Capítulo XVII

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Emma y Jake cruzaron el portal apareciendo en medio del desierto, el Sol brillaba fuertemente y el calor se hacía cada vez más insoportable. Llevaban ya tres horas caminando y el panorama no cambiaba, solo arena y nada más a su alrededor.

—De todos los lugares en los que nos pudo tocar tenía que ser un desierto. —Se quejó Emma.

—Regresando recalibrare los guantes de Mauricio. —Expresó cansado Jake—. Creo que fue demasiado pedirle abrir tres portales simultáneos cuando apenas puede hacer uno.

—Supongo que no debemos de ser los únicos que cayeron en un punto alejado.

—Pero probablemente si a los únicos que les tocó un desierto.

El calor comenzaba a afectarlos a ambos, ya se habían acabado el agua y la deshidratación y el cansancio era cada vez mayor. El tiempo pasaba y sus pasos cada vez iban alentándose al igual que su visión se veía afectada. Emma cayó desmayada primero sintiendo un ligero piquete en su tobillo y cuando Jake trató de atraparla sintió un piquete en su pierna cayendo junto a ella. Lo último que alcanzó a ver Jake fue la silueta de una persona acercándose a ellos creyendo que probablemente se trataba de un espejismo.

Jake despertó en una pequeña casa de barro en forma redonda sin ventanas. Lo único que había ahí era el colchón en el suelo en donde el yacía, una vela que iluminaba el lugar y su mochila. No alcanzaba a ver qué hora era, pero por la puerta alcanzaba a ver que ya no había luz afuera y el viento había enfriado considerablemente. Mientras recobraba la conciencia por completo una majestuosa chica africana vestida en ropas típicas de su tribu entró por la única puerta de madera. Ella llevaba consigo una vasija con agua y un trapo.

—Despertaste —dijo la chica en un inglés difícil de entender.

—¿Dónde estoy? —preguntó Jake confundido y aún recostado.

—Estás a salvo —dijo la chica sentándose en el colchón junto a él.

—¿Dónde está Emma? —Recordó Jake levantándose de golpe encontrándose su cara a una distancia cercana a la de aquella mujer. Era más hermosa y exótica de lo que Jake había alcanzado a notar cuando entró.

—La chica está bien, pero sigue descansando —dijo la mujer viendo a Jake a los ojos, ella estaba perdida en su profundo azul. Al ser de una comunidad cerrada era la primera vez que veía a un chico rubio y tan blanco como Jake—. Deberías hacer lo mismo.

Ella empujó suavemente a Jake de regreso al colchón para que se relajara y fue cuando él se percató de que la vestimenta de aquella chica no le cubría los senos. Tenía un gran collar, pulseras y una falda, pero nada para cubrirle el pecho. Jake se ruborizó inmediatamente y al recostarse se giró para no verla a la cara en lo que su mente borraba la imagen que acababa de quedarse grabada en su cabeza. La chica pasó el trapo húmedo por la frente de Jake limpiándolo.

—Te dejaré algo de agua también, bebe algo —dijo ella dejando la vasija en el suelo—. Cuando te sientas mejor te llevaré con ella.

Jake cerró los ojos para bajar la impresión, pero volvió a quedarse dormido. Despertó a la mañana siguiente; recuperado y lleno de energía, bebió el agua que la mujer le había dejado. Su cuerpo reclamaba por comida, pero su prioridad era ver a Emma. Salió de la habitación con su mochila y observó el lugar en el que se encontraba. Era un recinto vallado, compuesto por varias construcciones separadas y todas las personas que lo veían se le quedaban viendo con gran intriga. Caminó buscando a Emma hasta que se topó con la chica de la noche anterior.

—Me alegra ver que te sientas mejor —dijo ella viéndolo fijamente.

—Muchas gracias por rescatarnos y recibirnos —dijo Jake, pero sus ojos no la veían a ella, seguía observando a su alrededor en busca de Emma.

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