Capítulo I: Registro de Memoria 34

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Era una fresca mañana de primavera, el sol brillaba y dos niñas corrían por los pasillos del palacio. Carlota acababa de cumplir 12 años, era dulce, gentil y la menor de seis hijos, a pesar de ser una princesa de España siempre sintió que había más para ella que ser la esposa de un Rey, a su corta edad estaba llena de ambiciones, junto a ella estaba su mejor amiga Eleanor, a la que de cariño llamaba Ela, ella era unos meses mayor que Carlota y princesa de Inglaterra, también era mucho más seria y tranquila excepto cuando estaba con Carlota que la felicidad y dicha inundaba su corazón. Ela tenía un hermano mayor llamado Aaron, por lo que ella tampoco sería Reina y para ella eso estaba bien ya que eso le permitía pasar más tiempo disfrutando la vida a comparación de su hermano.

Carlota llevó a Ela a su habitación, donde después de jugar un rato quiso mostrarle un libro, era viejo y frágil, las páginas amarillentas expedían un fuerte aroma a humedad y estaba escrito a mano, probablemente era de tiempos anteriores a la invención de la imprenta. Ela no lo quería ni tocar de lo viejo que se veía, pero Carlota insistió en tono de súplica por lo que accedió y trató de leerlo, era algo difícil de comprender para alguien que no tenía pleno dominio del idioma y mucho menos al estar escrito en español antiguo. Aún así, leyó hasta el final del capítulo que Carlota le había indicado.

—Y dime. ¿Qué opinas?

—Carlota, creo que esto es demasiado pagano para una princesa católica. No comprendo del todo lo que dice, pero que existieran humanos con poderes, que además hayan ayudado a Salomón durante su reinado es demasiado fantasioso.

—Yo creo que es verdad, el libro lo encontré en la biblioteca prohibida del palacio principal, mis papás no saben que lo tengo; realmente me encanta, piénsalo, es difícil para un rey hacerlo todo solo, seguro contó con ayuda —dijo Carlota con brillo en los ojos—. Si yo fuera Reina...

—¿Pero guardianes con poderes? —Cuestionó Ela, ella era una persona demasiado racional a comparación con Carlota—. De realmente existir seres así ya habrían sido invocados por otros reyes a lo largo de la historia, tendría que haber más registros además de este.

—Parece que no es tan sencillo invocarlos, se necesita un cuerpo humano compatible, uno con poderes... pero me gustaría poder hacerlo algún día —dijo Carlota con una sonrisa y mirada triste —. Yo... quiero encontrarlos, el libro dice que si se logran invocar a los cuatro guardianes pueden ayudarte a invocar a Salomón y concederte un deseo.

—Carli, los humanos no tenemos superpoderes, pero... ¿Acaso lo dices por el deseo?

Por infantil que sonara todo eso, Ela comprendía los anhelos de Carlota y también la podía entender. Como parte de la realeza estaban limitadas a una moral y alta expectativa de comportamiento, todo en su vida estaba regulado por lo que no era de sorprender que Carlota encontrara atracción en esa clase de historias, ella solía obsesionarse con las historias antiguas con hadas y genios.

—Dime Ela, si pudieras pedir cualquier deseo. ¿Cuál sería? —preguntó Carlota en un tono de lamento mientras sostenía fuertemente contra su pecho el libro y miraba a Ela fijamente a los ojos.

—A mí me gustaría estar siempre contigo. —Ela se ruborizó ligeramente, por sencilla su respuesta, era algo que sentía desde el fondo de su corazón.

Un sirviente del palacio entró en ese momento interrumpiéndolas.

—Lamento la intromisión, pero es hora de que la princesa Eleanor se marche, los reyes, sus padres, las esperan en el vestíbulo.

Genoma 13Donde viven las historias. Descúbrelo ahora