—Podrías decirme ¿qué hora es y cuánto he estado haciendo esto? —preguntó un ya cansado Gen.
El científico se burló y respondió —Solo han pasado tres horas ¿a dónde se fue toda la energía que desbordabas cuando llegaste?
—Murió hace unos minutos atrás. Por cierto, buen intento de intentar agotarme, lechuga-chan. —el mentalista miró los artefactos que había ensamblado y se sintió orgulloso de sí mismo porque vio que ya eran bastantes— Llevo alrededor de unos 30 de estos ¿cuántos más necesitas? Estoy seguro de que casi termino.
—Ochocientos.
—Okey~ 800~ solo-... ¿¡AH!?
—Tranquilo —Senkū se burló nuevamente—, ya tengo hechos al menos unos doscientos, que, en realidad una amiga hizo por mi.
—¡¿2-200?! Siento compasión por la pobre chica...«Al parecer tiene buenos amigos. Quizá no es tan topo de laboratorio como dijo Chel-chan. Aunque sí que sigue siendo un dolor de cabeza»
Senkū lo sacó de sus cavilaciones preguntando si ya estaba lo suficientemente cansado para irse a su casa lo cual negó rápidamente. No iba a permitirse que el científico gane y termine siendo al revés de fastidiar al chico y se vuelva en su contra. Debió haberlo sabido, claro ¿pero que tenía de divertido sino se corría el riesgo?
—Hacer onigiris de manganeso- digo- baterías manualmente... ¿Porqué mejor no las compras y ya? —Asagiri se quejó desplomándose en la mesa central.
—Quiero comprobar como sería un walkie-talkie con materiales poco usados. Sería una buena herramienta, algo casero y ver que tanto puede hacerse con materiales que podrían encontrarse incluso en a era de piedra. ¿Quién sabe? Algún día puede necesitarse más o distintos tipos de comunicación.
—Hay demasiadas cosas para eso. Por cierto, ya son las 4 de la mañana ¿acaso los científicos no duermen? —cuestionó semi adormilado y soltó un bostezo.
—Claro, pero ya que es sábado y también es un día libre decidí aprovecharlo... —Ishigami volteó y vio al mentalista cabecear— ¡Oye! No te estás durmiendo en mi laboratorio.Asagiri soltó un bostezo seguido de un quejido y volteó a ver al científico a través de sus ojos somnolientos con su ya infinitamente practicada falsa sonrisa. —No lo haré~ ¿pero cómo logras permanecer tan despierto?— musitó.
Ishigami se había vuelto a centrar en el filtro, por lo que a cansadas alcanzó a oír la pregunta. —simplemente quise aprovechar mi fin de semana de esta manera, tengo periodo de exámenes pronto así que tendré que reponer el sueño después. —respondió y siguió colocando gasolina en el filtro.
Pasó un tiempo, casi había terminado y- ¿ya no escuchaba la molesta voz de Gen? Se tomó un par de segundos para analizar los sonidos del entorno obteniendo prácticamente el silencio. Al regresar su vista a su ayudante de laboratorio temporal, se percató que éste se había quedado dormido sentado y apoyado entre sus brazos en la mesa hace quién sabe cuánto tiempo. Hizo una observación rápida a su entorno y alrededor de él podía contarse alrededor de unas 50 baterías de manganeso ya terminadas.
Senkū resopló debatiéndose entre despertarlo o dejarlo ahí. Ambas maneras serían un merecido y buen castigo por dormirse en el área cuándo él dijo que no lo hiciera.
«Bien podría haberse ido a su casa si tenía sueño ¿no? Algo no cuadra ¿Qué planeas? Mh. Ah- de cualquier modo, ya está aquí, así que- ¿Qué voy a hacer contigo, eh? ¿mago de cuarta?»
Ishigami no pudo evitar observar de nuevo hacia él, esta vez fijando su vista hacia la mano del chico situada sobre el escritorio y de la cual colgaba el desvanecido hilo rojo y a su vez pasó su mirada a su propio meñique observando el trozo que colgaba de ella cuestionándose si podría haber más personas como ellos dos en el mundo.
No obstante, antes de intentar de responder esa pregunta tendría que indagar e intentar responder las anteriores sobre este misterioso hilo; preguntas de las cuales siempre se encontraba caminando en círculos sin llegar a ningún lado. Regresó su vista de nuevo al rostro del mentalista dejando escapar un suspiro de agotamiento.

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My Red String Of Fate
RomanceIshigami Senkū, estudiante de la universidad en la carrera de ciencias jamás se tomaría el tiempo de creer o distraerse pensando en cosas tan banales como "el hilo rojo del destino" como la mayoría de los ciudadanos lo hacía incluyendo a sus amigos...