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A pesar del viento helado que soplaba la madrugada, sus pasos que iban sin rumbo fijo  deliberadamente lo llevaron hacia la playa.

El mar se veía tan oscuro, tan solitario y el sonido de las olas rompiéndose se escuchaba como un eco un poco silencioso pero a la vez profundo que era calmado por los rompe-olas situados a la costa, quizá estar ahí y sentarse en una roca cerca de la orilla por un breve instante era lo que necesitaba para apaciguar los pensamientos tormentosos que inundaban su psique una y otra vez.

Es curioso la manera en cómo acabó el día. Se había estado preparando para ello y sin embargo, Ishigami Senkū aún así lograba sorprenderlo de cualquier forma. Después de todo, una confesión romántica es lo que menos esperaba obtener este día y mucho menos viniendo de Senkū.

Aunque... probablemente la palabra "romántica" no era tan exacta si del científico se hablaba, ya que no lo fue realmente, no obstante su valentía y manera tan directa de ir al punto, superó sus límites.
E igual forma, tampoco esperaba confesar él mismo sus sentimientos hacia Ishigami, estaba dispuesto a enterrarlos y guardar aquel secreto hasta que lograra deshacerse de ello o incluso, llevarlo a la tumba si pudiese ser posible. Por supuesto que pudo predecir el intercambio de regalos, puesto que él realizó con esmero y dedicación el suyo. Conocía tan bien al joven de iris escarlata que podía asegurar que no iría con las manos vacías tampoco, no, de ninguna manera.

«Cierto, el regalo... ¿Lo habrá abierto ya? ¿Le habrá gustado? No es como si no conociera el espacio lo suficiente ya...  »

Pensó mientras tomaba desde el interior de su abrigo, el juego de naipes que le habia obsequiado el joven científico y suspiró profundamente al tenerlo frente a sí entre sus manos.

«Senkū-chan hizo esto para mí... y yo... A haha. La nota cursi que coloqué no ayuda a la situación. Asagiri Gen, solo tenías que ocultarlo mejor, Senkū-chan no tenía por qué-»

.

Una voz carismática y suave lo obligó a salir de sus cavilaciones.

¡Genial! Ahora tenía que lidiar innecesariamente con seguramente un fan a la mitad de la madrugada, y para añadir más agotamiento innecesario, es que lo reconoció en uno de los que podría contar como uno de sus peores momentos.

No teniendo más remedio, suspiró una vez más.

«Espera un momento...»

. . .

Reflexionó, mientras guardaba su preciado obsequio de nuevo en el interior de su abrigo y su vista se dirigía al joven que había cuestionado previamente su nombre.

.

«¡Esa voz!-»

.

—¿Eh? —tomó un segundo en procesar la silueta perteneciente al joven que lo sacó de su ensimismamiento— ¡¿Eh?! ¿Tsukasa-chan?
—Uhm. —respondió moviendo la cabeza.

.

El joven de cabellera marrón se encontraba a unos pocos pies de distancia a la orilla del mar asimismo como unos otros pocos de Gen, a quien había visto arribar descuidadamente con la mirada perdida y pasos tambaleantes, hundido en sus pensamientos e inmediatamente se había percatado de qué algo en esta persona que ha tratado antes, seguramente no estaba bien.

Generalmente y las pocas veces que se encontraron no solía verlo de este modo, sin embargo, la imagen que reflejaba en este momento era algo para preocuparse; inquietante, más cuando se trataba de una figura pública tan extrovertida y alegre como el Mentalista se hacía a  conocer.

My Red String Of FateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora