Capítulo 19

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Narra Allie

Cuando escucho el golpe en la puerta, lo primero que se me viene a la cabeza es quees Sean. Rezo para que no sea así, porque después de la rarísima e inquietanteconversación de esta mañana, no estoy preparada para verlo.


—Te perdono.


Soltó esas dos palabras al segundo de contestar yo al teléfono. Yo, a su vez, tuveque hacer un gran esfuerzo por no escupir algo desagradable en respuesta. Que meperdone implica que el haberme acostado con otra persona está mal, y no es el caso.No le he puesto los cuernos. No le he mentido. Por supuesto que tener relacionessexuales con Dean justo después de romper con Sean no es algo de lo que estéorgullosa, pero, ni soy la primera chica en saltar en la cama de un tío para olvidar unamala experiencia, ni seré la última, eso seguro.


Aun así, a pesar del resentimiento que su «perdón» me había provocado, una partede mí se sintió aliviada al oírlo. Dios sabe que me he sentido culpable por mi nocheloca con Dean, así que tal vez la absolución era justo lo que buscaba cuando leconfesé mi pecado a Sean la otra noche.


Sin embargo, eso no quiere decir que esté lista para verlo cara a cara. Me preguntósi podríamos vernos para un café, alegando que tenía más cosas que decirme, peroque no quería hacerlo por teléfono. Le dije que me lo pensaría. Ahora, cuando otrogolpe suena en la puerta, espero de verdad que no haya decidido forzar la situación.Me preparo para una confrontación y abro la puerta. Pero no es Sean. Es Dean. 


—Hola, muñequita. —Me muestra una sonrisa y entra en el interior de mi cuarto—. Wellsy me ha dicho que estabas tristona, así que me he pasado para darle la vuelta a tu estado de ánimo. 

—No estoy tristona —protesto. 

—Aún mejor, así me ahorro tener que trabajar. —Se abre la cremallera de su cazadora y la lanza en el brazo del sofá. Luego se quita su jersey y camiseta y se queda solo con sus pantalones vaqueros azules desgastados.

Le miro con incredulidad. —¿Te acabas de quitar la camiseta o me lo he imaginado? 


—Sí. No me gustan las partes de arriba.

No le gustan las partes de arriba.


Este tío... joder, ni siquiera sé lo que pienso de él.


Se gira hacia el sofá, y la forma en la que su culo apretado se mueve debajo de latela vaquera me hace recordar lo firme que estaba cuando se lo apreté. Después bajasu alargado cuerpo hacia los cojines del sofá, lo que provoca que la tela se tense sobresu paquete, y lo que ahora me viene a la cabeza es cómo mi boca se había hecho aguacuando la llenaba su polla. 


—Oh sí, chúpala, bonita. Chúpala como si fuera tuya.

La voz ronca y masculina resuena en mi mente. Mis labios empiezan a picar,porque, joder, vaya que si la chupé. La chupé como si fuera una piruleta, o un conode helado, o cualquier otra deliciosa golosina imaginable; todo junto dando forma auna polla superdura.


Mierda, creo que podría estar sonrojada. Mierda, se confirma cuando Dean meguiña un ojo. ¿Sabe que estoy pensando en la mamada?

THE SCOREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora