Cap 11

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Miro a Hyunjin, mi corazón tronando con fuerza. ¿Estoy malinterpretando la situación, o la diseñó para que acabáramos solos en la mesa? —Yo... en realidad, no bebo —digo, con la garganta seca. La mirada en sus ojos de colores vivos haciéndome sentir una vez más como un ratón atrapado por un gato muy grande, excepto que ningún ratón sentiría tanta atracción hacia un felino depredador.

Quiero tocarlo casi tanto como quiero huir. Arquea sus cejas oscuras. —¿Nunca bebiste alcohol? Me parece difícil de creer.

—Eso no es lo que quise decir. Es solo, ya sabes, generalmente cerveza o vino en una fiesta... —Mi voz se apaga cuando levanta una de las jarras de cristal y vierte dos dedos de líquido de color ámbar en un vaso de whisky, luego lo desliza hacia mí.

—Prueba esto. Es uno de los mejores coñacs del mundo.

Levanto el vaso vacilante y huelo su contenido. En realidad, nunca he probado el coñac. Tragos de vodka, sí, un montón de veces. Tequila en algunas ocasiones memorables, seguro. Pero no coñac, y a juzgar por los vapores fuertes de licor que golpean mis fosas nasales, no es algo que debería beber cerca de Hyunjin esta noche o cualquier otra noche.

No cuando estoy tan confundido en cuanto a lo que está pasando entre nosotros.

También se sirve un vaso.

—Por nuestra nueva asociación. —Levanta la bebida en un brindis, y no tengo más remedio que chocar mi vaso contra el suyo. Llevándolo a mis labios, tomo un sorbo, y tengo un ataque de tos, mis ojos llorando a medida que mi garganta y pecho se encienden en llamas.

Maldita sea, esto es fuerte.

Hyunjin me observa, con una diversión oscura resplandeciendo en su mirada.

—Enserio no eres un gran bebedor—dice cuando finalmente he recuperadoel aliento—. Inténtalo de nuevo, pero esta vez más lento. Déjalo reposar en tu boca durante unossegundos antes de tragarlo. Absorbe el sabor, la textura... el ardor.

Es una mala idea, lo sé, pero sigo sus instrucciones, tomo otro sorbo y lo sostengo un poco antes de dejarlo pasar por mi garganta. Aún me chamusca el esófago, pero no tanto como la primera vez, y despierta una sensación de fuego, un calor agradable que se extiende por mis miembros.

—¿Mejor? —pregunta en voz baja, y yo asiento, incapaz de apartar la vista de su mirada hipnótica. 

Tal vez sea el alcohol que ya está jugando con mis inhibiciones, o el hecho de que estamos solos, pero esto se siente extrañamente como una cita... como si hubiera una sensación de intimidad entre nosotros. Quiero extender la mano sobre la mesa y trazar la curva sensual de sus labios, poner mi mano sobre su palma amplia y sentir su fuerza y calidez.

Quiero que me bese, y si no estoy malinterpretando el calor hirviendo a fuego lento en sus ojos, puede que eso también sea lo que él quiera. 

—¿Por qué me pediste que me quede a tomar una copa?

Quiero retirar las palabras tan pronto como salen de mi boca, pero es demasiado tarde. Una sonrisa sardónica aparece en su rostro, e inclina la cabeza hacia un lado, haciendo girar el coñac indolentemente dentro de su copa.

—¿Por qué crees?

—Yo no... —Me humedezco mis labios—. No sé.

—¿Pero si tuvieras que aventurarte a adivinar?

Los latidos de mi corazón se aceleran más. No hay forma de que pueda decir lo que estoy pensando. Si me equivoco, esto irá muy mal para mí. 

De hecho, no veo cómo esto podría salir bien para mí. Si estoy en lo cierto y él se siente atraído por mí, eso abre una enorme lata de gusanos. Y si lo imaginé...

—No lo pienses demasiado, Gatito. —Su voz es engañosamente suave —. Este no es uno de tus exámenes escolares.

Cierto. Y preferiría que así fuera, porque entonces lo único de lo que tendría que preocuparme es de reprobar. Lo que está en juego aquí es infinitamente mayor. Si me equivoco, si lo molesto, podría perder el trabajo y, con él, cualquier esperanza de seguridad.

Afuera, más allá de los confines de esta finca, hay monstruos cazándome, y aquí dentro hay un hombre que puede ser igual de peligroso... y no solo porque parece disfrutar jugando a este jueguito sádico conmigo.

—¿Qué significa eso? —pregunto con cautela—. ¿Jang-algo? —¿jageun goyangi? —La oscuridad reluce en su sonrisa

—. Significa gatito. Una especie de apodo cariñoso en coreano.

Mi cara se calienta, mi pulso adquiriendo un ritmo irregular. Las probabilidades de que me equivoque están disminuyendo de momento, y eso me pone aún más nervioso. No soy virgen, pero nunca he salido con nadie ni remotamente como este hombre. Mis novios en la universidad fueron precisamente eso: chicos que empezaron como mis amigos, y no tengo ni idea de cómo manejar a este extraño peligrosamente magnético que también es mi jefe.

Y quien puede estar en la mafia.

Es el último pensamiento que aporta la claridad necesaria a la maraña contradictoria de emociones en mi cabeza.

Me pongo de pie, estabilizando mis nervios estridentes.

—Gracias por la cena y la bebida. Si no te importa, ahora me iré a la cama. Hyesook tiene razón, ha sido un día largo.

No dice nada durante dos segundos largos, solo me observa con esa sonrisa burlona, y mi ansiedad se dispara, mi estómago haciéndose nudos. Pero luego deja su vaso y dice en voz baja:

—Duerme bien, Felix. Te veré mañana por la mañana.

Y solo así, soy libre... y aliviado y decepcionado en partes iguales. 

¹Guarida del diablo || Hyunlix✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora