Cap 23

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Necesito todo el auto control que he cultivado a lo largo de los años para entrar en mi habitación y cerrar la puerta detrás de mí. La lujuria, oscura y potente, late a través de mí, exigiendo que vuelva con Felix y continúe donde lo dejamos.

En lugar de eso, me dirijo a mi baño. Quitándome mis pantalones cortos empapados en sudor, abro la ducha y ajusto la temperatura al frío máximo. Después entro bajo el chorro de agua, dejando que el agua helada enfríe el fuego ardiendo furiosamente en mi sangre.

Maldición, demasiado pronto.

Podría haberlo empujado más, lo sé, pero habría sido demasiado pronto. No está preparado para esto, para mí. La pesadilla lo hizo bajar la guardia, pero la interrupción inoportuna de mi hermana le recordó todas las razones por las que no debería quererme, todas las razones por las que piensa que esto está mal. Su cuerpo puede desearme, pero su mente está luchando contra la atracción. Le asusta, la intensidad de lo que hierve a fuego lento entre nosotros, y no puedo culparlo.

Casi me asusto.

Hay algo diferente en mi deseo por este chico, algo tierno y violento... una posesividad que va más allá de la lujuria simple. Cuando pensé que estaba en problemas, todo lo que pude pensar era en llegar a el, protegerlo, destruir a cualquiera que lo hubiera lastimado. Y cuando comenzó a agitarse en medio de su pesadilla, la necesidad de consolarlo había sido demasiado poderosa para negarla. Retuve la cordura suficiente para dejar el arma en el pasillo, y entonces estaba allí, abrazándolo mientras temblaba y sollozaba, su terror obvio desgarrándome, inundándome de frustración y furia impotente.

Ha sido traumatizado, herido por alguien o algo, y no sé quién o qué. No lo sé y necesito saberlo.

Lo necesito, para poder protegerlo.

Lo necesito porque en mi mente, ya es mío.

Aún bajo el rocío frío, una comprensión oscura me atraviesa.

Hyesook tiene razón al temer por Felix.

Soy un peligro para el, aunque no por la razón que imagina mi hermana. Piensa que quiero al chico como un juguete desechable para follar, un juguete casual, pero se equivoca. Por mucho que quiera enterrarme en el cuerpecito apretado de Felix, quiero entrar aún más en su mente. Quiero conocer cada pensamiento detrás de esos ojos castaños, dejar al descubierto todos sus deseos y necesidades... cada cicatriz y herida. Quiero profundizar en su psique, y no solo por los secretos que está escondiendo.

No solo quiero desentrañar el misterio que representa. Quiero desentrañarlo.

Quiero desarmarlo y entender qué lo motiva.

Quiero eso para hacerlo funcionar únicamente para mí, para que pueda ser solo mío.

Lo quiero de la forma en que mi padre debe haber querido una vez a mi madre... hace una vida, antes de que su amor se convirtiera en odio.

Por un largo segundodevastador, contemplo hacer lo correcto.Considero alejarme o, mejor dicho, dejar que Felix lo haga. Mañana a primerahora, podría darle el pago de dos meses, sin ataduras, y enviarlo a su camino... verlo irse de aquí en su Toyota destartalado.

Lo considero, y lo descarto.

Puede que sea demasiado pronto para que Felix ocupe mi cama, pero es demasiado tarde para hacer lo correcto.

Era demasiado tarde al momento en que lo vi... tal vez incluso al momento en que nací.

Quise decir lo que le dije esta noche.

Esto es inevitable. Siento la certeza de eso en lo profundo de mis huesos.

Vendrá a mí, atraído por la misma oscura necesidad primitiva que se retuerce bajo mi piel.

Se entregará a mí, y sellará su destino.

Cierro el agua fría, salgo y me seco con la toalla, luego avanzo silenciosamente a mi habitación. Las luces empotradas en la cabecera están encendidas, proyectando un resplandor suave sobre las sábanas de seda blanca, pero la cama no se siente acogedora. No de la forma en que se sentía su cama, con su pequeño cuerpo cálido dentro. No de la forma en que el se sintió, retorciéndose contra mí, sin preguntar, sino tomando su placer de mí, sus labios como miel y pecado, su sabor como inocencia y oscuridad combinados.

Mi polla se endurece nuevamente, una ola de lujuria ardiente ahuyentado el frío persistente de la ducha. Sentándome en la cama, abro el cajón de mi mesita de noche y miro un par de llaves en un llavero rosa peludo: las que Mark me dio anoche, justo después de volver a estacionar el auto de Felix.

Con cuidado, con reverencia, las recojo y me las llevo a la nariz. Las llaves huelen a metal, pero el llavero rosa tiene un leve rastro de flores silvestres y primavera, la fresca dulzura delicada de el. Aspiro profundamente, absorbiendo cada nota, cada matiz.

Luego dejo caer las llaves en el cajón y lo cierro. No lo dejare ir.

¹Guarida del diablo || Hyunlix✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora