Capítulo 5

95 3 0
                                    

—Seguro que sí. En serio, un clavo quita otro clavo. —Dean levanta la mano—. Yome ofrezco voluntario.

Una risa sale de mi garganta. 

—Sigue soñando, guapo.

Pero, en lo más profundo de mi cabeza, estoy considerando su sugerencia. Laverdad es que liarme con alguien no es una idea tan terrible. Es como cuando te caesde un caballo... La gente siempre aconseja que te subas otra vez en él de inmediato,¿no? Tal vez eso es lo que debería hacer, saltar corriendo a la silla de montar. En todocaso, sería una buena distracción para el dolor que hay en mi corazón.

Pero tengo claro que Dean no sería el elegido. No, prefiero encontrar una silla de montar que no haya sido montada por todas las chicas de Briar. 

—Lo dejamos para más adelante —decide.

 —Si con eso te refieres a dejarlo para cuando haya paz en el mundo y el ser humano deje de ser violento, entonces sí, claro, lo dejamos para entonces.

Dean se detiene en la puerta y se gira, sus ojos verdes hacen un barrido seductorpor mi cuerpo desde la cabeza hasta los dedos de los pies. 

—La verdad es que cuanto más lo pienso, más me gusta la idea de ser ese clavo. — Su mirada se detiene en mi pecho—. Me gusta muuucho la idea.

Reprimo un gruñido. —Garrett me prometió que no me tirarías los tejos este fin de semana. 

—G sabe que no debe hacer promesas en mi nombre —responde Dean con una sonrisa. Después me llama con un gesto—. ¿Vemos esa peli o qué?

Lo sigo al interior de la casa. La maría me ha dejado la cabeza un poco aturdida,pero en el buen sentido, y cuando Dean se detiene en el pasillo para subirse lospantalones de chándal que están a punto de caerse de sus caderas, me empiezo a reír a carcajadas como si eso fuera la cosa más divertida que he visto jamás.Mi humor se desvanece cuando nos instalamos en el sofá, porque Dean se deja caerdirectamente a mi lado, me pasa un musculoso brazo por los hombros y me acerca aél. Lo hace como si fuera totalmente normal.Yo frunzo el ceño mirándole.

 —¿Por qué está tu brazo alrededor de mi hombro?

Su expresión es de pura inocencia. —Así es como veo yo las películas. 

—¿En serio? ¿Así que le pasas tu brazo por encima a Garrett cuando ves pelis con él?

—Por supuestísimo. Y si se porta bien conmigo, a veces deslizo mi mano dentro de sus pantalones. —La otra mano de Dean baja rozándome hasta la cintura de mis mallas—. Pórtate bien conmigo y te prometo que a cambio yo me portaré incluso mejor.

 —Ja. Olvídate. —Aparto su mano, pero no antes de que una chispa de calor se encienda entre mis piernas. Su pecho desnudo es increíble y me está provocando: pide que mis dedos acaricien todos esos músculos marcados. Y huele muy bien. A mar. No, a coco. Estoy demasiado aturdida por el porro como para identificar el olor, pero no lo suficiente como para no darme cuenta de que el hormigueo ahí abajo sigue superactivo.

Por el amor de Dios. Mi vida sexual se ha debido de ir de verdad a la mierda si meestoy poniendo cachonda por ver a Dean Di Laurentis.

 —¿Qué más tenemos que hacer? —suelta.

Señalo al televisor. —Ver una película.

 —Preferiría estar mirándote. —Sube y baja las cejas—. Ya sabes, cuando grites mi nombre mientras hago que te corras.

Esta vez no hay hormigueo. Solo un montón de carcajadas que brotan de mi boca aráfagas incontrolables. 

—Dios, eres lo peor para el ego de un hombre. —Parece insultado.

Cojo una bocanada de aire entre risa y risa. Sí, estoy pedo y relajada, y he perdidoabsolutamente todos los filtros, lo que significa que puedo burlarme de Dean todo loque quiera y culpar a la marihuana más tarde. 

—Lo siento, pero a veces eres demasiado. —No puedo dejar de reír—. ¿De verdad las chicas caen en tus redes con ese tipo de frases?

Hace un ruido nada sexy con la boca.

 —Pon la puta peli de una vez. 

—Con mucho gusto. —Le doy al botón del mando y me muevo a la esquina opuesta del sofá, dejando un metro de distancia entre nosotros.

He de decir a favor de Dean que no dice ni una palabra durante casi treinta minutos.Su mirada se mantiene centrada en la pantalla, pero por el rabillo del ojo veo loinquieto que está. No para de repiquetear sus largos dedos en los muslos, se pasa unamano por el pelo, suspira mientras vemos a la protagonista preparar una tortilla entiempo real.Cuando la prota se sienta en la barra de su cocina y comienza a comerse la tortilla,también en tiempo real, Dean estalla como un volcán inactivo. 

—¡Esta película es una mierda! —gruñe a bastante volumen—. Ya está. Lo he dicho. Esta película es una puta mierda.

 —Yo pienso que es buena. —Estoy mintiendo. Soportar esta película es el equivalente a mirar cómo se seca la pintura en una pared.

Ni siquiera la maría que nos acabamos de fumar puede hacer que esta experienciasea agradable en lo más mínimo, pero no quiero admitir haber tomado la decisiónequivocada. A alguien como Dean no se le puede conceder una victoria. Nunca. Sechulearía de mí hasta el fin de mis días.

 —Es imposible que te mole esta peli —me desafía. 

—Sí que me gusta —insisto.

Él me mira fijamente durante varios segundos, pero mis conocimientos deinterpretación me son útiles y lo que transmito es pura inocencia. 

—Bueno, pues a mí no. A un nivel completamente brutal.

Le ofrezco una sugerencia. 

—¿Por qué no vas arriba y te pajeas otra vez?

Mierda. Palabras totalmente inadecuadas.Al instante, sus ojos verdes toman un brillo seductor.Con una sonrisa relajada, se inclina hacia mí y dice arrastrando las palabras

-¿Qué tal si lo haces tú por mi?

THE SCOREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora