Me ofrece una sonrisa arrogante. —No te engañes, muñequita. Ya no podrás dejar de pensar en mí ahora que has probado esto. —Para subrayar sus palabras, se agarra su polla semierecta y le da un lento golpe.Una sacudida de calor baja en espiral hasta mis entrañas.Argh. Estúpido Dean y estúpida su polla maravillosa.
—Ya me he olvidado de todo —miento. Pero en mi cabeza, surgen más recuerdos. Tengo ganas de gritar de frustración. —Me gustas así...
—Ajá, así que lo admites... te gusto —dice arrastrando las palabras.
Le sonrío a sus muñecas inmovilizadas. —He dicho que me gustas así. —Mi boca desciende lentamente hacia su pene erecto—. Completamente a mi merced...
Ay, Dios. Mis mejillas ya están ardiendo otra vez. Sean no siempre me seguía el rollo aventurero en el tema del sexo. Yo era la que tenía que convencerle y suplicarle para que probase las nuevas ideas morbosas que despertaban mi interés.
Dean ni siquiera se había inmutado ante mis propuestas. —¿Necesitas que te recuerde lo bueno que ha sido? —Inclina la cabeza de forma provocativa, con la mano aún en su polla.
—No. ¡Lo que necesito es que seas un adulto, joder! —estallo. Estoy empezando a perder la paciencia con este tío y estoy demasiado enfadada conmigo misma como para controlar mi temperamento—. Tengo resaca, estoy muy avergonzada y estás empeorándolo todo restregándome por la cara lo que pasó anoche, ¿vale?
Vacila. —Mierda. —Se aclara la garganta y suelta su polla, a continuación recoge a todaprisa sus pantalones de chándal del suelo—. Lo siento. No era mi intención hacertesentir incómoda. —Se pone de un tirón los pantalones—. Y no tienes ninguna razónpara sentir vergüenza. Los dos somos adultos. Nos hemos divertido y nos hemos dadounos cuantos orgasmos el uno al otro. No es más que eso ¿vale?, pero si realmente noquieres que saque el tema de nuevo, no lo haré.Suelto un suspiro tembloroso.Dean estudia mi cara. —¿Todo guay entre nosotros?
Asiento una vez. Mis sienes siguen latiendo, pero no es la resaca la que me hace sentir débil y tambaleante en este momento. Es el hecho de haber llevado a cabo algo tan fuera de lo normal para mí. Es el conocimiento horrible de que me acosté con otra persona solo veinticuatro miserables horas después de romper con Sean. Esa no soy YO, joder.
—¿Seguro? —insiste.
Me obligo a hablar. —Todo guay, Dean. —Mi móvil vibra y veo un mensaje de Meg diciéndome que está a cinco minutos—. Necesito vestirme. Megan llegará de un momento a otro. —Me muerdo el labio cuando recuerdo algo—. Mierda. Mi ropa está abajo. Tucker...Mientras hablo, Dean va a la ventana y mira afuera apartando las cortinas.
—No está aquí... la pick-up de Logan no está. Supongo que ayer no volvió a casa.
Una sensación de alivio me invade, pero también una ráfaga de cabreo, porque ¿dónde estaba Tucker ayer cuando lo necesitaba? Si hubiera estado en casa probablemente no habría terminado en la cama con Dean. O tal vez habría terminado en la cama con Tucker, que resulta ser el pelirrojo más buenorro que he conocido en mi vida. También es mucho más silencioso que sus compañeros y no habla demasiado de sí mismo, pero por lo que puedo deducir, es inteligente, educado y sin duda, muy atractivo.
En retrospectiva, Tucker habría sido un candidato fantástico para hacer de «clavo»sustitutorio.
—Voy corriendo abajo a por mi ropa —murmuro con torpeza.
Dean dice a mi espalda: —¿Qué razón le vas a dar a Wellsy por haberte largado a mitad del finde? Sabes que hará preguntas.Mierda. Tiene razón. —Le diré que decidí meterme en mi piel de adulta y lidiar con la ruptura en mi propia casa.Estoy a medio camino de la puerta cuando su voz me detiene de nuevo. Sus ojos verdes parpadean con tristeza.
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THE SCORE
RomanceAllie está en modo crisis. No sabe qué hacer con su vida, acaba de dejar a su novio y, en un momento de locura, se enrolla con Dean Di Laurentis, el tío más guapo y más ligón del campus. Hay que reconocer que no estuvo nada, nada mal. Pero lo último...