—Puaj. —Frunzo el ceño—. Bueno, resultó que esos experimentos salieron fatal.Salí con unos cuantos tíos y todos resultaron ser unos gilipollas integrales. Me hizodarme cuenta de los aspectos positivos de salir con Sean.Dean sopla otra nube de humo. —Vale. Pero después os volvisteis a separar. —Sí. —El recuerdo evoca una oleada de enfado—. Esa vez fue porque se puso enplan supercontrolador. Uno de sus hermanos de fraternidad me tiró los tejos en unafiesta y Sean decidió que nadie tenía permiso para mirarme nunca más. Empezó adecirme cómo tenía que vestir, me escribía mensajes todo el tiempo preguntándomedónde estaba y con quién estaba. Era muy agobiante.Ahora es el turno de Dean para fruncir el ceño.
—Dice la chica que volvió a juntarse con él después...
—Me prometió que a partir de entonces sería diferente. Y así fue. Dejó de estar tan encima y se portó super bién conmigo después de eso.Dean no parece muy convencido, pero no me importa. No me arrepiento de haber vuelto con Sean. Después de dos años y medio con él, sabía que teníamos algo por loque valía la pena luchar. —Lo que nos lleva a la ruptura número cuatro. —Dean inclina la cabeza concuriosidad
—. ¿Qué pasó?
Una sensación de incomodidad me agarra el pecho. —Te lo he dicho ya. Nos peleábamos mucho.
—¿Sobre qué?
Las palabras se me escapan antes de que pueda detenerlas. Mierda. ¿Ha mezcladoesta hierba con suero de la verdad o algo?
—Sobre todo por la graduación y lo que íbamos a hacer después de la universidad.
Mi plan ha sido desde siempre irme a vivir a Los Ángeles para centrarme en micarrera como actriz.O Nueva York..., pero eso no se lo cuento a Dean. Todavía no he tomado ningunadecisión, y Dean es la última persona con la que quiero discutir opciones vitalesprofundas.
—A Sean le parecía bien cuando empezamos a salir, pero este verano decidió repentinamente que no quería que me dedicara a la interpretación. En realidad, no quería que me dedicara a ninguna profesión en absoluto. —Frunzo el ceño
—. Se le ha metido en la cabeza que quiere trabajar en la compañía de seguros de su padre en Vermont y que yo seré la feliz ama de casa que tiene la cena lista cuando él llegue del trabajo por la noche.
Dean se encoge de hombros. —No hay nada malo en ser ama o amo de casa, ¿no?
—Por supuesto que no, pero yo no quiero serlo —digo con frustración—. He pasado casi cuatro años trabajando como una bestia para sacar adelante la carrera de Arte Dramático. Quiero usarla. Quiero ser actriz y no puedo estar con alguien que no me apoya. Él... —Me detengo, mordiéndome los labios.
—Él, ¿qué?
—Nada. Olvídalo. —Le arranco el porro de la mano e inhalo profundamente.
Demasiado profundamente, porque empiezo a toser como una loca cuando exhalo. Me lloran los ojos por un momento y cuando mi visión vuelve a ser nítida, me encuentrocon unos ojos verdes muy serios que me miran con atención.
—¿Qué ha hecho? —pregunta Dean en voz baja—. ¿Y cómo de tocha es la paliza que le tenemos que dar? Garrett y yo nos manejamos bien en una pelea, pero si quieres algo más gordo, metemos a Logan en el lío.
—Nadie va a darle una paliza a nadie, idiota. Sean no ha hecho nada malo y no es necesario darle una paliza. Lo único que quiero que hagas es que cojas este estúpido móvil —pongo mi teléfono en la mano de Dean— y lo mantengas alejado de mí este fin de semana, ¿vale? Solo me lo puedes dar si llama mi padre. O Hannah, o Stella. O Meg, o... ¿sabes qué? Le echaré un vistazo un par de veces al día bajo tu supervisión. Así me podrás dar una colleja si intento mandarle un mensaje a Sean.
Dean parece intrigado. —Así que soy... ¿qué?, ¿tu padrino en el desenganche de una relación? ¿Soy el quese asegura de que no recaes?
—Sí. Felicidades, finalmente vas a poder hacer algo útil con tu tiempo —digo con sarcasmo.
Ladea la cabeza. —¿Qué consigo yo a cambio?
—¿La satisfacción de saber que estás ayudando a alguien que no eres tú mismo?
—Naah. ¿Qué tal una mamada? Lo haré a cambio de una mamada.
Le hago un corte de mangas. —Ya te gustaría.
—Está bien, una paja.
—No te comportes como un imbécil, por favor. No tengo ninguna fuerza de voluntad cuando se trata de Sean.
En ese preciso momento, el teléfono vibra en la mano de Dean. Mi primera reacción es tratar de cogerlo. Él rápidamente da un paso atrás y a continuación echaun vistazo a la pantalla.
—Es Sean. —Su boca tiembla de diversión—. Echa de menos el sabor de tus labios.
Mi corazón da un vuelco doloroso.
—Otra regla: no está permitido que me digas lo que dice. —Me estás dando mucha responsabilidad en esta historia, muñequita. No me gusta la responsabilidad.
Qué sorpresa.
—Tú puedes con esto, MUÑEQUITO. Tengo fe en ti.
Dean le da una última calada al porro, apaga la chusta en el cenicero y se dirige a la puerta corredera de cristal. Dios, incluso la forma en la que camina es arrogante. Yestá muy bueno. Mi mirada, sin darme cuenta, se centra a su firme culo y en la forma en la que sus pantalones de chándal se ciñen a él. Sí, estoy mirándole el culo. Bueno,es que es un culo espectacular y yo soy una mujer.... ¿Cómo no iba a hacerlo?
—Sabes que estás gestionando esto de la forma equivocada, ¿verdad? La mejor manera de superarlo es liarse con otra persona. Cuanto antes.
Sus palabras me sacan de golpe de mi pensamiento lujurioso hacia su culo
—Todavía no estoy preparada para estar con nadie más.
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THE SCORE
RomanceAllie está en modo crisis. No sabe qué hacer con su vida, acaba de dejar a su novio y, en un momento de locura, se enrolla con Dean Di Laurentis, el tío más guapo y más ligón del campus. Hay que reconocer que no estuvo nada, nada mal. Pero lo último...