Capítulo 3

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Allie


Mi autocontrol está en manos de Dean Hayward-Di Laurentis, un tío conocido por su NULO autocontrol, tengo un problema. Un problema de los gordos.Pero no voy a hacerlo. No voy a llamar a Sean. No importa que hace veinteminutos me haya enviado una foto del viaje a México del año pasado. Una foto en laque salimos los dos y en la que, con una aplicación, ha dibujado un gran corazón rojoalrededor de nuestras caras.Fue un viaje tan guay...Aparto a un lado el recuerdo y cojo el mando a distancia de la mesa de centro. 

—¿Tienes Netflix conectado a la tele? —Vuelvo a mirar a Dean, que todavía parece molesto por mi presencia.

Y..., o bien me lo estoy imaginando, o tiene una erección. Pero soy losuficientemente maja como para no provocarle con el tema, ya que, en su defensa,estaba a cinco segundos de mantener relaciones sexuales con dos chicas antes de millegada.Mi mirada se desplaza sobre su pecho desnudo. No puedo negarlo: su pecho esabsolutamente espectacular. El tío está CUADRADO. Alto, delgado y con músculosperfectamente esculpidos. Y tiene un poco de barba: pelos rubios y sexys queensombrecen su mandíbula perfectamente cincelada. Realmente es una lástima.Alguien tan imbécil no debería poder estar tan bueno. 

—Sí. Elige lo que quieras ver —responde—. Voy un momento arriba a sacudírmelay después me uno. 

—Vale, creo que me apetece algo... Espera, ¿qué has dicho?

Pero ya se ha ido, dejándome boquiabierta ante la puerta vacía. Va un momento aarriba a ¿hacer QUÉ? Estaba de coña, ¿verdad?Ignoro mi buen juicio y me lo imagino. Dean en su habitación. Una mano alrededorde su polla, la otra mano... ¿sosteniéndose los huevos?, ¿agarrando las sábanas? O talvez esté de pie, apoyado en la esquina de su escritorio, sus rasgos marcados mientrasse muerde el labio inferior...Pero ¡¿por qué estoy intentando resolver el misterio de cómo se masturba este tío?!Salgo de ese pensamiento, le doy al botón del mando hasta que encuentro Netflix yme pongo a mirar los últimos títulos de películas.Menos de cinco minutos después, Dean entra de nuevo en el salón.Afortunadamente, se ha puesto unos pantalones. Pero se ha quitado los calzoncillos enel proceso. Lo sé porque sus pantalones de chándal están sujetos en sus caderas tanabajo que casi puedo ver... lugares que no tengo ningún interés en ver.Su pecho está todavía desnudo y hay un ligero rubor en sus mejillas. 


—¿De verdad te acabas de masturbar justo ahora? —pregunto.

Él asiente con la cabeza como si no tuviera importancia.—¿Crees que me puedo sentar a ver una película hasta el final con los huevosmorados?Le miro boquiabierta.

 —¿Así que no puedes tener relaciones sexuales con nadie mientras esté yo en esta casa, pero sí que puedes ir arriba y hacer ESO?

Una sonrisa pícara se extiende por su boca. 

—Podría haberlo hecho aquí abajo, pero habría sido demasiado tentador para ti y habrías acabado de hacerlo tú. Lo he hecho con buena intención.

Es difícil no resoplar, así que no me molesto en luchar contra el impulso.

 —Créeme, habría dejado mis manos quietecitas donde están. 

—¿Con mi polla ahí fuera? Ni de coña. No podrías aguantarte las ganas. —Él arquea una ceja—. Tengo una polla maravillosa.

 —Ajá. Sí, claro. Estoy segura de que lo es. 

—¿No me crees? Te puedo enseñar una foto. 

—Va a coger el móvil de la mesa de centro, pero se detiene y se agarra la goma de los pantalones de chándal en su lugar—.

THE SCOREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora