Un auto pasa disparando y la ventana de la tienda a mi izquierda explota, haciendo estallar fragmentos de vidrio en un radio amplio. Me congelo, tan aturdido que apenas siento el vidrio clavándose en mi brazo desnudo. Entonces, los gritos me alcanzan.
—¡Disparos! Llamen al 911 —grita alguien en la calle, y la adrenalina inunda mis venas mientras mi cerebro hace la conexión entre el sonido y la explosión de vidrio.
Alguien está disparando. A mí.
Me encontraron.
Mis pies reaccionan antes que el resto de mí, impulsándome a dar un salto justo cuando otro estallido abrupto llega a mis oídos, y la caja registradora dentro de la tienda explota en astillas.
La misma caja registradora que estaba bloqueando con mi cuerpo hace un segundo.
Saboreo el terror. Es cobrizo, como sangre. Quizás sea sangre. Quizás me dispararon, y me estoy muriendo. Pero no, estoy corriendo. Los latidos de mi corazón están rugiendo en mis oídos, mis pulmones bombeando con todo lo que pueden a medida que corro por la cuadra. Puedo sentir el ardor en mis piernas, así que estoy vivo.
Por ahora.
Porque me encontraron. De nuevo.
Giro a la derecha bruscamente, corro por una calle lateral estrecha y, por encima del hombro, vislumbro a dos hombres a media cuadra, corriendo detrás de mí a toda velocidad.
Mis pulmones ya están pidiendo aire a gritos, mis piernas amenazan con ceder, pero acelero desesperadamente y me lanzo a un callejón antes de que doblen la esquina. Una valla de tela metálica de un metro cincuenta de alto corta el callejón, me doy cuenta de que es donde estacioné mi auto antes de la entrevista por la mitad, pero subo y la cruzo en segundos, la adrenalina prestándome la agilidad y fuerza de un atleta.
La parte trasera del callejón conecta con otra calle, y un sollozo de alivio brota de mi garganta cuando.
Corre, Felix. Puedes hacerlo.
Corro por la calle, tomando aire desesperadamente, escaneando la acera en busca de un Toyota Corolla destartalado.
¿Dónde está?
¿Dónde dejé el maldito auto?
¿Estaba detrás de la camioneta azul o blanca?
Por favor, que esté ahí. Por favor, que esté ahí.
Lo veo, finalmente, medio escondido detrás de una camioneta blanca. Buscando a tientas en mi bolsillo, extraigo las llaves, y con manos temblando violentamente, presiono el botón para desbloquear el auto.
Ya estoy dentro y metiendo la llave en el encendido cuando veo a mis perseguidores saliendo del callejón a una cuadra detrás de mí, cada uno con una pistola en mano.
...
Aún estoy temblando cinco horas después cuando entro en una estación de servicio, la primera que veo en esta carretera sinuosa de montaña. Eso había estado cerca, demasiado cerca.
Se están volviendo más atrevidos, más desesperados.
Me dispararon en la puta calle.
Mis piernas se sienten como goma cuando salgo del auto, agarrando mi botella de agua vacía. Necesito un baño, agua, comida y gasolina, en ese orden, e idealmente un vehículo nuevo, ya que podrían haber conseguido la placa de mi Toyota. Es decir, suponiendo que aún no la tuvieran.
No tengo idea de cómo me encontraron , pero podría haber sido a través de mi auto.
El problema es que lo poco que sé sobre cómo evadir a los criminales empeñados en asesinar proviene de libros y películas, y no tengo idea de lo que en realidad mis perseguidores pueden rastrear. Aunque, solo para estar seguro, no estoy usando ninguna de mis tarjetas de crédito, y descarté mi teléfono el primer día.
ESTÁS LEYENDO
¹Guarida del diablo || Hyunlix✔
RandomNo soy el único que tiene secretos. Mi refugio seguro podría ser la guarida del diablo, y una vez que me haya reclamado, será demasiado tarde para huir. -Adaptacion. -Hyunlix.