Capítulo 44

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Lo extraño de hoy lunes al despertar era las dos llamadas perdidas de Beck Beckett, el alguacil del pueblo, en mi celular. Lo llamé rápidamente y me dijo que me acercase a la estación, alegando que era un tema un tanto delicado para mí. De buenas a primeras le pedí las llaves a Kael para ir en su camioneta. Él iba a quedarse para chequear a Ela y Alen cuando despertasen, recién eran las nueve de la mañana y aún no despertaban. No había desayunado pero no sentí la necesidad, no cuando Beck parecía tener algo urgente que decirme.

En el camino a la estación puse música para distraerme. La camioneta de Kael era algo vieja, pero él la había reconstruido con partes que trajo y algunas cosas que Patrick conservó de su antigua camioneta.

Al llegar me estacioné en una plaza vacía del parqueo y guardé la llave en mi bolsillo. Entré a la estación y traté de escabullirme para no encontrarme con los colegas de Patrick. Hasta ahora no había ocurrido. La puerta del despacho de Beck estaba entreabierta, solo me acerqué para tocarla, escuchando un breve «pase» al instante.

La empujé.

Vi al alguacil en su uniforme detrás de su escritorio sentado, con papeles desperdigados. En la silla cercana a mí había un hombre mayor de edad, con el cabello canoso y con ropa elegante. Estaba vestido con traje.

-Perdón, creí que estabas... -Le dije a Beck cuando levantó la mirada a mí.

-No, no te vayas. -Se levantó. Sus ojos oscuros me observaron, luego viajaron al señor canoso sentado-. Él es Samuel Reyes, es un abogado de aquí, Sophie. Te llamé justamente para esto.

Miré con curiosidad al señor.

-Mucho gusto, yo soy Sophie. -Le extendí mi mano. La mirada del abogado me hizo sentir cómoda. Su sonrisa afable y la firmeza en su apretón de manos se notaba confiable.

-Sé quien eres -me aseguró-. He leído tu caso y la denuncia que hiciste. Estoy aquí por eso. Beck me ha llamado.

Miré a Beck, estaba confundida. El caso y la denuncia ya estaban archivados porque habían terminado. Patrick había sido condenado y no había más qué hacer. No entendía qué hacía el abogado en todo esto.

Beck se sentó, y extendió la mano para que tanto como el abogado y yo lo siguiéramos. Me apretujé en mi chaqueta a pesar de que no sentía frío. Estar en este lugar me ponía de los nervios. Ver todas estas paredes llenas de papeles y archivos, y los pasillos de policías me tenía intranquila.

-Mencionaste que querías divorciarte, Sophie. El abogado te ayudará.

De solo oírlo me emocioné. Como pude me acomodé en la silla cruzando las piernas. Me incliné hacia adelante y los miré a ambos.

-¿En serio? -dije sorprendida-. ¡Guau! ¡Por supuesto! Quisiera hacerlo cuanto antes.

El señor canoso que era lo suficiente mayor como para ser mi abuelo, asintió.

-Lo primero que debemos hacer es notificar a su pareja. Él está en la cárcel y necesita ser notificado para presentar ese documento, que le entregarán a usted, al secretario de la corte del condado comprobado que su pareja fue notificada.

-expareja -atiné a decir, parpadeando. La mirada seria del abogado me indicó que estaba de más-. ¿Y será difícil?

-Usualmente toma tiempo si la otra persona no está de acuerdo o no se presenta a la corte en el día indicado. Pero su caso es diferente, el señor Durand está en la cárcel por maltrato físico, la corte decidirá fácilmente el divorcio si presentamos los debidos papeles y que estos estén en regla.

-¿Usted lo haría?

Beck intervino.

-Sí, Sophie. -Sonrió-. Y no te preocupes por el pago, este caso es extraoficial, lo que significa que es especial debido al tema del maltrato físico.

Corazones fracturados | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora