FELIX
Sonriendo por esta absurda idea, me escapo de su abrazo con cuidado y me dirijo de puntillas al cuarto de baño contiguo, donde encuentro un cepillo de dientes nuevecito que han dejado atentamente para mí. Intentando ser lo más silencioso posible, me lavo los dientes y hago mis necesidades, y luego me pongo una bata enorme y suave que encuentro colgada en la puerta. Claramente es suya, pero espero que no le importe que la lleve puesta para volver a mi habitación.
Al fin y al cabo, me rompió la ropa.
A la vez tengo pensamientos inquietantes y estimulantes, y se me acelera el pulso cuando pienso cómo reaccionó al decirle que me marchaba. No sé cuál esperaba que fuera su reacción al enterarse de mi historia, pero desde luego no era esa.
No hay nada definido entre nosotros, pero hay una cosa que sé con certeza y me llena de inmensa gratitud y esperanza. A pesar del peligro que he traído conmigo, Hyunjin no quiere que me vaya.
No me sorprende encontrarlo todavía dormido cuando vuelvo al dormitorio. Entre el desfase horario y el largo vuelo, más todo el sexo, debe de estar agotado. Sujetando la bata para evitar que me arrastre por el suelo, camino sin hacer ruido hacia la puerta, pero al pasar junto a la cama no puedo resistir el deseo de detenerme y mirar fijamente a mi nuevo amante.
Porque en eso se ha convertido mi guapísimo y misterioso jefe ruso.
Mi amante.
Tapado con una manta hasta la cintura, está tumbado medio de lado, medio de espaldas, con la cara parcialmente girada hacia mí y un brazo musculoso doblado sobre la cabeza. Algunos hombres parecen más jóvenes mientras duermen, más blandos, pero no Hyunjin. Lo único que hace el sueño es realzar la naturaleza peligrosa y animal que presiento en él, lo que incluso intensifica su impresionante atractivo masculino.
Con esos intensos ojos cerrados, puedo ver lo largas y densas que son sus pestañas negras azabache y lo intensamente cincelados que son sus pómulos. Tiene los labios ligeramente separados, pero incluso en este estado de relajación, hay algo cínico en sus curvas, una sensualidad pícara.
Podría quedarme mirándolo durante una hora entera, pero eso sería bastante raro y, de todos modos, tengo que volver a mi habitación y vestirme antes de que se despierte el resto de la casa. No sé qué hora es, pero por la luz tenue que se filtra a través de las persianas, hace poco que ha amanecido, lo cual tiene sentido dado lo temprano que me dormí anoche.
Con una última mirada al Hyunjin durmiente, salgo de la habitación de puntillas. Como esperaba, no hay nadie en danza; la casa está en completo silencio mientras me dirijo a mi dormitorio. No me siento avergonzado por lo que ha pasado, tarde o temprano todo el mundo sabrá que estamos saliendo, pero primero, Hyunjin y yo tenemos que hablar de ello... y de todo lo demás.
Todavía me siento fatal por haberle puesto en peligro a él y a su familia, y si no fuese porque sé que tienen todos esos guardias y medidas de seguridad, me subiría al coche y huiría. Bueno, por eso y porque todavía no tengo las llaves de mi coche.
Voy a insistir seriamente en que llamen a un cerrajero cuanto antes.
Entro en mi habitación, cierro la puerta tras de mí y estoy a punto de quitarme la bata cuando veo una figura en mi cama.
Se me va a salir el corazón por la garganta, incluso al distinguir quién es.
—¿Habéis echado un buen polvo, Hyunjin-ah y tú? —me pregunta Hyesook, poniéndose en pie. Se acerca a mí descalza y vacilante; solo lleva un salto de cama transparente y, al reparar en el brillo de sus ojos, sé que ha tomado algo.
Algo mucho más fuerte que la maría.
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¹Guarida del diablo || Hyunlix✔
RandomNo soy el único que tiene secretos. Mi refugio seguro podría ser la guarida del diablo, y una vez que me haya reclamado, será demasiado tarde para huir. -Adaptacion. -Hyunlix.