Capítulo 1

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En la actualidad

Enero 2017

Escuché la puerta de entrada abrirse con un golpe duro, indicándome que acababa de llegar mi esposo. Corrí hacia el sonido que provenía de la sala. Patrick estaba ahí al verme sonrió con alegría. Avancé, y como me esperaba con los brazos abiertos, salté sobre él abrazándolo con fuerza. Presionó un beso en mis labios que poco a poco se fue intensificando, llegando a derretirme.

—Hola, amor —murmuró él entre besos.

—Hola —respondí con una sonrisa tonta en mis labios. Esta era nuestra típica bienvenida de cada día, desde que nos habíamos casado, y nunca nos cansábamos de saludarnos así. Por más malo que había sido su día, siempre llegaba a casa con una gran sonrisa.

Todavía sobre él, Patrick comenzó a caminar dirigiéndonos a la cocina. Su uniforme azul de policía lo hacía ver tan sexi que no pude evitar sentir descargas en el cuerpo al imaginármelo sin él.

Me depositó en la encimera, muy cerca de la cocina, y se puso entre mis piernas.

—¿Qué has cocinado? —preguntó mientras abría las ollas para ver. El olor a pollo asado inundó la cocina junto al puré—. Huele delicioso —murmuró mi esposo cerrando las ollas para mirarme con atención y una sonrisita—. Y tú estás preciosa.

Me ruboricé con su comentario. A pesar del tiempo sus comentarios dulces dirigidos a mí me hacían sonrojar como una adolescente. Lo besé en la mejilla y me bajé de la encimera.

—¿Te sirvo ahora? —pregunté.

Patrick asintió. Abrió la nevera y sacó una lata de cerveza. La destapó y comenzó a beberla.

Levanté una ceja en su dirección.

—¿Qué? —preguntó encontrando mi mirada.

—¿No irás a trabajar más tarde?

Los sábados él tenía doble turno en la estación. Es decir, debía ir en la mañana y en la tarde. Debido a que nuestra casa quedaba cerca de allí, Pat podía tomarse la libertad de venir a almorzar a casa para luego asistir a su último turno del día. Y no creía que podía ir con alcohol en el cuerpo, ¿no? ¡Nadie podía asistir así al trabajo! Con mayor razón siendo policía.

Pat levantó un hombro, restándole importancia.

—Solo será una lata, nena —respondió para luego tomar un gran sorbo.

No rechisté.

Me volteé para empezar a servir el almuerzo. Tomé un plato y serví arroz, luego el pollo asado y al final el puré. Cuando lo tuve listo volteé para llevarlo a la encimera pero choqué con el duro pecho de Patrick haciendo que el plato cayera al suelo, rompiéndose en varios pedazos y la comida se dispersara por todo el lugar. La lata que él llevaba en la mano también cayó haciendo que al instante el olor a cerveza inundara nuestros olfatos. En su uniforme azul se podía ver una gran mancha de puré a la altura de su estómago.

—¡Ah, mierda! —exclamó Patrick haciendo que pegara un salto. Se agachó para recoger la lata de cerveza pero al darle la vuelta vio que todo se había derramado en el suelo.

Apretó los puños y se quedó agachado.

—Amor... —me agaché para estar a su altura. Sin previo aviso sentí que una mano golpeó con fuerza mi brazo extendido haciendo que me cayera de trasero al suelo por el impacto. Miré con los ojos como platos a Patrick y luego a mi brazo. Estaba rojo pero no me dolía, simplemente no podía creer que él me haya hecho eso.

—Nena... —dijo Patrick reaccionando. Se acercó a mí con el rostro desencajado—. Oh Dios mío, yo no... yo no quise hacerte eso, Soph.

Me ayudó a levantarme con delicadeza, cogiéndome del brazo con suavidad, a comparación de hacía un instante. Lo miré sin poder creerlo. ¿Lo había hecho a propósito?

Corazones fracturados | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora