arrasar con el lugar, desierto y sin ningún rastro de vida en kilómetros. Su corazón estaba agitado, sudaba frio cuando escuchó la voz de su madre detrás de ella y su mano tocándole el hombro.

—Aitana... —decía la voz de su madre con un profundo lamento.

Aitana volteó para ver a su madre, pero su miedo fue mayor al ver solo un cadáver que se transformaba lentamente en polvo desvaneciéndose poco a poco en el aire.



Aitana despertó sobresaltada y sudada, reviso su alrededor con desesperación, se encontraba en su habitación dentro de Corona. Las lágrimas rodaban por sus mejillas, se recostó sobre su almohada llorando dolorosamente hasta que se tranquilizó. Se levantó de su cama y salió a caminar por la base esperando que sus pensamientos negativos se alejaran de su mente. Eran las dos de la mañana y sin darse cuenta se dirigió al mirador donde Mauricio la había llevado. Se recargó sobre el barandal y respiró profundamente, su cuerpo seguía temblando y su corazón le dolía, ya había parado de llorar, pero sus pensamientos seguían consumiéndola.

La paz de los árboles junto con el sonido de los grillos ayudaba a tranquilizarla. La tranquilidad regresaba lentamente a Aitana sin soltar un gran sentimiento de culpa. Se hundió profundamente en sus pensamientos repitiéndose constantemente a si misma que no era su culpa. Disfrutaba de la paz que la vista y el lugar le traía cuando empezó a escuchar crujidos de ramas, volteó asustada en dirección al ruido.

—No esperaba verte aquí, lamento si te asusté —dijo Mauricio feliz de ver a Aitana.

Aitana se quedó viéndolo atentamente unos segundos, el miedo se fue y la calma volvió a ella. El susto incluso logró distraerla de lo que estaba pensando.

—¿Qué haces aquí? —preguntó el tono bajo Aitana.

—Este es mi lugar favorito de la base, vengo aquí cada que me siento inquieto —dijo mientras se acercaba a Aitana y recargaba en el barandal junto a ella—. Creo que tu estas aquí por la misma razón.

Aitana se sentía muy cómoda estando cerca de Mauricio, a veces incluso más que con Jake.

—Gracias... —dijo Aitana con una ligera sonrisa casi imperceptible.

—¿Por qué? —preguntó Mauricio sonriendo mientras la veía fijamente.

—Por salvarme... no... por salvarnos a Emma y a mi.

—No me tienes que agradecer, yo iría al fin del mundo para salvarte.

Mauricio agarró la mano de Aitana y la miró fijamente a los ojos. El corazón de Aitana comenzó a palpitar cada vez más rápido, no recordaba la última vez que se había sentido así. Mauricio estaba decidido, jamás se había sentido de la forma en la que se sentía estando con Aitana con nadie, ella verdaderamente le gustaba y quería lograr conocerla y que confiara en él. Estaba decidido a que era su oportunidad de poder dar el siguiente paso.

—Aitana... —Continuó Mauricio—. Para mi eres más que mi compañera, eres alguien que quiero proteger y que puedas confiar en mí y... más que eso me gustaría pedirte por favor que aceptaras tener una cita conmigo.

Mauricio estaba muy nervioso, pero esperando una respuesta positiva, después de lo que había pasado sentía que Aitana podría sentir algo por él como él por ella. La cara de Aitana estaba sumamente roja, su corazón gritaba por aceptar salir con Mauricio, estaba a punto de decir que si, cuando su mente trajo de vuelta su pesadilla, recordar la ciudad y a su madre le freno de golpe sus ideas de amor y un posible romance.

—¿Por qué te gusto? —preguntó Aitana con la voz entrecortada viendo al piso—. No sabes nada de mí, de quien soy y... lo que he hecho.

Mauricio colocó la mano de Aitana en su pecho a la altura de su corazón. Su corazón palpitaba rápido y fuerte. Este acto hizo que Aitana levantara la vista y viera a Mauricio a los ojos. Se veía también ruborizado, nervioso y emocionado mientras la veía fijamente.

—No me importa lo que hayas hecho o por qué estas catalogada aquí como peligrosa, me interesa la persona que eres ahora, eres bastante cerrada, pero se bien la gran persona que eres y quiero conocer cada día más de ti. —Respiró Mauricio antes de continuar—. Yo no creía en el amor a primera vista, y yo mismo lo considero un mal argumento, pero desde la primera vez que te vi sentí que serías alguien importante para mí y cada día que paso a tu lado lo reafirmo.

Aitana se sentía al borde de las lágrimas y completamente sumergida en los ojos de Mauricio, por más que su corazón pedía a gritos aceptar estar a su lado las imágenes de su memoria seguían llenándola de dudas y de temor.

—Quizás... —dijo Aitana mientras quitaba su mano del pecho de Mauricio y agachando la mirada—. Después...

—Al menos no es un no. —Sonrió Mauricio.

Se quedaron ahí unos minutos más. El viento helado sopló y Mauricio vio el cuerpo de Aitana temblar ligeramente, se quitó la chamarra que traía y la colocó sobre los hombros de ella.

—Deberíamos volver pronto, no me gustaría que te resfriaras.

Aitana cada vez se sentía más y más nerviosa, asintió en señal de aceptar regresar a la base con Mauricio. Aitana sujetó con fuerza la chamarra de Mauricio que tenía en sus hombros mientras caminaba a su lado de regreso a la base. Iban en silencio y Aitana decidió también dejarse llevar. Bajó la mano y agarró la de Mauricio. Él se sorprendió un poco, pero su felicidad fue mayor. Caminaron de la mano y la acompañó hasta su habitación.

—Hasta mañana —dijo Mauricio dejándola cerca de su cuarto.

Aitana entró a su habitación y se sentó en el sillón de su salita. Su corazón seguía agitado y emocionado sin poder creer todo lo que acababa de pasar, pero ella misma conocía los riesgos que implicaba para Mauricio el estar tan cerca de ella, aún así, opto por sus ganas de querer disfrutar el momento hasta caer dormida abrazando un cojín del sillón aún llevando puesta la chamarra de Mauricio.





Mauricio se dirigió a su habitación tras haber dejado a Aitana, se sentía profundamente emocionado y aunque no había conseguido el sí que buscaba había logrado caminar con ella de la mano y la posibilidad de un sí en un futuro quizás cercano.

Para llegar a su habitación tenía que pasar por la sala común donde se encontró con Jake quien estaba sentado en el sillón viendo algo en su computadora.

—No deberías de ilusionar mucho a Aitana —dijo Jake al ver entrar a Mauricio.

—¿Ilusionar? ¿A qué te refieres? —preguntó confundido ya que a él verdaderamente le gustaba Aitana.

—No creas que no lo sé. —Replicó Jake— se bien que estas cerca de ella porque apostaste con Dan. Deberías de reclamar ya tu premio y dejarla en paz, Dan tiene tiempo que se rindió con ella, no juegues con sus sentimientos.

—¿Y a ti por qué te interesa tanto? —preguntó Mauricio firmemente.

—Ella es alguien mucho más inestable de lo que sabemos, no deberías jugar con un poder mayor a tu entendimiento.

—Estaré bien, no planeo dejarla sola, ella de verdad me gusta. —Concluyó Mauricio confundido ante las palabras de Jake.

Mauricio tenía en claro sus sentimientos por Aitana, pero ¿Acaso también Jake sentía algo por ella o verdaderamente era preocupación?

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